“El periodismo escrito es la última gran reserva comunicacional que nos queda”

Domingo 16 de julio de 2006
Perspectiva. | Los diarios, pese a la diferencia de calidad, son el único lugar donde se genera una opinión crítica.


 (Especial) Natalio Botana es periodista, historiador, autor de doce libros sobre historia y política de Argentina, profesor emérito de la Universidad Di Tella, sobrino de quien fuera director de “Crítica”, hizo un descarnado análisis sobre lo que fue el país y lo que le espera. “La Argentina pudo ser un gran país, sin lugar a dudas, pero no lo fue”, sentenció. En una extensa charla analiza un abanico de perspectivas hoy desafiantes.

¿La Argentina fue un gran país?
La Argentina pudo ser un gran país pero, sin lugar a dudas, no lo fue. Yo participo de la idea que aquí se está viviendo y padeciendo un largo proceso de declinación que ya va para medio siglo y tiene referentes en las distintas dimensiones de la actividad humana. En la Argentina hay una declinación económica, social, cultural y educativa, que en mi opinión es la madre de toda la declinación. La Argentina fue la que en menor tiempo recibió el mayor índice de inmigración per cápita del mundo y me atrevo a decir que junto con Uruguay, tuvo el mejor sistema de educación pública de toda Iberoamérica. Con lo cual, habiendo tenido un cambio colosal en materia demográfica, logramos establecer niveles de alfabetización muy altos, con una alta calidad educativa. Todo eso ahora parece historia del pasado. Creo que, además, este proceso de declinación tiene fases y la fase peor fue en la década del 70, que para mí fue la década más desgraciada de la historia contemporánea argentina.

Esa decadencia que usted habla de los 70, ¿la considera superior a la del 2001?
En términos económicos no. Pero la declinación de los 70 es de carácter ético, porque ahí queda claramente al descubierto el despropósito histórico del país, que pisoteó la dignidad de la vida humana por donde se busque. Se mató en nombre de todos los valores. Se mató en nombre de la liberación, en nombre de la revolución, en nombre del orden. Fue una década despiadada, por lo cual aún no se han cerrado las heridas. Las crisis del 2001-2002 es una crisis de liderazgo político y fundamentalmente es una crisis de carácter económico, que se completa con uno de los problemas que más me preocupan actualmente y que es la cuestión de la representación política.

El Partido Justicialista acaba de cumplir 60 años en el poder, salvo algunos períodos cortos.
Bueno, en realidad si usted hace el cálculo desde que se fundó el peronismo, hay que ser objetivo, ellos estuvieron menos en el poder que los que no son peronistas. El peronismo gobernó nueve años entre 1945 y 1955, posteriormente gobernó tres años entre 1973 y 1976, gobernó diez años con Menem y por último los gobiernos de Duhalde y lo que va del actual suman 27 años. El no peronismo, a través de las dictaduras militares gobernó muchos años y eso es un pasado que pesa extraordinariamente en la circunstancia presente.

Cuando le pregunté a Nelson Castro cuándo comenzó la decadencia argentina, él me contestó que en 1930, con el golpe de Uriburu. ¿Usted, en términos generales, coincide con esa idea?
Eso lo hemos dicho los historiadores muchas veces y el periodismo retoma esas ideas. El 6 de septiembre de 1930 es un parte aguas muy grave para la historia del país porque comenzó el quiebre institucional dado que aquella Argentina que supo ser un gran país con instituciones estables, desde la presidencia  de Mitre en 1862  hasta el golpe de 1930. Digo que fue grande, además, porque supo salir de la crisis del 30 en menos tiempo que otros países. Pero no hay que regodearse con el pasado. El gran problema de la actualidad, en especial de los que queremos defender esta democracia que se instauró en 1983, es que debemos recuperar el apetito del futuro.

Hubo un historiador económico australiano en la década del 20 que colocó a la Argentina entre los siete primeros países del mundo, sobre todo midiendo el potencial exportador. ¿Éramos la séptima potencia del mundo?.
La Argentina presentaba condiciones muy favorables de un país con escasa población que avanzaba en la conquista de su frontera agropecuaria  que supo aprovechar las condiciones en el mundo de la división internacional del trabajo.

Pero Canadá, Australia y Nueva Zelanda están muy mal ubicados geográficamente como nosotros y tienen poca población, sin embargo en la actualidad  existe una gran disparidad con nosotros. ¿A que se lo atribuye?
Esos países tuvieron el apoyo y la protección post guerra del Commonwealth y están ubicados en la zona del mundo con mayor desarrollo. El eje del poder mundial se está trasladando, por primera vez en la historia del mundo, desde el Oeste hacia el Este. Dicho desplazamiento del poder mundial en términos económicos hay que tenerlo en cuenta y me temo que la Argentina no lo está aprovechando. Sí lo está haciendo desde el punto de vista exógeno porque efectivamente hay mayor demanda de nuestros comoditis, los precios están mejor, hay un viento favorable, pero no por razones endógenas porque la Argentina no está haciendo lo que debería para insertarse de acuerdo a las nuevas circunstancias del mundo.

¿Qué nos puede decir del populismo en Latinoamérica?
Distinguiría por un lado a Hugo Chávez y por otro a Evo Morales. Lo de Evo Morales está por verse porque lo que ha hecho hasta ahora es una típica reinvocación de carácter nacionalista que sigue tendencias muy marcadas en el mundo y en Latinoamérica.
Yo creo que el caso más típico de populismo en América Latina es el de Hugo Chávez, porque el populismo tiene características políticas y económicas. La característica económica es el nacionalismo pero la característica política es subordinar la Constitución de un país al servicio de un líder que se considera carismático.

