La explotación sexual y La vulnerabilidad de la frontera

Domingo 20 de julio de 2014 | 21:00hs.

La gran inundación que castigó a las poblaciones de la margen del río Uruguay está fresca en la memoria de los habitantes de la zona y dejó evidencias en las costas, donde aún perdura la marca que alcanzó el agua en la histórica crecida de finales de junio. Dos países -Argentina y Brasil- divididos por un cauce que en temporadas se puede cruzar a nado o en un par de minutos a remo.
En Colonia Monteagudo, remoto paraje ubicado a 30 kilómetros del centro de El Soberbio, el idioma, las costumbres y los medios de comunicación brasileños ocupan un lugar central en la vida cotidiana de los habitantes del lado argentino. La permeabilidad de la frontera es evidente y así como algunos cruzan a diario para trabajar, hacer compras, visitar a familiares o tomar unas cervezas nada más, hay otros que aprovechan para cruzar mercadería de contrabando o chivear, como se dice en la zona. En ese marco de informalidad, también prolifera la prostitución.
Un equipo de El Territorio llegó hasta colonia Monteagudo y corroboró que la vulnerabilidad de la frontera propicia la explotación sexual de mujeres y niñas, incluso por su propia familia, según el testimonio de varios pobladores.

“Costeando los pinos hay un bar que tiene chicas. Hay que tener un poco de paciencia porque son jovencitas”, comentó un tal Raúl con una carcajada vil (ver página 7).
El lugar es casi inaccesible, hay que cruzar un pequeño arroyo y recorrer a pie unos 1.000 metros para encontrar el bar-pool cuyo dueño vendería a sus propias hijas, de 15, 13 y 11 años.
Los clientes serían los propios lugareños, provenientes de ambas orillas, quienes los fines de semana se congregan en la cancha de fútbol del lugar.

Camino oscuro
Pocos aceptan hablar de lo que todos saben, conscientes de la gravedad del tema y las posibles consecuencias judiciales.
Este diario consultó a las autoridades policiales de El Soberbio sobre las sospechas en torno a la prostitución de menores en la colonia, pero en ninguna comisaría se registró denuncia alguna hasta el momento.
Sí conocen la historia de una joven de Monteagudo, Andrea M., quien años atrás fue rescatada de una red de trata y actualmente arrastra problemas mentales y deambula por las calles del pueblo (ver página 5).
Ella es una de las 204 víctimas de explotación sexual que ya fueron rescatadas por el Ministerio de Derechos Humanos de Misiones en los últimos cinco años. Pese a que se realizaron grandes anuncios de ayuda y hasta se entregaron pensiones, la historia de Andrea demuestra que todavía falta contención psicológica para mejorar la calidad de vida de los jóvenes que caen en uno de los peores flagelo del nuevo siglo.
Así, la misma fragilidad que exhibe la frontera en el control del paso de personas y mercadería, muestra el Estado para contener a las víctimas del flagelo de la explotación sexual.
La madre de la misma joven, en el marco de este informe, contó que sus tres hijas menores están ahora con otra hermana mayor en Brasil. Y cruzaron en una canoa, sin presentar ningún documento y permiso. Tampoco en ningún paso fronterizo hay registro de que las nenas hayan salido del país ni garantías de que regresen.
Semanas atrás, la Policía de Misiones allanó dos prostíbulos, uno en San Vicente y otro en El Soberbio, propiedad de una mujer que desde entonces se encuentra prófuga. En el primero hallaron chicas menores. Pasados unos pocos días, ambos antros volvieron a funcionar, tal como corroboró este medio en su recorrida por la zona (ver página 6).    
Históricamente, ambas localidades fueron el centro de la explotación sexual en la provincia.
San Vicente es considerada como una ciudad de paso, con muchos transportistas que requieren los servicios de prostitutas, y El Soberbio tiene su idiosincrasia costera, ligada al contrabando y la vulnerabilidad fronteriza. Ese oscuro camino transita el informe de hoy.

Por Daniel Villamea
interior@elterritorio.com.ar

 

 

Informe de domingo

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