Una vida dedicada a la atención de los niños

Domingo 20 de febrero de 2005

El doctor “Ato” Fernando Barreyro, especialista en pediatría, se recibió de médico en la Universidad Nacional de La Plata en 1938, a  los 25 años de edad. Trabajó como tal en el entonces Hospital Común Regional de Posadas, hoy Doctor Ramón Madariaga, dirigido por su tío Edmundo Barreyro, quien realizó una importante labor humanitaria por largos años como médico. En tanto su colega Armando López Torres, también lo fue, y es conocida su noble labor en Posadas. A través de los años, una calle posadeña lleva el nombre de este médico.
Dialogamos con la esposa del doctor Ato Barreyro, que hoy lleva 86 años a cuestas. Con una lucidez envidiable y amabilidad poco común, “Chichita” trasmite un espíritu pleno de paz interior.
Contó que el doctor López Torres le adjudicó dos salas de hombres para que su esposa atendiera. Fernando Barreyro, ni corto ni perezoso, sugirió la posibilidad de transformar una de ellas en sala de niños, ya que en el nosocomio no existía ningún servicio de pediatría. Los niños se atendían en una sala para mujeres. López Torres aceptó la idea inmediatamente.
Así fue que Fernando se aprestó a organizar la nueva sala. ¿Cómo lo hizo? Con voluntad. Manos a la obra, moviendo cielo y tierra para organizar, conseguir muebles y todo lo necesario para los buena atención de los menores. Finalizó sus gestiones con éxito,  y la tan anhelada sala, sueño dorado de Barreryro, quedó habilitada con 20 camas.
De esta manera, mediante la energía y empeño del joven facultativo, se creó la “Sala Tercera de Pediatría” en 1939.
 Haciendo un alto en su conversación, con satisfacción exclamó Chichita: “Fernando fue nombrado jefe de Servicio de Niños. Si supieran lo feliz que estaba mi marido y toda la familia con él. Sabiendo que por vez primera, por fin, las criaturas tendrían su propia sala”.
Porque este profesional, con buenos sentimientos, pensaba en las criaturas enfermas, indefensas y con todas las necesidades que acudían a él en busca de socorro.
Y “Ato” concretó una obra digna, conseguida con esfuerzo. Y es difícil olvidarlo, porque se empeñó  por esta comunidad con fervor.  Imponer el nombre de este galeno a la sala de niños sería hacer justicia.          

Por la salud de los niños
A colación con lo expresado referente a la creación de la sala y  la insistencia de “Ato”, éste  no cejó en tocar todos los resortes con sus pedidos. Y la comunidad posadeña respondió ampliamente.
De su nota dirigida al doctor Héctor Dasso, profesional de la Capital Federal, extraemos algunos párrafos.
Barreyro, al mismo tiempo que solicita sus beneficios, expone en ella sus proyectos  y pide la construcción, dentro del establecimiento regional Madariaga, de  un pabellón destinado exclusivamente para los niños.  “Ha sido para mí, una constante preocupación, el descuido en la salud de los niños. En su mejor edad, que es al comienzo de la vida. Comprobando como se compromete la normalidad de la vida misma, en edades futuras, por ignorancia o por falta de medios con qué combatir los males que la afligen desde su iniciación”.
En su respuesta, el doctor Dasso entendió la situación de Barreyro. Sabiendo lo que se sufre por la impotencia material de hacer el bien por la carencia de recursos económicos. Informó al facultativo que presentó su proyecto a la institución que correspondía.

Trámites exitosos
Entre otros términos alentadores contestó Dasso: “Usted verá la solución y así Posadas, la capital de la tierra epónima, tendrá su hogar para los pequeños enfermos. Que al salvarlos se hará obra humana y argentina. Porque son ellos la esperanza auténtica de la nación”. 
Concepción “Chichita” Barreyro destacó lo que significó este evento y su nieta María Emilia Gallardo Barreyro, quien en todo momento estuvo presente en la entrevista, comentó: “Siempre supe por referencia, que la sala quedó colmada ya en 1939. Porque en ese entonces era la única del Territorio de Misiones en su género. Se atendía a muchos niños, por lo cual mi abuelo ya tenía en mente la construcción de un pabellón exclusivo para los chiquitos”.
Y la  abuela prosiguió: “Ato habló con muchas personas influyentes. Escribió a muchos y en repetidas ocasiones, tuvo que viajar a Buenos Aires para evitar que el proyecto se detenga en el camino”. 
María Emilia apuntó que la preocupación del abuelo “Ato” era la salud de los niños en su mejor edad.

La vida
El doctor Fernando nació en Posadas en 1913 y falleció en 1997. Fue más conocido por “Ato” por sus familiares y amigos.
Conoció a Concepción Emilia Bertrán, cariñosamente llamada “Chichita”, en una fiesta. Posadeña nacida en 1919, “cupido” intervino, en la reunión realizada en el Savoy Hotel. En el  tiempo en que se vieron por primera vez se llevó a cabo la primera fiesta de elección de la reina de la yerba mate. Tuvo lugar en 1944.

Amor a primera vista
Y por  narraciones  de la protagonista de esta historia, quien no se pierde detalle recordando como una quinceañera, sabemos que desde el momento en que se vieron, más bien desde que  una  amiga común los presentó, quedaron prendados.
Lo cierto es que charlaron y bailaron sin descanso hasta la finalización del baile. Se inició entonces un idilio que iba a perdurar.
Así pasó de ser “filito” a la categoría de casamiento, previo pedido de mano, razón por la cual, como era costumbre en aquellos tiempos, el padre de Fernando, don Héctor Barreyro, fue a la casa de los padres de la novia, los Bertrán. El motivo fue pedir permiso para que su hijo Fernando visitara a Chichita.
Entre los padres de ambos acordaron que el horario de visitas sería a las 20.  Tal acontecimiento social fue publicado en el diario El Territorio. Así lo requerían las costumbres de la época. El compromiso se realizó en casa de la familia Bertrán, de la calle 3 de Febrero, con la presencia de familiares y amigos.
Posteriormente llegó el día del casamiento, que fue el 3 de enero de 1942, en la iglesia Catedral. La abuela Concepción recordó que fue un día caluroso.
La historia de la familia Barreyro proseguirá en otra oportunidad.

Mercedes “Mecha” Villalba