“Por la crisis, la mujer trabaja a la par del varón, y en vez del varón”

Miércoles 1 de septiembre de 2004

María Lucila Colombo, tucumana cofundadora del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (Sacra), maneja desde el Consejo Nacional de la Mujer proyectos regionales de capacitación para mujeres interesadas en el sector productivo, básicamente orientados a formular planes de producción y negocios sustentables en el tiempo. En Posadas, donde presidió uno de los seminarios de capacitación, Colombo recordó que en un tercio de las familias argentinas la jefa es mujer, y que de ese porcentaje, en el 85 por ciento no existe un varón.

Están apostando fuerte a la inserción de la mujer en el sector productivo, ¿es un proyecto sostenible en el tiempo, en un contexto tan competitivo como el actual?
Lo de sostenible en el tiempo no sólo tiene que ver con el mercado externo y el desarrollo local, sino en considerar que mujeres y varones son diferentes y tampoco tienen la misma inserción. No obstante esas diferencias, queremos encontrar respuestas y soluciones que permitan continuidad en un emprendimiento, sabiendo que no se tienen en cuenta las responsabilidades familiares de la mujer, que le insumen tiempo y dedicación. Esto no les pasa a lo varones, que siempre tienen cubierta la retaguardia en el ámbito doméstico por la tarea de la mujer que, en cambio, no puede hacer lo mismo.
Por la crisis, muchas mujeres han salido a la calle a trabajar a la par de los varones, o en vez de los varones. Si bien algunos varones lo están reconociendo, lo cierto es que a la mujer le falta mucho para estar equiparada, con dificultades para progresar y, aunque consiguió instalar algunos temas que la afectan como el acoso sexual y su responsabilidad familiar, quedan muchos problemas irresueltos.

Muchos todavía encasillan el papel de la mujer en el ámbito privado exclusivamente, a pesar de que trascienda a lo público...
Sigue en la mentalidad de la mayoría de la gente que ciertas cosas son exclusiva responsabilidad de la mujer, y que el varón ayuda y a veces comparte el trabajo doméstico. Por esto, la mejor manera que tiene una mujer de llegar a una situación destacada no es denostando el trabajo del varón, sino mostrando lo importante que es su trabajo para la familia y la sociedad. La mujer, como el hombre, son la misma persona en el mundo privado y en el público, pero el hecho de que el mundo de lo privado haya sido considerado específicamente familiar y con poca participación con responsabilidad de los varones,  condicionó el ingreso de la mujer al mundo público. Somos un país con legislación progresista y moderna, que además  está impulsando una ley para humanizar el parto, una óptica a la que no estamos acostumbrados.

Existe legislación abundante, pero sigue en los papeles...
Desde la época de Juan Domingo Perón se instaló que a igual trabajo igual salario, pero no se cumple y se acepta con naturalidad que no se cumpla. Se acepta como natural que la mujer sea la que tenga que cocinar o levantarse de noche para atender al hijo. Son hechos que construyen culturalmente y consiguieron que el varón se prive de disfrutar muchas de las ventajas de lo que es la dedicación familiar, y que la mujer tenga que batallar muy duramente para conseguir su lugar en el mundo de lo público. El varón y la mujer están obligados ahora a enfrentar la realidad y a replantearse su contrato de convivencia y de relación. Por lo menos es una oportunidad, pero depende de qué hagamos con ella, si miramos para otro lado e ignoramos que mujeres y varones tenemos una inserción familiar diferente, o si creemos que es diferente y que podría ser equitativa, pensando además en otro sistema de valores. En parte eso es lo que es diferente, no importa tanto qué tarea se hace, importa si la tarea es socialmente tan valiosa como la que hace el varón.
Cuando una mujer pide trabajo le preguntan si es casada, si tiene hijos chicos, si está de novia, si se va a casar, es una barbaridad, pero ocurre. Son los cambios culturales que se necesitan y hay que trabajar sobre ello.

Por allí se considera al Consejo de la Mujer muy próximo al justicialismo...
No está dentro del movimiento justicialista. Cuando se plantean los derechos de las mujeres a nadie se le cierran las orejas pensando que es una cosa del sector femenino, cuando se habla de los derechos de las mujeres se está hablando de la posibilidad de construir una sociedad más democrática, más inclusiva.

¿A qué edad se integra la mujer a movimientos como los que generan ustedes?
En una medición del trabajo doméstico en Buenos Aires, entrevistamos a 1500 mujeres a partir de una distribución representativa y de 14 años para arriba, edad en la que la mujer tiene responsabilidades en tareas domésticas y algunas afuera de casa. Las mujeres y los varones tienen en cada edad cierta preponderancia de intereses en una sociedad heterogénea, pero desde muy chiquita la incorporación social de la mujer es diferente a la del varón. Algunas veces es razonable que sean diferentes, y otras tienen mucho que ver con la cuestión cultural. Sobre eso trabajamos y se puede hacer desde la escuela, con la maestra, con los padres, con las chicas y los chicos. Hay que trabajar mucho sobre la responsabilidad de los varones en las cosas que hacen a la familia, la salud reproductiva, la violencia: alertar a las mujeres sobre sus derechos pero trabajar mucho con los varones. Si se trabaja sólo con mujeres pasa lo de la salud reproductiva, que teniendo ley y posibilidades de decidir junto con el varón, casi nunca se da. Hay una cantidad de cosas que requieren la interacción del varón y la mujer en la toma de decisiones conjuntas y compartidas, pero cuesta mucho esa mirada.

Más bien se guardan las formas... 
En algunos casos sí, pero este proceso de desintegración social que se fue produciendo a nivel mundial hizo que la mayor afectada fuese la familia, porque los vínculos afectivos son los más vulnerables, cuando comienzan a primar tantos intereses lo más difícil es mantener un vínculo afectivo, con carencias económicas a veces no hay posibilidades de concretar sueños. Además, existe una política de comunicación que está planteando una realidad que no es la que vive la mayoría de la sociedad, con marcas comerciales que imponen desde gaseosas hasta zapatillas, en medio de grandes niveles de desocupación. Aquí es fundamental el núcleo hogareño como formador de vida y de personas,  si el núcleo  no está bien y sin posibilidades de algún tipo de acción conjunta entre varón y mujer, esas personas crecen con falencias y dificultades.

Qué pasa con los hogares sin varones jefes...
Un tercio de las familias argentinas tiene jefatura femenina, y de ese tercio en el 85 por ciento  no hay varones, y pasa en todos los estratos sociales. En hogares con necesidades básicas insatisfechas es dramático y requieren de políticas estatales dedicadas a la familia. La política familiar aparece hoy con un nivel de importancia que antes no tenía, por la violencia familiar y la delincuencia, y porque en el ordenador social la familia fue reemplazada por la televisión. En el mensaje televisivo la cosificación sexual de la mujer es brutal, son demasiados programas machistas.

Se discrimina a la mujer...
Por supuesto, hay modelos de mujer por talle de ropa, por presencia, por formas de vestir, la estética está primero. Se está discutiendo una ley de talle, para que las tiendas tengan stock de ropa todos los talles. Esto se combate con políticas específicas, pero también sensibilizando a la sociedad respecto de la discriminación, instalando que lo que se siembra se cosecha, que la valoración del ser humano tiene que tener otros parámetros. La igualdad es uno de ellos.


Miguel Mario Wilde