El posadeño que pasó de playboy adinerado a criminal más buscado

Viernes 25 de marzo de 2005
Su última aparición. | El posadeño fue arrestado junto a su novia y a otro hombre el 10 de marzo, en Corrientes. | Foto: Gentileza Diario Epoca
A fines de la década del 70, ser amigo del joven Luis Raúl Menocchio era un símbolo de distinción, que oficiaba de credencial de ingreso a la alta sociedad posadeña. Su padre era uno de los hombres más ricos y de más influencia en la provincia. Por eso, el muchacho flaco y tartamudo siempre estaba rodeado de chicas y chicos.
El ahora temido y odiado Gusano nació en la tierra colorada hace 43 años. Pasó su niñez en una cuna de oro. “El Niño Raúl”, lo llamaban tanto parientes como allegados que estaban encargados de criarlo. También así lo conocían sus vecinos del sector del microcentro que lo vio crecer entre algodones en los 60.
Los Menocchio vivían sobre la calle 3 de Febrero, cerca de la escuela Normal Mixta “Estados Unidos del Brasil”. Conformaban una familia para la que la palabra privación era algo desconocido, increíble, irreal. Todos los lujos que un ser humano podía darse formaban parte de la vida cotidiana de ellos. Un conocido contó que, por ejemplo, fueron integrantes del privilegiado lote de posadeños que adquirió la primera tanda de heladeras que aquí salió al mercado.
En ese entonces, el refrigerador se exhibía como un adorno exótico y los padres de Luis Raúl tenían una en el living, a la vista de quienes los visitaban.
Eran los únicos que tenían un yate en Posadas. Y los memoriosos evocan que el jefe de la familia, Don Raúl, en una ocasión, le obsequió a su hija Luz María un viaje en crucero para recorrer distintos países del mundo. Ella, acompañada por su madre, zarpó en la embarcación de sueños desde el puerto de Nueva York.
En el árbol genealógico, los primeros Menocchio aparecen en territorio misionero alrededor de 1920. Los abuelos de Luis Raúl se instalaron cerca de Santo Pipó, donde fundaron la empresa yerbatera que cimentó su fortuna y la de las generaciones siguientes.
El Gusano cursó sus estudios primarios en una escuela céntrica. La secundaria la hizo en la Industrial, actual Epet. Dicen quienes compartieron la adolescencia con él que había caído al mejor establecimiento educativo para su nivel de inteligencia. Podía armar y desarmar electrónicos como quien colocaba en su lugar cada pieza de un rompecabezas en tiempo récord. Ni hablar de las matemáticas, que para él nunca tuvieron secreto alguno.
A medida que crecía, se daba cuenta de dónde estaba parado. Sabía que su padre, el exitoso empresario Raúl Menocchio, era uno de los más potentados hombres de negocios de la provincia, pero nunca imitó el perfil bajo de su papá. Todo lo contrario, sus movimientos, recuerdan quienes formaron su séquito durante años , eran de alguien soberbio, que en cada momento hacía gala de los muchos billetes que había en las arcas de la familia.
“Si salía una nueva marca de zapatillas, él no tenía un par, sino nueve, de distintos colores. Lo mismo con la ropa. Su billetera siempre fue la envidia del pueblo. En los bailes en los que había que pagar algo, contaba su plata, que siempre era abundante, delante de todos. Todos querían ser amigos de él, porque estar con Menocchio hijo era formar parte de la crema posadeña”, confió un posadeño que conoce muy bien al hombre del que habla todo el país por los crímenes con los que estaría vinculado.
A los catorce años, Luis Raúl se movía en el Ford Fairline con los asientos tapizados en cuero. El coche, para esa época, era “lo más”.
El muchacho nunca tuvo problemas para relacionarse con los demás. La tartamudez que lo aquejaba, sobre todo cuando estaba nervioso, jamás fue impedimento para su conquistas amorosas de estudiante. Sus amigos de la adolescencia coincidieron en describir que era lúcido, rápido, inteligente, simpático e inquieto. Nunca notaron en él algún impulso asesino, ni hacia el consumo de drogas.
