Hay futuro para el chamamé

Sábado 7 de mayo de 2011

Pachón Lira brillaba con luz propia. La que le proveía su bonhomía y su amor por la música. Y se encendía cuando sus manos comenzaban a deslizarse por el diapasón de cualquier guitarra, sea eléctrica, electroacústica o criolla. Se sentía muy cómodo tocando lo que raye, la historia era tocar. No se amilanaba para nada frente al desafío de ejecutar una composición de jazz o funk, músicas norteamericanas; pero amaba profundamente la música litoraleña, cuando tocaba un chamamé gozaba viajando vaya a saber dónde, a qué mundos se transportaba. Se fue definitivamente, quedó el recuerdo, un disco inconcluso, muchos amigos y el dolor que cuesta disipar desde que ocurriera el fatal accidente que se lo llevó yendo a Santo Tomé en los primeros días del año.
A partir de ese episodio, que enlutó a la música misionera, ya que era muy, pero muy querido, tocaba y le prestaba su talento a todos, empezaron a llegar los homenajes. El primero, obviamente, y como no podía ser de otra manera, ocurrido en el carnaval santotomeño, del que iba a ser parte; luego en varias citas de musiqueros. Joselo Schuap le dedicó su actuación en el espectáculo de Semana Santa llevado adelante en el Instituto del Deporte.
Ahora si, un gran tributo al brillante instrumentista lo harán hoy dos hermanos, ellos muy jovencitos, Alan y Nazareno Brítez, de tan sólo 16 y 14 años, que han formado un dúo del que está hablando el ambiente chamamesero, Los Hermanos Brítez, dado lo bien que ejecutan el bandoneón y la guitarra, respectivamente. Tan grande e imponente será el homenaje que van a tirar el teatro Montoya por la ventana, poniendo, lo que se dice popularmente, toda la carne al asador.

El guitarrista subió a acompañarlos en una parada brava, cuando se plantaron solitos en el anfiteatro Manuel Antonio Ramírez, en el Festival del Litoral. “Lo homenajeamos por su humildad, su trayectoria, la amistad con nosotros. Fue muy linda esa actuación de 2010. Fue una semana de ensayos fuertes, convivimos mucho, venía a casa, se quedaba a comer. Nos conocimos en una fiesta popular en San Cirilo, Corrientes. En ese encuentro nos propuso tocar con nosotros. Imaginate, no lo podíamos creer”.
Y con varias motivaciones saldrá cita de esta noche en el Montoya, por un lado entablar un gran contacto con la gente, con varios invitados notables. Entre ellos el maestro que reconocen como el que los formó y encaminó en la música, el director de la Orquesta Sadaic, Ricardo Ojeda. Otros grandes consejeros, pero que no estarán esta noche (desde las 22) en el Montoya, es un dúo que como ellos combinan bandoneón y guitarra, Los Núñez. Pero continuando con los ilustres invitados, el gran difusor, casi un antropólogo del chamamé, el ituzaingueño Secundino Martínez, que estuviera el año pasado en el Simposio del Festival de la Música del Litoral. Otros que se sumarán será el ballet de la Escuela Folclórica Retumbo Pampa, el nieto de Tránsito Cocomarola, Gabriel; el grupo Los Encina. En tanto que el bajista Pancho Villasanti, Ramón Zarza y el abuelo de los jovencitos, Roberto Sotelo (voces), ya serán parte del grupo Los Hermanos Brítez.
Más allá del homenaje, la gran excusa será seguir dando a conocer el primer disco que han presentado a fines del Bicentenario, en la Peña Itapúa. Se titula Anhelos y Alan cuenta porqué, antes de que Orlando de una pista: “mi abuela es correntina”. Doña Dominga los estimuló tanto que es a la que está dedicado el CD, añoraba que los nietos sean músicos y si eran chamameseros mejor. Casada con Miguel Brítez, siempre viviendo en Ituzaingó, ya no está, pero desde algún rincón del Montoya seguirá la actuación de Alan y Nazareno. 

 

A los 13 años con el maestro
Alan Brítez, el mayor, cuando tenía 13 años se sumó a la escuela semillero del maestro Ricardo Ojeda y enseguida abrazó el bandoneón. “Él me hizo músico, el bandoneón lo agarré a los 12 años y un año después me fui a la escuela de Ricardo Ojeda, me enseñó todo. Otros grandes consejeros nuestros son los Núñez, nos tiran arreglos, nos enseñan muchos caminos dentro de la música. Mi hermano comenzó a tocar la guitarra hace un año y medio. Debutamos en el Festival de la Energía”.
Alan, por ahora, está apasionado por el chamamé tradicional, tocar temas de Tránsito Cocomarola, de Isaco Abitbol, en el primer disco que han grabado brillan los clásicos, La Calandria, La Taba, La Caú. “El maestro tiene un estilo forjado por la galopa, el chotis, el tango, que también nos gusta, que ejecutamos con él en la Orquesta Sadaic; pero para nosotros queremos tocar chamamé”.
La cuestión se fue presentando vertiginosa. Ya han pasado gran cantidad de festivales, el de la Energía y el de la Yerra (ambos en Ituzaingó), el de Doma y Folclore de Jesús María; pero antes Alan tuvo tiempo de coronarse con el premio Revelación en el Festival Nacional de la Música del Litoral. Esta noche, una demostración  del futuro chamamesero.