Último adiós a Ernesto Sábato

Lunes 2 de mayo de 2011
ErnestoSábato, escritor esencial de las letras argentinas del siglo XX y hombre ateo, polémico, defensor de los derechos humanos, desilucionado de la civilización, pintor de horrendas imágenes oníricas, murió este sábado faltando poco para cumplir los cien años. Sus restos fueron inhumados ayer en el cementerio Jardín de Paz de Pilar, en el marco de una breve ceremonia de la que participaron familiares y seguidores del escritor.
El cortejo fúnebre llegó al predio bonaerense a las 12.55, tras el extenso velatorio que tuvo lugar desde las 17 del sábado en el Club Defensores de Santos Lugares, ubicado justo frente a la casa donde el autor de Sobre héroes y tumbas vivió por más de 60 años y en la que se produjo su muerte.
La escueta, pero emotiva ceremonia que precedió al depósito del ataúd bajo tierra estuvo a cargo de Mario, el hijo menor del escritor, quien tras hablar se fundió en un abrazo con sus hijos y sobrinos.
“Acá están las tres personas que más he amado en la vida: mamá papá y mi querido Jorgito (su hermano fallecido en un accidente en 1983)”, expresó el realizador de películas como El poder de las tinieblas (1981), inspirada en el célebre fragmento Informe sobre ciegos de Sobre héroes y tumbas.
Entre los asistentes al entierro se encontraba la última compañera del autor de Abaddón, el exterminador, Elvira González Fraga, que llegó hasta Pilar acompañada de su hermano, el economista Javier González Fraga.
También estuvieron presentes los hijos del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos y el ex fiscal Julio César Strassera, que destacó de Sabato su labor como presidente de la Conadep. “Fue un intelectual muy generoso. El trabajo realizado por la Conadep se convirtió en la base fundamental del Juicio a las Juntas”, destacó.
“Mi último recuerdo de Ernesto es el silencio. Él estaba yéndose desde hace mucho tiempo. Incluso hace unos años había llegado a preguntar quién era Matilde, su compañera de toda la vida. Fue una larga y penosa despedida”, evocó a su vez la escritora y biógrafa Julia Constenla, quien conocía al escritor desde 1949.
El ensayista Mario "Pacho" O’ Donnell, también presente en el lugar indicó: “estoy muy triste porque Sábato siempre fue muy generoso conmigo. Para mí, hay un antes y un después en la literatura. Esa novela marcó a mi generación porque mostraba las particularidades del porteño medio”.

La despedida de los vecinos
Desde el sábado y hasta la mañana de ayer, decenas de vecinos y allegados se habían acercado hasta el Club Defensores de Santos Lugares para expresar su afecto al escritor, entre ellos el senador Daniel Filmus; el director del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la Unesco, Ignacio Hernaiz, y el candidato presidencial por la Unión Cívica Radical, Ricardo Alfonsín.
“Cuando me muera quiero que me velen acá, para que la gente del barrio pueda acompañarme en este viaje final. Quiero que me recuerden como un vecino, a veces cascarrabias pero en el fondo un buen tipo”, había sido el deseo de Sabato, según relató su hijo Mario.
La presidente, Cristina Fernández de Kirchner, envió una corona y mantuvo diálogos telefónicos con Mario Sábato y con Elvira González Fraga.
Sobre el mediodía, la familia había participado de un oficio religioso a cargo del obispo de San Isidro monseñor Jorge Casaretto y posterior a la clausura del velorio: allí estuvieron  Mario y los seis nietos del escritor.
Sábato fue homenajeado ayer en la sala Jorge Luis Borges de la Feria del Libro en el marco de una actividad organizada por el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires ante la proximidad de su cumpleaños número 100, que se iba a concretar el 24 de junio.


