Forense sostiene que hay una banda narco detrás de muerte de Angélica

Jueves 23 de octubre de 2014 | 06:41hs.
Testimonio polémico. | Helga Sulamita Segovia de Ledesma, forense de Puerto Rico que realizó la primera autopsia. | Foto: Facundo Correa

Una forense de la Justicia con una versión ligada al mundo del narcotráfico, marcó la segunda jornada del debate oral que busca esclarecer la muerte de Angélica Ramírez en el Tribunal Penal Uno de la capital provincial.

 

Helga Sulamita Segovia de Ledesma, perito de la Cuarta Circunscripción Judicial (Puerto Rico) fue quien realizó la primera autopsia al cuerpo de Angélica el 27 de septiembre de 2010.

 

Su labor no habría conformado la exigencia profesional que requirió el caso o sus recursos fueron insuficientes, por lo que se ordenó la exhumación del cadáver y la realización de mayores estudios ya en manos de los profesionales del cuerpo médico forense del Superior Tribunal de Justicia, pero también admitiendo la participación de Segovia de Ledesma y su hijo Carlos Egidio Ledesma, médico forense.

 

Ayer, el Tribunal encabezado por Martín Errecaborde, más los camaristas Eduardo D’Orsaneo y Ángel Dejesús Cardozo, debían escuchar y evacuar consultas sobre la labor de Segovia en el expediente.

 

Las diferencias entre la primera y segunda autopsia tienen dos puntos centrales. Para Segovia, Angélica fue violada y quemada con cigarrillos, además de masacrada a golpes.

 

En la reatupsia, los forenses mejor calificados de la provincia, llegaron, tras un exhaustivo análisis, a la conclusión: La menor de 14 años fue asesinada a golpes, pero fueron las hormigas coloradas del lugar donde fue arrojado el cuerpo, las que le dejaron heridas similares a la quemaduras de cigarrillos.

 

Segovia en su testimonial de ayer, ratificó que Angélica fue violada anal y vaginalmente, y que las pequeñas heridas eran quemaduras en “la pelvis, tórax y cuello”. Describió también todos los golpes y cortes que surgieron del estudio, y definió el crimen como “el más atroz, con ensañamiento y alevosía que recuerdo haber visto. Un cuerpo con tantas lesiones, algunas provocadas cuando la víctima aún estaba con vida”.

 

Pero también relató al Tribunal que “una enfermera” amiga suya, el día que se conoció el crimen se acercó y le dijo tener una lista de doce personas ligadas al narcotráfico en Puerto Rico y que habrían utilizado a la menor como mula de la droga por el pueblo. Sulamita Segovia agregó: “La enfermera vino atemorizada a contarme esto, me decía: ‘Me están amenazando, me quieren matar’, y eran sujetos que integraban una banda de narcotraficantes e informantes de la Policía”.

 

“Me prometió que me iba a dar la lista de personas, pero al otro día murió, Alicia se llamaba”, agregó pero sin recordar el apellido. Dato que fue aportado minutos después cuando se dirigía a su asiento en el sector del público en el recinto. “Ah, ahí está, me acordé, Alicia Muñoz era el nombre completo”, retornó con sus pasos cortos para decírselo al Presidente del Tribunal.

 

Su testimonio prosiguió, pero cuando ella requirió que se pasen las imágenes tomadas durante su labor en la primera autopsia, la fizcal Liliana Picazo solicitó que se retire de la sala a familiares y periodistas, para resguardar la intimidad de la víctima.

 

Se necesitó una hora más para que Segovia y su hijo finalizaran el testimonio. Ambos se retiraron rápidamente del recinto sin brindar explicaciones, salvo a una consulta de este medio: “Sí, claro que ratifiqué que Angélica fue violada y quemada con cigarrillos y que (la enfermera) Alicia Muñoz sabía quiénes mataron a la chica”.

 

Hormigas

 

La genetista Daniela Insaurralde, a cargo del Gabinete de Biología del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial, fue la testigo que detalle a detalle con marcado poder didáctico, explicó en qué consistió la segunda autopsia, pero también los resultados y cómo se tomaron la muestras de ADN, una de ellas clave, la de la zapatilla marca Hesse que usaba Francisco Bourscheid, donde fue hallada una mancha de sangre de Angélica Ramírez.

 

Insaurralde despejó las dudas en torno a las hormigas y a las marcas en el cuerpo analizado. Sostuvo que “las picaduras de hormigas coloradas se pueden producir en el momento premortem y mortem (...) tienen dientes grandes, muerden, pican y vuelven a morder, esto lo hacen en cuerpos vivos o muertos y dejan vesículas que tardan cuatro horas en formarse”. Este el punto de confusión para Segovia, quien insiste en que fueron producto de quemaduras las lesiones.

 

La forense, también apuntó que “en las fotos de la primera autopsia ya se observaban las picaduras (en el cadáver de Angélica), además la doctora Segovia dijo que había hormigueros en el lugar donde estaba el cuerpo y que en el cuello (de la víctima) habían encontrado hormigas muertas”.

 

Picaduras de hormigas coloradas habrián atacado a través de la calza rota, la región genital de Angélica, y cómo la víctima estaba en proceso de muerte en una posición de declive por el barranco de la cuneta, el cuerpo sangró, principalmente en el ano. De allí pudo surgir la confusión de Segovia para aseverar que fue violada.

 

Anamnesis a Bourscheid

 

En los debates penales, la precisión de los médicos y peritos resultan esclarecedores, sin dejar endija para la duda. La jornada de ayer tuvo también el aporte en este sentido de la doctora Norma Lapuente de Acosta. La experimentada profesional de la salud mental, desglosó los dos análisis psicológicos (también llamados anamnesis para este tipo de casos) realizados a Francisco Bourscheid.

 

El primero cuando fue detenido el 3 de octubre de 2010, y el restante nueve días después cuando fue procesado y se disponía su traslado a la Unidad Penal de Eldorado, y el psiquiatra Pedro Caminos, que atendió a Bourscheid por su adicción al alcohol, solicitó que se lo interne en una clínica privada.

 

Acosta recordó ante el Tribunal, que en el desarrollo de la anamnesis de Bourscheid, notó que era alcohólico y que las señales se desprendían de su cuerpo con “la cara rubicunda y abotagada, con calambres y pituitas (líquido filante, acuoso, que los alcohólicos expulsan en ayunas, bien por expectoración o por una especie de regurgitación), el alcohólico en este punto no relaciona esto con el consumo, sólo cree que es un malestar gástrico”.

 

Tales características preliminares ayer, al observar al acusado, Lapuente de Acosta resaltó que ya no las tenía, al menos en el rostro.
Fue consultado por el defensor de Bourscheid, Mario Cáceres, sobre la sexualidad del imputado y si su trastorno con el alcohol podría haberle disminuido el apetito sexual. “Los pacientes son escondedores tremendos a la hora de la consulta sobre su sexualidad (...) Mi percepción era que estaba en una actitud pasiva”.

 

En cuanto a si esa presunta frustración sexual podía desencadenar una actitud violenta, respondió: “Es muy difícil determinar la personalidad violenta, un solo hecho no es suficiente para decir que un sujeto es violento”. Pero resaltó que “cualquier persona que consuma durante un tiempo prolongado va a ser un alcohólico (...) Esto genera frustración y el alcohol facilita la expresión de la conducta”.

 

Hoy a las 8.30 se reanuda el debate con una decena de testigos citados en calle La Rioja, sede del Tribunal Penal Uno.

 

 

Nota perteneciente a la edición impresa.