Un médico obereño ganó un concurso nacional de cuentos

Domingo 23 de julio de 2006
“Compartir una antología con escritores del nivel de Borges, Bioy Casares y Cortázar, es una cosa fantástica. Es lo máximo a lo que uno podría aspirar” reflexionó Hugo Mitoire, médico cirujano, docente, papá y escritor de esta ciudad, entre otras variadas ocupaciones. Según confiesa, en realidad, hoy en día tiene un poco relegado al bisturí para dedicarse más horas a escribir.
Contar historias es una gran pasión que le dio enormes satisfacciones.
Una de ellas es la posibilidad de integrar con un cuento suyo la colección “Leer la Argentina”, una antología auspiciada por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación que contiene textos de los más grandes y exitosos escritores del país.
Dicha colección será lanzada oficialmente el próximo 16 de agosto en el Foro de la Lectura, un evento que se realizará en la ciudad de Resistencia, Chaco. 
La antología divide al país en regiones.
“Viento Norte”, el cuento de Mitoire, integra el tomo del Nea, como no podía ser de otra manera, ya que el escritor nació y se crió en el Chaco, estudió Medicina en Corrientes y desde hace varios años reside en Misiones.
El texto pertenece al libro “Cuentos de terror para Franco” y fue seleccionado a instancias de la Fundación Mempo Giardinelli.
“Una vez mandé el libro a la fundación. Tiempo después me hicieron llegar una buena crítica y me pidieron autorización para incorporar un cuento a una antología que iba a editar el Ministerio de Educación, a lo que dije que sí”, recordó Mitoire.
Además, el año pasado otro cuento del mismo libro fue publicado en el Chaco mediante el Plan Nacional de Lectura 2005.
Pero aquí no terminan los halagos para el escritor, ya que el pasado mes de junio fue declarado ciudadano ilustre de la localidad de La Leonesa, Chaco. Y su libro fue declarado de Interés Municipal.

Gracias a Franco
Los caminos que desembocan en la creación artística suelen ser caprichosos y apegados al azar.
“El promotor de mis libros es Franco, mi hijo más chico, que es muy preguntón… a niveles de cargoseo”, confesó el escritor con una enorme sonrisa, de esas que sólo le salen a los padres cuando hablan de sus hijos.
Y dio más detalles: “Desde chiquito, Franco me pedía que le cuente historias, que le invente cuentos. Después me pidió que le escriba esos cuentos, porque le quería mostrar a sus compañeritos en la escuela. Y así, como jugando, me empecé a dedicar a la literatura”.
Hoy, gracias al preguntón de Franco, cientos de chicos de Oberá, la provincia y quién sabe de que otros rincones del país se asustan con los “Cuentos de terror…”, que ya tiene un segundo tomo publicado.
Es más, en la última edición de la Feria Provincial del Libro se vendieron más de cien ejemplares, todo un récord para el evento. Incluso, en algunas escuelas de esta ciudad ya se utiliza como libro de texto en cuarto y quinto grado.
“Para mí lo importante es que a los chicos les gusta y se asustan, que es lo que persigo. Y que les hace dudar de que las cosas son o no ciertas. Eso es lo fundamental, despertarles la imaginación a los chicos”, señaló Mitoire.

Elogio a la lectura
“La lectura no tiene ninguna comparación con la tele ni nada, porque la abstracción que hace la persona cuando lee es muy superior. Televisión puede mirar cualquiera, pero un libro no lo puede leer cualquiera, ya sea porque no lo entiende o se aburre”, opinó Mitoire.
Además consideró que es fundamental inculcar la lectura en los niños desde muy chicos, “porque si no se hace antes de los 12 o 13 años las dificultades para que sea un lector son terribles, y es probable que después sea un adulto sin ningún tipo de interés por los libros, como ocurre tanto”.
Y los “Cuentos de terror para Franco” son la combinación perfecta para enganchar a los pibes, ya que son entretenidos y dan miedo. Pero también el autor se enriquece con el ida y vuelta con los chicos”.
“Ellos preguntan y le exigen a uno la respuesta. Y muchas veces esas mismas preguntas de los chicos te disparan la imaginación”, confesó el autor.
La obra tiene su epicentro en un lugar que “se llama Cancha Larga, un paraje muy desolado del Chaco, donde pasé mi infancia y donde siempre hubieron cuentos, leyendas e historias terribles”.
“Y una vez, charlando con los chicos en una escuela, me preguntaron por qué se llama Cancha Larga -recordó-. Al final, tuve que contestarle tantas cosas que salió un cuento que se llama La cancha más larga del mundo”.
“Pero creo que lo que más enriquece y enciende la imaginación es la lectura. Por eso debemos apuntar a que los chicos lean, porque imaginar les hará desarrollar muchas otras aptitudes para la vida” aseguró el escritor.


“El sonámbulo y La Muerte” (*)
“...a la madrugada siguiente se levantó y volvió al cementerio. Entró y empezó a caminar. Había mucha neblina y estaba fresquito. De repente se le apareció una figura nueva, era alta, con una capa negra muy ancha y larga, como la que usan los monjes, con una capucha que no le dejaba ver la cara, ni siquiera la nariz. Lo único que podía ver era su mano, que no tenía carne, era solo hueso, y en ella llevaba una guadaña.
- Soy La Muerte -Le dijo la figura negra.
Y Sergio me juró que no sintió miedo ni nada, simplemente se quedo parado mirándola, sin siquiera poder hablar. Quería preguntarle cosas pero no le salía la voz, y La Muerte parecía adivinarle los pensamientos.
Sergio pensó que lo iba a matar.
No te preocupes, no te haré nada -Le contestó el espectro...”
(*) Extracto del cuento “El sonámbulo y La Muerte”, del libro “Cuentos de Terror para Franco 2”.