Moshe: El niño místico de la universidad

Miércoles 28 de mayo de 2008
Se acerca la conclusión del año escolar en Los Ángeles, y Moshe Kai Cavalin se prepara para los exámenes finales de matemáticas avanzadas, idiomas y música. Tiene diez años y mide 1,38 metros. Sus piernas no llegan al suelo sentado en un sillón, pero nada le impide ser un niño prodigio. “Estoy estudiando estadísticas”, dice quien alterna timidez con y evidencia de precocidad.
Si mantiene sus actuales calificaciones y cumple con los requisitos que le quedan, espera pasar dentro de un año del programa universitario de dos años que cursa actualmente a otro de cuatro. Su objetivo es convertirse en  astrofísico.
Uno de sus mayores intereses son los “agujeros de gusano”. “Al igual que los agujeros negros, absorben partículas y las hacen viajar a velocidades superiores a la velocidad de la luz, lo que anula la fuerza de la gravedad”, explicó.
Pero primero debe atender necesidades más inmediatas, como sus tareas de estadísticas. Más tarde practicará mandarín con su madre Shu Chen Chien. Acto seguido ensayará piano en clase de música.
Cavalin tiene interesantes antecedentes familiares. Su madre nació en Taiwán y su padre, Yosef Cavalin, en Brasil, hijo de italianos. El padre y él hablan español, portugués, italiano, inglés, hebreo y mandarín, pero admite que a su hijo “el acento mandarín es mucho mejor”.
Yosef se preocupa por lo que puede suceder en el examen de piano. Hace poco su hijo se fracturó un brazo practicando artes marciales, disciplina en la que ganó también varios trofeos.
“Se avecinan los finales y no puede tocar con las dos manos. Tendrá que usar solo la derecha”, expresó.
A juzgar por sus antecedentes, el muchacho encontrará la forma de salir adelante. Ingresó a la universidad hace más de un año y tiene las calificaciones más altas posibles, A plus en álgebra, historia, astronomía y educación física.
Aunque no sea el estudiante universitario más precoz de la historia, ese título le corresponde a Michael Kearney, que hoy tiene 24 años y terminó antropología en la Universidad de Alabama a los 10, los profesores de Moshe dicen que el suyo es un caso especial: “Nunca tuve un alumno tan joven con los pies sobre la tierra como Moshe”.
Con ocho años cuando se anotó en la clase de álgebra intermedia de Guajao Liao en el 2006. Al final del curso, el muchacho ayudaba a estudiantes de 19 y 20 años. “Les dije a sus padres que tenía mucha más facilidad para estudiar que lo normal, que debían ponerlo en cursos más avanzados”, recordó Liao.

Niño común
Los padres no lo consideran un genio. Dicen que es un niño común y corriente, que disfruta del estudio tanto como del fútbol, las películas de Jackie Chan y colecciona autitos de juguete y gorras con tigres. El muchacho nació en el Año del Tigre del calendario chino.
Cavalin sabe que su coeficiente intelectual es muy alto, pero no habla del tema. Afirma que otros estudiantes pueden conseguir los mismos resultados si se aplican.
Sus padres dicen que nunca pensaron anotarlo en la universidad a los ocho años y que intentaron colocarlo en una primaria a los seis.
“No me aceptaron porque sabía más que la maestra y decían que me aburría mucho”, dijo el niño.
Los padres comenzaron a educarlo en la casa, pero al cabo de dos años decidieron que lo mejor sería inscribirlo en la universidad.
Las autoridades educativas de lo aceptaron en principio en dos clases, matemáticas y educación física. Cuando logró las calificaciones más altas posibles, lo anotaron en otras. “Tiene gran facilidad para entender las cosas”, comentó Judge, su profesor de estadísticas. “La mayoría de los estudiantes piensan que las cosas son más difíciles de lo que en realidad son y crean bloqueos mentales que hacen que todo resulte más complicado. Moshe no tiene bloqueos, lo comprende todo. No es nada místico, pero sí sorprendente”.