¿También mesiánico?.
Sí, mesiánico porque intenta influir en todas las decisiones de América latina, y no creo que le esté yendo bien en su expansión. Chávez está apostando muy fuertemente a favor de una asociación con Brasil y Argentina. No tanto por el lado de Brasil, que tiene una política muy definida con relación a las inversiones extranjeras y las responsabilidades fiscales, sino porque la Argentina todavía oscila entre ubicarse del lado de países como Brasil, Chile, Uruguay o ubicarse del lado de Venezuela. Esta es una situación fronteriza que no termina de definirse y más vale que lo haga porque el ejemplo que está dando Uruguay es extraordinario. Uruguay, con esta política de las papeleras está llevando a cabo una de las transformaciones más importantes de su economía en 200 años. La Argentina frente a esto, en lugar de concebir una gran política regional en materia de celulosa de papel ha tomado una actitud reactiva, defensiva, en la cual los grupos de veto, y esto es una de las cosas más preocupantes que ha tenido la presidencia de Kirchner, actúan en la calle y en las carreteras.

¿Por qué el argentino no se siente orgulloso de su país?
La Argentina es un país muy pendular porque durante largas décadas sufrió el virus de un nacionalismo muy insoportable, que creó además estereotipos argentinos muy desgraciados en el exterior que no responden a la realidad. Un argentino prepotente, que se considera el mejor del mundo. El péndulo se ha movido hacia el otro extremo -estoy generalizando- y ahora el argentino  es un tipo que se queja, que ha perdido la autoestima y sobre todo que vive o atraviesa una crisis de creencias muy grande.

¿Cómo se explica que cada cuatro años con los mundiales de fútbol aparecen las banderas?
Ese es un problema mundial. Uno puede pensar que una vieja nación como Francia, rebosante de autoestima y quinta potencia en el mundo aunque ahora están con problemas, cuando ganó su campeonato mundial se produjo un fenómeno muy parecido al de la Argentina. Eso se repite en todo el mundo y sino recordemos la Alemania de 1954, destruida, que ganó el campeonato y también festejó del mismo modo porque, como dice Sebreli, los triunfos deportivos levantan la autoestima de los pueblos.

¿Usted está satisfecho con el nivel de las universidades argentinas?
Estoy satisfecho con el nivel de algunas privadas y de muchas universidades públicas argentinas. En  la UBA  la tendencia fuerte es en materia de investigación científica, las ciencias duras.

¿Todavía un egresado de la UBA es mejor que un egresado de la universidad privada?
No se puede generalizar. En la Di Tella, donde yo hice mi carrera, tenemos ya una jerarquía internacional en determinadas ciencias y no la tenemos en otras. Lo paradójico es que pese al tumulto y el desorden que padece la UBA, la calidad todavía persiste.

¿Usted, como lector, cómo ve al periodismo gráfico argentino?
Creo que el periodismo escrito es la última gran reserva que nos queda en materia comunicacional. Veo con mucha preocupación a la televisión aunque no llego a la posición catastrófica de mi colega Giovanni Sartori, que escribió “Homo Videns. La sociedad teledirigida”, donde describe a un ser pegado a una pantalla que le maneja sus instintos básicos y no mucho más, pero creo que el imperio de la imagen es negativo. La radio es un medio de comunicación acotado por espacios muy restringidos. En cambio la prensa escrita, pese a la diferencia de calidad que hay en ella, es el único lugar en el cual se logra una opinión crítica de lo que se lee y procesa en esa lectura. Yo creo que la prensa escrita tiene que ser incentivada y perfeccionada contra viento y marea porque es la que, en primer lugar, sigue manteniendo los criterios de racionalidad y, en segundo lugar,  es la que sigue planteando la agenda cotidiana de la comunicación ciudadana.

Le pido que se ponga en el lugar de un editor y me diga qué haría usted para atraer a los lectores menores de treinta años.
Como profesor universitario estoy rodeado de jóvenes. Creo que la gran revolución que pasa por el lado de la prensa gráfica es Internet. Y creo más, creo que hay una relación de ellos con el diario que nosotros nunca la tuvimos y es que lo siguen durante todo el día, a través de las consultas en Internet.

Y entonces ¿qué futuro le queda al diario de papel?
Será un futuro diferente. Será el mismo futuro del libro. Tendrá que combinarse y ponerse a tono con la Internet. Muchos jóvenes académicos consultan el diario en la red.

Las masas no leen.
No, lamentablemente no leen. Las masas recurren a la televisión y a la radio, con lo cual se plantea una cuestión de elite por lo cual uno puede llegar a la conclusión que el influjo de la prensa escrita va a llegar a ser a través de la capacidad que tengan para fijar la agenda de medios más amplios, como ser la radio y la televisión.


Algo más sobre el politólogo y periodista Natalio Botana
Natalio Botana es doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad de Lovaina, es profesor emérito del departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales en la Universidad Torcuato Di Tella y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas y de la Academia Nacional de Historia.
En 1979 obtuvo la Beca Guggenheim y en 1995 el Premio Consagración Nacional en Historia y Ciencias Sociales.
Autor permanente de artículos publicados en diarios, revistas nacionales y extranjeras, autor de unos doce libros, dueño de una selecta biblioteca en su domicilio, con más de 6.000 libros, dictó cursos y seminarios en diversas universidades americanas y europeas. Es profesor visitante en la Universidad Complutense de Madrid, miembro fundador del Círculo de Montevideo que preside Julio María Sanguinetti y colaborador exclusivo del diario porteño La Nación.

Carlos Vernazza
Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), especial para El Territorio