Lejos ya había quedado el apodo de “El Niño Raúl”, cuando El Gusano armó las valijas y se instaló en Resistencia, a fin de seguir una carrera universitaria. “Qué iba estudiar o estudió es algo que sólo saben sus íntimos. Yo tengo la convicción de que jamás agarró un libro, sino que fue a divertirse”, apuntó el mismo informante que recordó la anécdota de las zapatillas de distintos tonos.
Nunca se supo si desde el Chaco trajo algún título, sí volvió con una chica llamada Carolina, con quien pese al pataleo de los padres de ella, se casó y tuvo a sus dos únicos hijos, al menos reconocidos como la ley manda.
La muchacha, hermosa y adinerada, integraba una de las familias más tradicionales de Resistencia. Sus papás nunca consintieron la boda. Es más, el padre no estuvo presente en la ceremonia. Nunca perdonó a su yerno ni a su hija que ambos prácticamente hayan escapado hacia Misiones para unirse en matrimonio.
A pesar de que Posadas no le gustaba para nada, Carolina se quedó a vivir acá.
Tiempo después, cuando los Menocchio abandonaron la Argentina, siguió a su marido hasta el Paraguay. Pero la unión no soportó las aventuras de Luis Raúl y la mujer volvió al país. Regresó a su Chaco natal, donde reside actualmente, al igual que sus hijos.
En los primeros años de los 80, el Establecimiento Yerbatero Menocchio, que contaba con más de 500 hectáreas sembradas, fue acusado de uno de los mayores fraudes de la historia provincial, en perjuicio de la extinta Comisión Reguladora de la Producción y Comercialización de la Yerba Mate. La firma habría vendido yerba que ya había prendado a la Crym. Es decir, se sospecha que comercializó producción por la que ya había cobrado.
El padre de El Gusano fue culpado también de haber cobrado un cheque al descubierto en el Banco Nación por 12 millones de pesos de esa época. Sin embargo, hay quienes creen que Luis Raúl estuvo detrás de esa operación y de otras, que habrían sucedido en esos días.
Lo cierto es que luego de la estafa, que dejó pedaleando en el aire al Mercado Consignatario y a la deriva a los alrededor de 400 empleados de la yerbatera, los Menocchio abandonaron el país. El escándalo rompió en pedazos la reputación de papá Raúl, quien incluso había llegado a ser en 1975 presidente del Banco Provincia y hasta legislador.
El establecimiento quebró. En su época de gloria, llegó a tener  600 hectáreas sembradas, un secadero totalmente automatizado, dos depósitos de almacenaje de 40 por 20 metros cada uno, viviendas para el personal, y hasta un puerto propio, que más tarde se llamaría “Puerto Menocchio”.
Luz María, la hermana de Luis Raúl, debió dejar de lado sus estudios de abogacía para sumarse a sus papás en el exilio. Años después se supo que el matrimonio y la hija se instalaron primero en México y luego bajaron al Paraguay, donde todavía residen.
El Gusano, en tanto, se radicó en el Brasil. Vivió durante una buena temporada en un hotel cinco estrellas de Río de Janeiro. Una vez que se cansó de la ciudad carioca, se unió a los suyos en Asunción, una urbe que siempre aborreció, pero que lo cobijó como a un hijo.

La segunda parte
En suelo paraguayo, Luis Raúl se relacionó con lo mejor y lo peor del jet set guaraní. Irrumpió en la escena farandulera asuncena cuando promediada 1992. Se presentó en sociedad como un acaudalado empresario argentino que había llegado al país para invertir cifras millonarias.
Se siguió moviendo con la opulencia de sus mejores años de juventud. Cosechó una cartera de amigos de todo tipo. La noche fue su mejor aliada. Nunca se lo vio solo, siempre lo acompañaban hermosas mujeres, en su mayoría modelos. Para entonces, su esposa ya se había separado de él.
