Vive en el anexo de Humanidades mientras espera casa del Iprodha

Jueves 18 de diciembre de 2014 | 06:49hs.
Sin techo. | Antes de vivir en las instalaciones del anexo de Humanidades, dormía en el Hogar San José Obrero.

Pocos saben de dónde viene o quién es en realidad. Siempre se lo ve sentado en un pequeño banco de madera. Pareciera que espera a alguien que nunca va a llegar. Tiene las piernas cruzadas y está acompañado de su mate, que ofrece a todo aquel que se cruza por allí. Tiene una estatura mediana, es flaco y parece tranquilo. Su rasgo más característico es su trajecito, un poco gastado. Esa indumentaria le da un toque de sencillez o tal vez humildad. Su nombre es Carlos Javier Martos (51), nació el 6 de junio 1963 en esta capital, y hace un año vive en el anexo de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, ubicado sobre la calle San Lorenzo casi avenida Mitre.

 

En ese lugar Carlos armó su hogar. Un día cualquiera que no recuerda, decidió vivir bajo un techo poco convencional, el cielo. En un rincón de esa antigua calle posadeña empezó su nueva vida.

 

Con tono sociable y seguro, el hombre señaló que antes de vivir en la calle fue huésped en el Hogar San José Obrero de esta ciudad, donde residió durante meses. “Me alejé del hogar porque los inquilinos me robaban la ropa”, lamentó.

 

A simple vista son pocas sus pertenencias. Algunos bolsos y pocos cartones, que funcionan como colchones en la oscura noche. Carece de objetos de valor porque no los necesita, dice. Al menos hasta ser adjudicatario de una vivienda del Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (Iprodha), que según él gestionó.

 

El anhelo de lograr su vivienda propia no lo deja alejarse durante largo tiempo del anexo. “Salgo temprano a vender botellas plásticas vacías o cargadas con detergente o desinfectante. Siempre vuelvo a la tardecita porque espero novedades del cartero. Él tiene que traerme la notificación de mi casa”, dijo Carlos, quien afirmó que antes de ser vendedor ambulante, integró durante 34 años el Ejército.

 

Su difícil vida en la calle es solventada mediante una pensión y el dinero que gana con la venta de los envases de plásticos. Sus ingresos son reducidos. Para él, sobrevivir no es fácil.

 

Por este motivo, Carlos busca un plato de comida en el comedor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. En la “universidad de la calle” aprendió a afrontar una dura vida. Marcada por un corto descanso y una escasa alimentación. “A veces no alcanza la plata, cuesta mucho vivir así. Se vive como se puede”, admitió Carlos.

 

Olvidando por un momento sus carencias, deseó que todos los misioneros compartieran la felicidad en las fiestas. “Quiero que todos puedan lograr los objetivos que no pudieron tener este año y que nadie pase solo en las fiestas, es feo pasar solo las fiestas. Que reine la felicidad, el amor y la tranquilidad en cada hogar”, expresó mientras ofrecía su mate.

 

Todos lo ven, pocos lo conocen
Aunque los vecinos siempre ven a Carlos deambular por la zona todavía es alguien extraño, un individuo poco conocido.“Él siempre está sobre la vereda, come y se baña acá. Vemos que trae bidones de agua y lo hace en dos partes, primero se higieniza de la cintura para arriba y después la parte de abajo. También pide ayuda o colaboración a los vecinos de la cuadra. Siempre es muy ordenado y respetuoso con la gente que pasa”, expresó Diego Ortiz, vecino de la zona.

 

Las paredes de su actual hogar son las calles y los transeúntes. Los estudiantes de la Unam lo llaman a Carlos “El señor que vive en la facu”. Es que duerme junto a sus pertenencias en el hall del anexo de Humanidades.

 

Muchos estudiantes que lo vieron acurrucarse en esos rincones de la ciudad desconocen que el próximo año será su compañero de curso. Porque Carlos decidió comenzar a estudiar la carrera de Comunicación Social.

 

Dará un paso adentro de la facultad, para tomar apuntes y compartir horas cátedra con los demás, todo un desafío para el ex uniformado sin techo y que tendrá muy pronto su nuevo hogar en los estudios.