Mi otro padre
Se murió. Y sí, se murió Ernesto, mi otro padre. A sus casi cien años morir no es una sorpresa, pero no es menos pena. Acaso más tranquila ya que es natural a la vida que alguna vez termina. Me enseñó- y no significa que aprendí- a no ser ingrato, a no ceder a la frivolidad, a no escribir sin sentimiento, a no privilegiar la vigilia sino el sueño. Y a no subir un escalón más si todavía no pisé fuerte el escalón de abajo. Junto a él compartí momentos de los cuales siempre me llevé algo, y no sé si lo compensé con alguna migaja.
Es la historia la que después teje la ubicación del muerto en este o aquel lugar, o lo desvanece o lo sepulta. La historia se sabe- es injusta e imperfecta y se cuelan en ella conspiraciones que no siempre la verdad resiste. Hay en la historia héroes que deberían ser villanos. Si por mí fuera a Ernesto lo ubicaría alto. En la literatura, en el pensamiento, en el humanismo y en la política.
De alguien que vive casi toda una vida en la misma y sencilla casa, en Santos Lugares; en el mismo barrio, junto a los mismos vecinos y a los mismos árboles y plantas; de alguien que amó a los perros y los gatos, a los pájaros, a los escarabajos mínimos y los terrones de tierra de su jardín siendo millonario de tentaciones y de rangos, no hay que dudar: hay que cerrar los ojos y entregarse. Siempre lo vi usar durante décadas el mismo par de zapatos porque le gustaban. Es un hombre. Insisto, no "fue" un hombre sino que "es". Porque deja su molde entre nosotros. No hace falta ser culto ni erudito, pero hace falta ser justo- para darse cuenta que era excepcional como es excepcional en la fauna un ejemplar que aún arriesgándose y exponiéndose, y sin traicionarse, inscribe su marca entre muchas. Su récord de supervivencia no es un dato menor: "voy a vivir hasta los cien años. Tengo sangre albanesa", decía cuando ya tenía ochenta. Le faltaron dos meses para cumplir el siglo y nadie podrá decir que no culminó su proeza etárea. Cuando con Borges estuvieron uno frente al otro en 1974, estando yo allí como testimonio, sé de su conciencia del genio del otro, sé de su comprensión de las diferencias vitales que les concernían y de cómo prefirió superarlas para acentuar las coincidencias. Fue fotógrafo y pintor, actor y jardinero. Y resultó natural ser un hombre. Lo único que no fue es mediocre.
*Orlando Barone es autor del libro "Diálogos Borges-Sábato"


La frase
"Las obras que más me interesan de él son ‘El Túnel’ y ‘Sobre héroes y tumbas’ y su actuación en la Conadep”
Elsa Osorio
Escritora



Escritores expresaron su pesar por la pérdida

BUENOS AIRES. Distintos escritores resaltaron a la novela El Túnel como la mejor obra de Ernesto Sábato, destacaron su participación en la Conadep, y coincidieron en señalar que con su muerte, desaparece una generación de escritores cuya literatura marcó la segunda mitad del siglo XX.
“Las obras que más me interesan de él son El Túnel y Sobre héroes y tumbas y, por supuesto, su actuación en la Conadep fue muy importante”, señaló la escritora Elsa Osorio a Télam.
La autora de A 20 años, Luz dijo además que jamás olvidará "su generosidad personal" porque cuando sacó su primer libro le envió "una cartita".  "Esto uno lo recuerda siempre, e independientemente de algunas cosas que no puedan haber gustado en su momento, el hecho de haber encabezado la Conadep, fue un hito fundamental en la historia de los derechos humanos".
Claudia Piñeiro destacó El Túnel como una obra que sigue  recordando a través de los años. “Pero lo que más me impresiona es que con él se termina toda una generación de escritores que nos fue dejando despacito y da pie a la próxima”.
“Me parece que su importancia literaria se puso de manifiesto en el Programa Sur de Traducciones que impulsa la Cancillería argentina, ya que ha sido uno de los más traducidos en el exterior", añadió. Para el escritor Guillermo Martínez, "es una autor que yo leí en mi adolescencia, me parece que tiene una excelente novela que vale la pena seguir leyendo, El Túnel, y de Sobre héroes y tumbas, recuerdo el Informe sobre ciegos, la parte de la muerte de Lavalle, así como algunos ensayos - Uno y el Universo- que en su momento me parecieron muy lúcidos".