Invasión de caracoles gigantes africanos en Puerto Iguazú

Martes 23 de febrero de 2010

La Delegación Técnica de Parques Nacionales región NEA descubrió la invasión de caracoles gigantes africanos habitando patios de viviendas, una plaga que está avanzando en la ciudad y quieren evitar que llegue al Parque Nacional Iguazú.
Los problemas que pueden llegar a provocar la expansión de la plaga son en aspectos productivos, ambientales y epidemiológicos ya que la baba trasmite una enfermedad parasitaria.
Si bien el caracol de origen africano fue encontrado por primera vez el año pasado en el barrio Rivera del Paraná, se cree que ya están en este lugar hace por lo menos dos años. Se reproducen y se hicieron más evidentes este año ya que vecinos denunciaron la presencia también en Villa Nueva y Villa Alta. 

Es un caracol terrestre que normalmente tiene un largo de 15 a 20 centímetros, pero también puede llegar a los 30 centímetros. Su caparazón es cónica espiralaza y de color castaño con líneas blancas o amarillentas, a diferencia de los caracoles nativos que son de color claro. Habita lugares húmedos preferentemente bordes de montes, márgenes de  arroyos y otros cuerpos de agua. Puede depositar entre 50 y 500 huevos por postura, lo que puede ocurrir hasta cinco veces por año.
    El biólogo Ariel Soria explicó que “son especies que al no ser de acá, como toda especie exótica no tiene depredadores, lo que hace por sí sola es ir ampliando su reproducción. Es así que al no tener ningún animal que los consuma avanzan muy rápidamente y lo que sabemos es que Brasil ya lo tiene distribuido en todo el país”.
“Entendemos que todavía el proceso de invasión recién comienza entonces sería bueno la colaboración de la gente para evitar que se diseminen quemándolos y evitar que lleguen al Parque Nacional, donde todavía no hubo registro”, comentó.
El caracol africano invadió recientemente a Sudamérica. En Brasil ingresó en 1980 en el Estado de Paraná para la cría con fines comerciales y como las condiciones económicas no resultaron las previstas los criaderos liberaron a los caracoles en los patios o en basureros domiciliarios y de esa manera se expandió.
   Soria detalló, que los caracoles salen por lo general los días de mucha lluvia, de humedad y se los puede ver trepados por la galería de los patios, aunque en el interior es difícil.
“Es muy probable que haya avanzado desde Brasil hacia Argentina. Hay algunos países que ya tienen prohibido el ingreso de estos caracoles; aunque en realidad nosotros no tenemos que traer ningún animal vivo en la frontera, por algo está prohibido, pero por el tema de la cercanía y los precios del otro lado ,entre una lechuga a veces igual seguimos trayendo ese tipo de cosas”, señaló Soria.
El caracol gigante africano es vector de parásitos (nematodos del género agiostrongylus) que causan enfermedades conocidas como agioestrongiliasis. El parásito puede pasar del caracol a la persona mediante un simple contacto por lo cual es importante evitar la manipulación sin protección. En Argentina se conocen casos muy aislados de esta enfermedad.
“Entre las enfermedades que puede llegar a contagiar en Argentina hay escasos registros, y por otro lado en el aspecto ambiental es preocupante” sostuvo el biólogo y agregó que “es una especie exótica, que no es de acá que conviene no tenerlas porque puede ser que trasforme nuestro ambiente. Termina cambiando el entorno y compite con los caracoles nativos y los desplaza al ser de otro lado no tienen enemigos naturales y se genera un espacio fácil de conquistar a especies que vienen de afuera”.

 

 

Recomendaciones y cuidados

  • Mantener ordenados los jardines y patios evitando la acumulación de escombros y maderas disminuyendo los potenciales refugios y sitios de reproducción.
  • Lavar correctamente las verduras.
  • Evitar el contacto de la baba con las membranas mucosas de ojos, nariz y boca. Prestar especial atención en niños cuando juegan en el patio. 
  • No consumir agua sin garantía higiénica.
  • En caso de querer eliminarlos se recomienda destruirlos mecánicamente (machacarlo) tanto a los adultos como los huevos y luego quemarlos o enterrarlos lejos de cursos de agua.