El círculo en el que se movía lo vinculó con políticos de primera línea y hombres de negocios con mucho poder.
Aunque se cree que su adicción a la cocaína se inició poco antes del megafraude de su padre, un viejo conocido sostiene que su apego a la droga blanca comenzó cuando se instaló en el Paraguay.  “Fue lo peor que le pudo pasar. Años después, cuando lo vi en una de sus visitas a Posadas, estaba distinto, la coca lo había ganado”, graficó.
En sociedad con ex oficiales de la Policía Nacional, y el padrinazgo de funcionarios del Gobierno, fundó la firma Sistema de Área Protegida y Transporte de Caudales. La SAP llegó a ser la empresa de seguridad más importante de la vecina nación. En su auge, contó con 200 guardias, equipados con un verdadero arsenal, que despertaba la envidia hasta dentro de las fuerzas del orden.
Pero tan vertiginosamente como había ascendido, la empresa quebró. Poco antes, llamativamente varios de sus transportes de caudales fueron “asaltados” y saqueados en momentos en que llevaban muchísimo dinero. Los vigiladores quedaron en la calle. Entre los que siguieron el derrumbe de la empresa siempre quedó fija la idea de que el emprendimiento había sido montado en realidad para lavar dinero proveniente de negocios turbios.
Menocchio, ya separado desde hacía tiempo de su núcleo familiar, adquirió mansiones en distintas poblaciones, como la exclusiva San Bernardino. Compró yates, los más costosos coches y varias 4x4.
El paso siguiente en su carrera como empresario fue el lanzamiento de una red de empresas de canales de cable a lo largo y a lo ancho del Paraguay. Habría llegado a tener cerca de 20 filiales.
En esos años, iba de un lugar a otro en un jet privado y lo cuidaba una legión de guardaespaldas.
Pero otra vez el negocio se vino a pique. Lo denunciaron por haber comercializado de manera clandestina la señal de HBO Premium.
Para cuando descubrieron su artimaña, todo Asunción conocía las fiestas que organizaba el misionero. Algunas, dedicadas a la más alta sociedad, llegaron a tener invitados de la talla de Nicolás Repetto; la entonces esposa de éste, Reina Reech, y el actor Juan José Camero, confió un amigo del posadeño.
Otras, organizadas para gozo personal, habrían reunido hasta a quince prostitutas y taxi boys, además de los más oscuros allegados de El Gusano y la infaltable variedad de bebidas alcohólicas y drogas.
“Era un aficionado a las fiestas negras. Le daba igual llevar a la cama a hombres o mujeres. Si lo visitaba uno de sus amigotes, mandaba traer a cinco prostitutas para darle la bienvenida. Si a su casa caían cinco conocidos, podía contratar hasta a quince locas. También en sus incursiones en Posadas organizó algunas orgías”, afirmó un abogado del foro local que también conoce muy bien a Menocchio.
Mente brillante dedicada al mal
Otro allegado, que reconoce haber tenido contacto con El Gusano, añadió que en los últimos años el hombre se había vuelto “perverso, repugnante, una mente brillante dedicada al mal”.
El abogado agregó que, en los últimos años, Luis Raúl también se había  puesto muy violento. Recordó que Menocchio pasó la Navidad del 2003 en la céntrica residencia de un conocido en Posadas. Dijo que El Gusano, en determinado momento, comenzó a golpear a su novia, Karina Riveros, y uno de los presentes intentó interceder. Entonces, él lo atacó con una botella rota.
Hay rumores de que como su capital comenzó a descender, Menocchio se asoció a cárteles del narcotráfico. Y que las organizaciones le habrían asignado la misión de lavar dinero. De esas operaciones, se cree, él quedaba con jugosas comisiones.
