Dramaturgia por el héroe desaparecido

Viernes 23 de julio de 2010
Autora e intérprete. | Marchesini y Pizarro, para una puesta minimalista y conmovedora trazada en dos planos.

El teatro suele ser “el deseo de transformar al público y de subordinar el arte a una visión ética o ideológica”, escribió el investigador francés Patrice Pavis. “Es didáctico todo teatro que pretende instruir a su público, invitándole a reflexionar sobre un problema, a comprender una situación o a adoptar una determinada actitud moral o política”, señala el mismo autor.
Con esa raigambre didáctica apuntada por Pavis, la obra teatral Un poco de mí, Andresito, apunta necesariamente a la decisión política de hallar los restos del prócer Andrés Guacurarí, por quien existen varias especulaciones respecto a su último paradero.
Es “el primer desaparecido en la Argentina”, define la dramaturga y directora Lilia Tiki Marchesini, autora de Un poco de mí…, inspirada en la figura del máximo héroe de la región. La artista parafrasea a Juan González, integrante de la Comisión pro Repatriación de los restos de Andresito, y quien elaboró un proyecto presentado en la Cámara de Diputados de la Nación.

La obra de Marchesini cita en algunos párrafos ese texto legislativo, que sugiere además restituir y reconocer el grado militar de Comandante General a Andrés Guacurarí.
Con el postulado de González, Marchesini planteó el mismo interés, con la inquietud de dos mujeres ficticias. Este monólogo interpretado por la actriz Mariana Pizarro traza dos paralelos históricos, ubicándose sutilmente en el papel de una diputada, por un lado, y una antigua habitante de la región misionera por el otro. Una está comprometida con buscar y encontrar los restos mortales del sustancial prócer; la otra, representa encuentros accidentales con el militar guaraní, a quien admira.
Ambas evocan a Andresito como figura esencial de la liberación histórica del pueblo de las Misiones. La idea de Marchesini, fue abordar el tema histórico desde el punto de vista de dos mujeres. La diputada, difunde con solemnidad administrativa la importancia de alumbrar el último capítulo de este hombre, de quien no se tuvo rastro hasta que liberado de una cárcel en Brasil.
La puesta de Un poco de mí…,  logra crear las atmósferas íntimas de ambas féminas para una dialéctica de contraste, en medio de la línea histórica imaginaria. Una parece ser una nativa correntina, que convive en un clima ribereño, adonde se encuentra casualmente con Andresito; la otra sube a un estrado para invocar un proyecto de repatriación, amén de encontrar el paradero del héroe aborigen.
La puesta sencilla, sumida con escenografía minimalista, confiere la atención precisa a la interpretación de Pizarro, una artista que compone ambos personajes con estudiada soltura.
La idea es promover “desde el Gobierno Nacional una comisión de investigación para descubrir dónde están los restos de Andresito y que posibilidad  hay de encontrarlos, porque hay muchas versiones, de Francisco Machón, de Alejandro Larguía, de Graciela Cambas. Cada uno va buscando deducir su final. Son los fantasmas que propone la obra, con tipos de luces que se muestran junto a muchas sombras, como es la realidad de Andresito”, reflexionó Marchesini con El Territorio. “Para nosotros, la importancia es despertar el interés en la comunidad y que alguna vez tengamos más datos de qué paso con él”, apuntó la directora.
Un poco de mí, Andresito se podrá ver mañana a las 22 y todos los sábados de agosto, en Sala Uno, por calle San Martín 1644.

 

 

El mito de un destino final incierto

El 17 de junio de 1821 zarpa desde Río de Janeiro el bergantín inglés “Francia”, llevando a Montevideo a los prisioneros artiguistas que eran liberados por gestión del embajador español Conde Casa Flores, no siendo Andresito (imágen: pintura de Gerónimo Rodríguez) de la partida. Ante el reclamo del Conde Casa Flores por la ausencia del jefe indio entre los liberados, le responden que antes de embarcarse fue nuevamente destituido por participar en una gresca callejera y desde entonces no se conoce su destino final, convirtiéndose en un desaparecido político social del siglo XIX.
Es por eso que, en la desaparición de Andresito, se ve reflejada la desaparición de tantos luchadores indios que pelearon en la gesta emancipadora americana. El 1 de junio del 2005 es aprobado por el Senado de la Nación el proyecto de repatriación de los restos del Comandante Andresito - impulsado por la organización Flor del Desierto- , y se recomienda la incorporación del tema en la agenda de de la Comisión Bicameral del Mercosur. En septiembre del año pasado se propone a Diputados de la Nación el reconocimiento y restitucion del grado de “Comandante General” a Andres Guacurarí y Artigas.

 

 

No es un compromiso panfletario

Cuando los textos entran en ese camino que puede parecer una crónica, pueden tergiversar la teatralidad de un planteo escénico. Y ahí surge el Director bien plantado. La actriz, o el actor que no boludean y están con el compromiso a flor de piel. No el compromiso panfletario. Sino, el otro. El de la vida por la vida. Leí (la dramaturgia de “Un poco de mí, Andresito”) y recordé una frase de Tolstoi el otro día ( O como afirmaban nuestros habitantes originarios: “Un día entre los días”) que decía “La felicidad no es hacer siempre lo que uno quiere, sino querer siempre lo que se hace”.

 

Alberto Drago
Dramaturgo y docente teatral