Siguen sonando

Martes 7 de junio de 2011

“Compro cosas muy rotas, hay desde 400 pesos en Mercado Libre. Todo es de la época de nuestros abuelos, mucho bronce y oro, es una satisfacción enorme restaurar esto y así tener un pedazo de historia argentina en mi casa”. La frase le corresponde a Alejandro Fabián Garrote (40), vecino de la ciudad de las Cataratas desde 1997 y funcionario de Aduanas en esa localidad. Mientras comienza a deshacerse en anécdotas sobre su fanatismo por las radios antiguas, enciende una radiola que data de 1922. “Quizás es la más antigua que tengo” comentó a El Territorio.
El dial vuelve a tener vida después de pasar por las manos de este apasionado restaurador. Todo lo que encierra ese depósito funciona. Es que el mérito no reside únicamente en la colección de radios de entre 1920 y 1960, sino que él mismo las repara. El taller que instaló en su domicilio, donde resuelve las cuestiones electrónicas y estéticas, se llama “Radio Nicolás”. En unos estantes - que por estos días están desbordados - reposan los transmisores ya restaurados: radios modelo catedral, modelo capilla, modelo consola, parlantes, modelo art deco, entre otras obras.
“Se reparan, restauran y se construyen aparatos de radio con componentes originales de la época, es muy importante dentro del coleccionismo de radios, el poder disponer de materiales originales y de la instrumentación necesaria para dejar los receptores en perfectas condiciones de funcionamiento, como cuando salieron de fábrica” señala en su sitio web www.iguazuradioantique.com.ar.

Garrote es padre de una hija, de profesión Técnico en Electrónica, nació en la Ciudad de Buenos Aires donde estudió y trabajó hasta que le tocó radicarse en Iguazú en la década del 90'. Convirtió la reconstrucción de los artefactos en su pasatiempo favorito, su cable a tierra.
Lleva 92 radios restauradas, y tanto la sala como el patio de su casa ofician de anexos del taller, en el que guarda piezas, repuestos y libros antiguos de electrónica. En las últimas semanas adquirió otros seis aparatos que esperan, pacientemente, volver a funcionar. Y ese día llegará. Es que la nueva integrante de la familia demanda merecida atención y resta los horarios de trabajo en “Radio Nicolás”.
¿Qué lo moviliza a invertir tiempo y dinero en este hobby? Pregunta El Territorio. “Todo empezó con esa radio (indica con la mano una esquina de su morada), la trajo mi papá, es de 1933 y le pertenecía a mi abuelo”, respondió (ver En Primera Persona).
Como él, existen en el país otras pocas personas. Restaura y colecciona, pero que quede claro: el patrimonio recuperado no está a la venta. “Es una alegría ver el producto terminado y funcionando como lo fue hace 40 ó 50 años. Empecé esto como un hobby y ahora soy un coleccionista. Hay uno en La Rioja, Bahía Blanca y Buenos Aires, estamos en contacto y nos pasamos información todo el tiempo”, contó Garrote. La mayoría de los artefactos o sus piezas las compra en internet, o de vez en cuando en La Plata, cuando va de paseo.
 Su compromiso es de tal magnitud que integra la Asociación de Radios Antiguas que se creó en Buenos Aires y que tiene por objetivo evitar que este tipo de antigüedades salga de la geografía argentina.
El fanatismo se extiende a otros artefactos. En el taller se encuentra un teléfono de pared de 1937 fabricado por la empresa norteamericana Western Electric, y ¡tiene tono en 2011! Además, está trabajando en un amplificador de sonidos de 1940, cuyo equipo terminado podría ascender a los 5 mil dólares, según estimó el especialista en el tema.
La página on line recibe una cantidad importante de visitas, de diferentes puntos del planeta, aficionados de Japón , Rusia, Rumania. “Al principio contestaba a la gente que me escribía con la ayuda del traductor de Google, pero después las consultas eran tantas que me quedé sin tiempo” sostuvo en referencia al idioma.

 

Fragmentos de historia
La radio antigua a válvulas es quizás uno de los objetos coleccionables con mayor dimensión histórica del último siglo. Marcó hitos en la historia de la tecnología, en los últimos cien años no hubo evento político o social, en los que no fuera la protagonista de primer orden. Muchas veces, especialmente en los radioreceptores más antiguos, el dial era circular, en los que el plástico ya es moldeado. Eran iluminados por detrás y proporcionaban una magia colorida y luminosa en la habitación. Acompañaba en el panel, algunas veces, el recordado "Ojo Mágico", una luz verde que variaba según la intensidad de la estación recibida.
“Antes no había televisión y la única compañía, el único contacto con el exterior, con la gente de afuera, era la radio” relató Garrote e indicó como emblemática una RCA Víctor modelo 128 de 1939. “Fue de la época de oro de Argentina” dice advirtiendo este servicio era sólo para quienes ostentaban determinado poder adquisitivo.
“Argentina importaba las radios pero era demasiado caro, entonces surgió un oficio llamado radio-armadores, entonces esas radios se armaban en el país con las piezas originales importadas del exterior. Convivían las dos realidades” narró Garrote, quien revive fragmentos de historia en su querido taller, transformado en realidad, en un inigualable museo.

 

 

En primera persona

Mi afición por la radio comienza en mi infancia, cuando jugaba con un receptor a pilas, "una radio Spica", que sólo sintonizaba AM, y pasaba largas horas escuchando música sentado en el umbral de la escalera del patio de la casa y que también desarmaba a diario para intentar descifrar ese misterio que había en aquella cajita de plástico, que parecía tener vida propia.
Un día en mi casa natal, mi padre trajo una radio de madera, valvular, tipo catedral y me contó que esa radio pertenecía a los abuelos y que era el único centro de entretenimiento y de conexión con las noticias, y que en muchas ocasiones mi padre al retornar de la escuela escuchaba atentamente las historias de Tarzán, había que imaginarse la historia sin imágenes, por eso pienso que la radio es un reino de inquietud, donde se puede crear fantasía. Permanentemente se forma un juego entre el locutor y el oyente, en esto tiene que ver la magia de la voz.
Tiempo después ya en la ciudad de Iguazú, en un viaje de visita, mi padre me trae esa radio que para entonces estaba muy deteriorada y sin funcionar, al restaurarla descubrí la noble madera de Nogal que atesoraba oculta debajo de un oscuro barniz, y el brillo del bronce del aro del dial, pero realmente comprendí lo que significaba para mi padre esa radio cuando se emocionó al verla en funcionamiento, a partir de ese momento fue el comienzo de la búsqueda de estos aparatos, para restaurarlos y ponerlos en funcionamiento”.
www.radioiguazuantique.com.ar