Si bien el misionero estuvo preso por el fraude de las señales por cable y otras maniobras ilícitas que lo habrían tenido como protagonista, el riesgo cierto de pasar muchos años tras las rejas le llegó  el 27 de agosto del año pasado, cuando encontraron muertos en un arroyo ubicado en las afueras de Asunción (en el distrito de Fernando de la Mora) al comerciante formoseño Eduardo Maciel (56), dueño del pub Puerto Madero, y a su empleada Graciela Méndez (22).
El hombre y la chica fueron vistos por última vez el 16 de ese mes cuando salieron del local en compañía de Menocchio y Riveros.
Maciel y Méndez habían sido ejecutados a tiros (efectuados con un revólver calibre 22). Sus cadáveres se encontraban en el interior de tambores de 200 litros, que habían sido sellados con hormigón.
La hipótesis del fiscal paraguayo que investiga el doble homicidio, José Luis Silva, indica que Menocchio perdió jugando al pool o al póquer en lo de Maciel algo así como 300 mil dólares y que ultimó al formoseño para no pagar lo adeudado. Méndez, de acuerdo con esta línea, fue silenciada para que no hablara.
Sin embargo, el propio Gusano le dijo a su actual abogado, Ernesto González, que el comerciante fue acribillado porque no habría hecho bien los deberes en una operación de lavado de dinero. Deslizó que lo mataron por unos 100 millones de dólares que “habían quedado como en el aire”.
Tras el brutal doble asesinato, el posadeño y Riveros desaparecieron. Lo que se sospecha es que se separaron al poco tiempo de sucedido el hecho. La chica fue arrestada el miércoles en Buenos Aires (Ver página 35).
La Justicia libró una orden de captura nacional e internacional contra Menocchio. Incluso pidió a la Interpol que lo ubicara.
Pero fue si como al Gusano se lo hubiera tragado la tierra. Hubo versiones de que lo vieron en San Pablo, Brasil; en México, y también en Posadas.

El hombre nuevo
Durante la clandestinidad, el hombre se sometió a una serie de cirugías estéticas para cambiar su fisonomía. Dicen que quería ser un hombre nuevo y casi lo había logrado, bajo la identidad de Hugo Jara.
Pero otra vez su nombre apareció relacionado con un horrendo asesinato, el del productor de cine y televisión Claudio Javier Nozzi (46), cuyo cadáver apareció baleado en el río Paraná, frente a las costas de Itatí, Corrientes, envuelto de cadenas y candados y sujeto a un ancla.
“Jara” y Nozzi habían partido de Buenos Aires hacia el Litoral en un vehículo Chrysler Caravan a principios de marzo. Mientras ellos hacían el viaje, el capitán Vicente Astorga tripulaba hacia Corrientes un lujoso yate que uno de los dos hombres había comprado en 300 mil dólares. El 4 de marzo, el marino y un ayudante anclaron el bote en la zona conocida como Rezpecki y luego se marcharon.
El 5, el misterioso Jara y el productor pisaron el yate. Hasta brindaron en él.
Dos días después, Nozzi abandonó el hotel de la ciudad de Corrientes en el que se alojaba. Fue la última vez que lo vieron con vida. Con su tarjeta pagaron una habitación en un hotel de Encarnación, Paraguay. Se cree que cuando se produjo esa registración, él ya estaba muerto.
El jueves 10, la Prefectura de Itatí halló su cadáver. A trece kilómetros de allí, alrededor del yate Trasulag II, Jara y su nueva novia Graciela Heredia hacían esquí acuático.
Sobre la nave, el supuesto cocinero del barco, Luis Ramírez, recibía la visita de dos efectivos de la División Antisecuestros de la Policía Federal, que estaban buscando a Nozzi luego de que la familia de éste denunciara preocupada que el productor no se había comunicado con ella en días.
Los parientes del productor habían decidido alertar a la PFA porque Nozzi tenía miedo de que lo secuestraran y siempre decía que cuando salía de viaje llamaría a los suyos, al menos una vez por día, para avisar que estaba bien.
