Si esas dos Argentinas no se amigan, los esfuerzos serán en vano

Lunes 1 de agosto de 2011
En escena. | Graciela Dufau y Andrea del Boca representan a dos mujeres famosas en la historia Argentina. | Foto: Sixto Fariña
Una Graciela Dufau ya con el ropaje de la Victoria Ocampo que luego iba a interpretar, pero en papel de presentadora, a modo de prólogo, no se sabe si por no estar incluida la información en el programa para el espectador, hizo la aclaración de que se iba a presenciar un encuentro ficticio de dos mujeres protagonistas de una misma época. Para eso ya habían pasado 40 minutos desde la hora pactada para el comienzo de Eva y Victoria en Posadas, en el auditorio Montoya la gente bancó la tediosa cola, escuchó las palabras de Dufau y se sumergió en los intercambios de dos Argentinas, que por lo que deja como metáfora, fueron y son, aún, irreconciliables. Aunque invita a que se hagan los esfuerzos posibles para llegar a puntos en común.
Andrea del Boca y Graciela Dufau se sacan chispas en esta nueva versión de texto de Mónica Ottino, adaptado por la misma Dufau y dejando en manos de su esposo, el notable director Hugo Urquijo (protagonista del emblemático Teatro Abierto). Del Boca deja una impresión arrolladora en la gente, muchos se fueron algo descolocados ya que desorientó a las expectativas que iban a buscar una mala actriz, sólo alguien de telenovela, un carácter avasallante para ponerle vida a una figura histórica que marcó a fuego el siglo XX, la heroína de los descamisados.
Enfrente una Dufau que cumple con rigor y apoyada en lo que trae genéticamente, una mujer de clase, ideal para la Victoria vanguardista y despreciativa de la "demagogia" del populismo del peronismo.
Ante un auditorio Montoya semi repleto dos discursos en dos mujeres representativas de dos clases sociales, determinantes de la configuración de la sociedad de hoy, con la aparición del peronismo y su otorgamiento de derechos a la masas. Justamente, uno de los encuentros es cuando Eva va a solicitarle el apoyo a la iniciativa de empoderar a la mujer con el derecho al voto. Y Victoria se lo niega, con un discurso que bien riega la mente de muchos hoy, otorgar derechos para tener votos cautivos, demagogia y populismo. Otro encuentro, muy bien actuado por del Boca, cuando ya está con la enfermedad terminal Evita, y manda a llamar a Victoria.
No queda puerta abierta a la reconciliación entre esas dos visiones en la pieza de Ottino, pero si el sabor en el espectador de que si estas dos Argentinas escenificadas, que en momentos destilan un odio perturbador, no se amigan y tiran del mismo carro aún con un broche en la nariz, la historia se repetirá por siempre. Sino leer los tiempos actuales, Eva y Victoria evoca la cinta sin fin de la Argentina desde que el Peronismo abrió y cruzó la sociedad con su visión de repartir un poco más la riqueza, que las oligarquías que representa la Victoria de Dufau.

En el apogeo peronista
El relato de Mónica Ottino, siempre aclarando que se da en lo ficcional, entre la primera dama y la aristocrática escritora, en dos momentos de la historia: el año 1947, cuando Eva Duarte comenzaba a dar pelea por el voto femenino, y 1952, cuando ya estaba en su lecho de muerte. "En el primer encuentro, que sucede en el año '47, antes de viajar a Europa, Evita le propone a Victoria que firme el petitorio por el voto femenino, pero recibe un rotundo no de la escritora. Cada charla de esta obra representa las dos argentinas opuestas y contrapuestas que todavía se ven en esta época. Es una propuesta al público que se lleva adelante con un humor tirante e irónico. El otro momento es cuando Evita, ya en su lecho de muerte, manda a llamar a Victoria y le dice: "Si yo mejorara, ¿trabajaríamos juntas?" Y Victoria le dice que no.
“Lo cuento porque esta revisión te hace pensar en que hay cosas en las que si hubiera sido por la postura de un sector no se hubiera avanzado" cuenta Del Boca.
Lo fundamental y trascendental del texto y la representación, con las actrices permanentemente en la escena.
La asistente de ambas es una misma actriz, pero bien diferenciada en las distintas secretarias, de Evita y Victoria, es tener el coraje y correr el riesgo de, a su modo, plantear estas dos grandes visiones que siempre dividieron a la Argentina y el supremo objetivo de integrarlas y comprenderlas.
Otro aspecto brillante, la sobria puesta en escena, a la italiana, pero con todas las de la ley.La obra Eva y Victoria se estrenó en 1992 con China Zorrilla, como Victoria Ocampo, y Luisina Brando, y luego Soledad Silveyra, como Eva Duarte de Perón.


Actitud reprochable
Párrafo aparte el comportamiento de cierto público al que le puede más las ganas de la foto o el registro del video para el facebook y la incontinencia con la telefonía móvil, llegando algunos a contestar mensajes de texto. Ni apagaron los celulares, estuvieron filmando y fotografiando a cada rato. Mientras, otro público, el que ama el teatro y en silencio, para que fluya el texto, buscó concentrarse siguiendo la puja ideológica que se vivió arriba del escenario.
La obra cuenta con escasa banda sonora, más allá de algunos segmentos, y un tango que cantan, Niña bien, cuyo original es Niño Bien y lo hizo célebre la señora Tita Merello.