A casi tres meses del accidente, Betiana se recupera en Alem

Domingo 13 de enero de 2008
“Cuando estábamos llegando a Alem, en la ruta, me largué a llorar porque para mi volver a mi casa es un milagro”, así comienza su diálogo con El Territorio Betiana Wolenberg (20).
La modelo misionera sufrió un accidente el pasado 21 de octubre junto a su novio, Santiago Rossi, a la altura de la localidad bonaerense de Arrecifes, en el que casi pierde la vida.
La fatídica mañana de octubre veía a esta hermosa misionera volviendo de Nueva York, donde realizaba trabajos publicitarios. Su novio la había ido a buscar al aeropuerto para dirigirse a una carrera de cuatriciclos en la que participa Rossi como piloto.
Por causas que aún no se establecieron el muchacho perdió el control del VW Bora y salió de la cinta asfáltica. “Yo no me acuerdo de nada. Según me cuenta mi novio, cuando nos despistamos él trató de abrazarme para protegerme y  su mano se enganchó en el techo corredizo del auto”, explicó con una ansiedad contenida, como si intentara recordar las imágenes del suceso. “Santiago perdió su mano, y me cuenta que después dimos una vuelta con el auto hasta que salí despedida”, evoca Betiana, que con el envión golpeó contra un alambrado que la marcó en el brazo, dejando marcas que aún se vislumbran a simple vista.
La dicha quiso que en pocos minutos llegaran al lugar un contingente de policías de la guardia de Infantería de Pergamino y realizaron las primeras atenciones. Los policías Néstor Veliz y Cristian Caporalini, a quienes la familia manifiesta su eterno agradecimiento, rescataron a Betiana y localizaron la mano de Rossi, que conservaron en hielo para poder reimplantársela en un hospital de Buenos Aires, adonde fue trasladado.
 A Betiana le realizaron los primeros auxilios en el hospital de Arrecifes y pocas horas después fue derivada a Pergamino -a unos 40 kilómetros- a un clínica de mayor complejidad, ya que su estado crítico no permitía un viaje más largo.
Durante un mes permaneció en la Clínica Pergamino de esa ciudad prácticamente inconsciente y varios días con pronóstico reservado. Desde allí la llevaron a la clínica de rehabilitación Ciarec de Buenos Aires, donde comenzó una nueva complicación.
“Tuvo tres granulomas en la laringe y al último hizo estenosis, o sea que se le cerró la tráquea y ahí la llevamos al Hospital Italiano a las 23.30 de un sábado y estuvo internada en terapia”, recuerda su mamá, Gladis Krüger, mientras “mima” a su hija con unos mates.
Luego de este nuevo cuadro clínico “tuve una cirugía por semana” dijo Bettiana y  recuerda que  “la última  fue la más jodida y el especialista en vías respiratorias me informó que podría haber complicaciones en los pulmones o debajo de las cuerdas vocales. Yo ni siquiera podía llorar porque me faltaba el aire así que aguantaba las ganas”. Afortunadamente la complicación estaba por debajo de sus cuerdas vocales y se pudo recuperar, aunque su voz quedó ronca y espera poder recuperarla en uno o dos meses.
La charla tuvo lugar en casa de Betiana, ubicada en Picada Sueca, en el medio del establecimiento yerbatero que tiene su padre Waldemar Wolenberg -intendente de Alem-. “Acá me crié y estoy orgullosa de ser misionera, de haber nacido acá, en el medio del campo y es donde quiero estar”, dice la modelo de Pancho Dotto.
Según cuenta “estoy mejorando bastante y por eso los médicos me dijeron que me podía venir unos diez días a mi casa, ya que está cicatrizando muy bien la cuarta cirugía en la garganta” dice.
Explica que recién en la clínica Ciarec “caí que hacía más de un mes que estaba en la cama” y agrega que “la primera vez que me senté en la silla de ruedas no te imaginas la alegría que me dio.
Con esto que me pasó siento que valoro mucho más todo”, explicó. “Valoro cada mejoría y sinceramente me cambió la vida. Volví a nacer”, dice cuando ya una lagrima brilla en sus ojos y no puede disimularla.
Algunas reflexiones tienen lugar en sus días de descanso. “Ese día llegaba de Nueva York  para trabajar dos días en Argentina y me volvía a Estados Unidos hasta mi cumpleaños, el 3 de diciembre”, apunta  y remata diciendo que se va a “tomar la vida un poco más tranquila y ni hablar de subirme a un auto que ande a esa velocidad”.
No obstante, anticipó que si sus médicos se lo permiten, a fines de febrero comienza a practicar porque fue convocada para participar en Bailando por Un Sueño 2008, el programa de Marcelo Tinelli.
Amigos y familia: el mejor remedio
Desde su llegada el pasado jueves a la tardecita, no dejó de recibir el afecto de sus familiares y amigos.
Junto a su mamá Gladis y sus hermanos Germán (24), Macarena (10) y Kevin (7) disfruta de su estadía y aprovechó para agradecer “primero a Dios por estar acá con vida y darme al oportunidad de nacer de vuelta y tambián agradecer a todas las personas que me conocen y las que no me conocen que estuvieron orando y rezando por mí”, dice.