La PNA llegó al rato a la embarcación y detuvo a todos sus ocupantes. Jara y su pareja corrieron la misma suerte.
Los federales fueron liberados, pero el resto continúa en prisión. Con el correr de los días se supo que Jara no era Jara, sino Menocchio. También que no se trataba del secretario del cineasta. Y Ramírez no era sólo el cocinero, también oficiaba de guardaespaldas de Menocchio.
Antes de que lo descubrieran, El Gusano había declarado ante la jueza que investiga el caso, Laura Varela, que Nozzi se dedicaba al lavado de dinero y que lo habían matado en una de esas maniobras, en la que había en juego 10 millones de dólares.
Para los investigadores está claro que la víctima y Menocchio se conocían y que casi con seguridad estaban inmersos en algo turbio.
El Luis Raúl al que ubicaron en Corrientes, teñido de rubio, con los pómulos operados y las cejas afeitadas, poco tiene que ver con el adolescente envidiado que era en los 70, cuando todos querían ser sus amigos.


La evolución del Gusano a través de los años
Menocchio también está en la mira por el crimen del maderero de Eldorado Juan Rotharmel (53), asesinado a balazos en noviembre del 2002.
El Gusano habría ultimado al empresario por diferencias que habría tenido cuando éste adquirió tierras de la quiebra de Menocchio padre.
En el Paraguay, el posadeño era conocido por sus prácticas mafiosas. Hay versiones que indican que hasta hacía seguir y filmar a los abogados de sus rivales en las distintas causas penales en las que estaba involucrado. En el vecino país tiene causas por estafa, defraudación, lesión de confianza, violación del derecho de autor, lesión corporal, desaparición de personas y doble homicidio.


Ejecución en el yate
Según la agencia de noticias Télam, la pista que siguen los investigadores del caso Nozzi apunta a la siguiente secuencia y cronología de los hechos:
- El sábado 5 de marzo,  el productor y su amigo íntimo, secretario y socio, Menocchio, abordaron por un breve tiempo un yate, propiedad de la víctima, cuando la embarcación ya estaba en Corrientes.
Brindaron a bordo del yate y se sacaron fotos bajo el puente General Belgrano.
Nozzi y Menocchio habían sido trasladados al bote en el gomón que acompaña al barco, y por ese mismo medio retornaron a tierra y volvieron a su alojamiento en el Hotel de Turismo.
- A partir de algunas pruebas recogidas en las últimas horas, se determinó que ambos partieron juntos en un remís el lunes 7 al mediodía desde el hotel hacia la zona donde estaba la embarcación.
No se estableció aún por qué tanto Menocchio como Nozzi se movían en remís, teniendo en su poder una camioneta Caravan.
- La principal hipótesis dice que Nozzi y Menocchio abordaron de nuevo el yate, le dijeron al custodio y cocinero Luis Ramírez que los dejara solos porque tenían que tener intimidad.
Según esta línea de investigación, El Gusano asesinó al productor en el barco -no se sabe por qué- y  llamó a Ramírez para que lo ayudara ocultar el cuerpo y luego deshacerse de él.
La víctima habría sido ejecutada a balazos en un sillón del Trasulag II, anclado frente a Itatí, Corrientes, y el cadáver ocultado durante al menos 24 horas en la sala de máquinas de la embarcación.
Ayer se supo que los pesquisas comenzaron a buscar a Néstor Hugo Ramírez (hermano de Luis), sindicado como el tercer sospechoso que habría participado directamente en el asesinato.
Néstor fue quien viajó junto al remisero Pedro Acosta y un chico de 17 años a la ciudad de Posadas, donde adquirieron, entre otros elementos, una hidrolavadora con la que efectuaron una “limpieza profunda” del yate, con la aparente intención de borrar huellas de homicidio.
Los investigadores creen que Ramírez había viajado junto a Nozzi y a Menocchio por tierra hasta Corrientes. Estiman que, el sábado 5, él también estuvo en el brindis por el primer viaje que había hecho la nave.