En las décadas del 60 y del 70 el Gobierno argentino intentó detener (con variados medios y argumentos) la construcción de represas brasileñas en cauces compartidos entre ambos países.
Para el 1979 sus esfuerzos habían sido inútiles (muchas represas se habían construido aguas arriba del río Paraná, como Jupiá, Ilha Solteira, entre otras) y ya estaba en marcha la tan temida represa de Itaipú, a escasos kilómetros de la frontera con la Argentina.
La represa de Itaipú no es una represa más. Es un gigante entre las represas. La cota de su lago se encuentra a 100 metros por encima de la plaza 9 de Julio de la ciudad de Posadas y el volumen del agua que embalsa es 20 veces superior al volumen embalsado por la represa de Yacyretá.
Conciente del peligro que esto significaba (y significa), el Gobierno argentino encarga a la consultora Suiza Motor Columbus (1979) el estudio y proyecto del Plan de Contingencia contra Grandes Inundaciones, como un elemento de defensa y resguardo de la seguridad nacional.
La consultora Suiza en su estudio recomienda, entre otros puntos, que:
1) La represa de Corpus debía construirse enteramente de hormigón ( no de materiales sueltos) dejando un volumen vacío de 30 metros de altura ( desde la cota 105 msnm -de su lago- debía continuarse con la pared de hormigón y coronarse con cota 135 msnm). Este volumen (transformaría, al río Paraná y sus afluentes, en un gigantesco tanque de agua) sería la primera contención por una falla catastrófica de la represa de Itaipú.
2) Ocupar un 30% de los esteros del Iberá para volcar en ellos caudales excedentes del río Paraná y desde allí, más lentamente, evacuarlos por sus ríos drenadores y una canalización especial que permita hacerlo a través del río Aguapey.
3) La construcción de la represa de Yacyretá se convertía en un eslabón necesario para la transferencia de caudales indicada en el punto anterior.
De esta forma se habían salvado del desastre (en el proyecto) a todas las ciudades costeras del río Paraná (argentinas y paraguayas) y en especial a las poblaciones del sur de la provincia de Misiones (Candelaria, Garupá y Posadas) las que por ser las de menor altura de la provincia serían impactadas con mayor fuerza por las aguas y tendrían, desde una alerta temprana, el menor tiempo disponible para una evacuación sorpresiva a realizarse en cualquier horario.
Este salvador Plan de Contingencia proyectado sufrió varios reveses a través del tiempo.
El primer revés fue en año 1989 cuando Argentina y Paraguay firman el acuerdo internacional para la construcción de la represa de Corpus Christy por concesión de obras a capitales privados. Por ende, las obras “extras” como las destinadas a la seguridad nacional, no fueron explicitadas oportunamente, cosa que se evidenció en el Proyecto Ejecutivo realizado por la consultora internacional Harza y Asoc., que no contemplaba nada de lo indicado en el Plan de Contingencia.
En el año 1996 los ciudadanos misioneros, convocados a un digitado plebiscito, votan masivamente en contra de la represa de Corpus como una forma de castigar al Gobierno nacional por la corrupción de Yacyretá (y su olvido de Misiones) y sin saber que, en su desconocimiento, se estaban castigando a sí mismos. Esta desinformación ciudadana causó el segundo golpe a la seguridad de todos.
Como consecuencia de este plebiscito se estudiaron otros emplazamientos para la represa de Corpus a la vez de reducirlo en costos ( 1.000 millones de dólares menos) cambiando las turbinas Kaplan por turbinas Bulbos (más baratas) y reduciendo las obras civiles a un mínimo que la tornan incapaz de contener exceso de caudales importantes y, por ese motivo, sumamente vulnerable a su destrucción. Este fue el tercer golpe a la seguridad nacional sumando otro caudal, al de Itaipú colapsado, en un efecto dominó que nadie previó.
Sobre el río Uruguay la situación no es muy distinta. La represa de Itapiranga (la “Itaipú” del río Uruguay) sugestivamente aún no fue construída y estará ubicada a 8 Km de la frontera con Argentina, dentro de Brasil. Los brasileros hicieron lo que quisieron dentro de su país y con la construcción de Itapiranga no será la excepción.
El Plan de Contingencia prevee el traspaso de caudales desde el río Uruguay hacia el río Paraná utilizando la cota de la represa de Garabí (que lo permite) por lo que no es aconsejable una reducción de cota por desdoblamiento .
Tenemos más para ganar que para perder con las represas en suelo misionero. Pero estas obras deberán tener como finalidad primera y principal la de la seguridad de las ciudades misioneras y por extensión las del resto del país. Y, como si fuera poco, esta seguridad se pagará con la energía eléctrica que ellas mismas generen.
En Misiones, mientras tanto, el rédito proselitista pasa por estar en contra de las represas y se sigue analizando la conveniencia de sus realizaciones desde sus costos (hasta los más inverosímiles) y no como seriamente se debe analizar que es desde sus fines (olvidan el principal).
Las represas son emprendimientos multipropósitos, tienen más de un fin pero siempre existe uno principal y otros secundarios. Si resignamos fines, o los alteramos en su jerarquía, no podremos hacer una valoración correcta de los costos.
Reitero: el correcto análisis de la conveniencia de una represa comienza por evaluar su necesidad, cuáles serán sus beneficios y si va a paliar, eliminar o mitigar las necesidades de la población que la origina. Posteriormente, una vez determinada su necesidad, se procede a la evaluación de los costos. Siempre la evaluación de los costos es relativa a las necesidades a mitigar.
Los brasileños se jactan de poder inundar Buenos Aires cuando lo deseen. El Ministerio de Defensa de la República Argentina debería sacar, del oscuro cajón donde se encuentra, al Plan de Contingencia Contra Grandes Inundaciones antes que las represas misioneras estén construídas y ya no sirvan para tal fin . Las represas misioneras son de vital importancia para la seguridad del país si se las construye apropiadamente.
Ingeniero José Luis Prado
Posadas