“La vida es una bicicleta con más cambios de los que solemos usar”

Sábado 2 de agosto de 2008
¡A ta santé, Mirko! Ayer hubiera celebrado sus jóvenes 97 años.
Mirko nació en Dalmacia en 1911, en cuna de la nobleza de laVieja Europa y esa señal no lo abandonaría en adelante, pues sin  ostentaciones, cada palabra y cada gesto estaba rodeado de un aura aristocrática.
En vísperas de la guerra, el matrimonio Tapavika-Esterhazy vivió en Francia. Mirko vivió en París  cerca de 30 años y de allí cruzó el Atlántico hacia los Estados Unidos.
Vino a América en barco, entonces, en 1945, y recaló al poco tiempo en Argentina, tierra a la que consideraba su segunda patria. Cultivó grandes amistades en Buenos Aires y en Misiones, donde falleció a los 94.
Vivió una vida intensa corriendo aventuras en todo el mundo, fue navegante solitario y se le atrevió al mar como pocos: navegó en kayak desde Florianópolis a Miami en el 60, y “degolló” al Cabo de Hornos en el 68.

El degüello
Mirko no se cansaba de contar una de sus más documentadas aventuras, su viaje al Cabo de Hornos. Echó el Klepper Aerius, su kayak alemán, en las frías aguas del Beagle en el puerto de Ushuaia a principios de febrero de 1968. Tenía entonces 56 años. Cruzó el Beagle y se internó en el canal de Murray entre las islas Navarino y Hoste. Pernoctaba en la costa regularmente. En el tramo final serpenteó las frías aguas del archipiélago de Tierra del Fuego La Isla de Hornos, en el conjunto de las Wollaston ostenta el faro más austral del mundo. Allí dejó Mirko su mensaje a la posteridad: En una caja metálica enterró un augurio de paz: “Antes caerán las montañas de los Andes que la amistad entre argentinos y chilenos”
Su periplo fue tapa de varias revistas deportivas del mundo entero y su fama lo llevó a almorzar con Mirtha Legrand.

Su estilo de vida
“Se mantuvo activo y haciendo planes, hasta el último día”, recuerda Ricardo Miguel Néstor, que fue su amigo durante 15 años.
“Mirko retiraba sin cargo cada mañana a las siete, un ejemplar de El Territorio en calle Rioja, y no paraba hasta la noche. Fue admirado por su caballerosidad y educación, era políglota y hablaba un francés puro, napoleónico. Tuvo varios recodos que lo acogieron, la YPF de Uruguay, la Esso de Rioja, el club Sarmiento de Villa Sarita, el viejo Dominó de Sarmiento y Colón. Experto en resolver crucigramas, le deleitaba el fútbol europeo, y era un duro rival en los juegos de café. Entre cerveza, vino y queso cambembert contaba sus anécdotas, dotándolas siempre de moralejas humanistas” detalló su amigo.

Sus frases
Solía rematar las charlas con frases solemnes y profundas: “Si la soledad es vacía ¿por qué pesa tanto?” o “La vida es una bicicleta de 12 cambios de los que sólo usamos uno, dos a lo sumo”. Sabía de lo que hablaba.


Los caballos de Mirko
Conocí a Mirko en junio del 2001. Desde entonces jugamos cientos de partidas de ajedrez. Mirko era imbatible si se le perdonaban los caballos. Cuando entendí esto salí a cazárselos en plena apertura. Pero Mirko era también imbatible si se le perdonaban los alfiles... Entonces entendí que el juego no empezaba ni terminaba cada tarde a las 5 en la YPF de Monteagudo y Uruguay, sino que sujetos a un rigor inescrutable, jugábamos una amigable partida sin principio ni final.
Lo vi por última vez en julio, en El Rayo de Bolívar, y celebramos una cerveza. Como en el ajedrez, no hubo última cerveza aún. Navegante solitario, Mirko ha zarpado hace tres años al octavo mar.
Y Yo he liberado a sus caballos.
Javier Arguindegui