“El humor es una válvula de escape que ayuda a soportar las tragedias”

Domingo 18 de junio de 2006
Nik. | “Para mí siempre fue muy gratificante sentir que con mis dibujos podía hacer reír a la gente”.

Casi nadie, más allá del círculo íntimo, lo conoce por su verdadero nombre Cristian Dzwonik, sino por el seudónimo con el que firma sus chistes y caricaturas, que son las últimas tres letras de su apellido de origen ucraniano: Nik.
Es quizá el humorista gráfico más joven -33 años- y talentoso del país, que desde Menem hacia el presente viene caricaturizado a todos los presidentes argentinos y a sus principales colaboradores, en las páginas del diario La Nación.
Por ese trabajo ha recibido amenazas del entorno de más de un mandatario nacional a quien no le gusta verse convertido en chiste. Pero nunca les dio importancia porque dice que “quien llega al sillón de Rivadavia o algún cargo político relevante tiene que estar preparado para recibir críticas por lo que haga mal”. 
En una entrevista con El Territorio el humorista reveló algunos detalles sobre el humor de los argentinos, que según el creativo, está directamente relacionado con la situación económica nacional. “Todo puede resultar cómico hasta que nos meten la mano en el bolsillo, cosa que a nadie en este país le causa un mínimo de gracia”.

- ¿Qué cosas nos hacen reír de los políticos argentinos? 
-  El sentido del humor es una necesidad fisiológica de todos los seres humanos y funciona como una especie de válvula de escape frente a las tragedias que nos tocan vivir. Así por ejemplo se fueron creando los famosos chistes de velorio, donde a pesar del dolor por la pérdida de un ser querido, se puede abrir un espacio de satisfacción o de risa frente al hecho sin que eso signifique una falta de respeto, porque al contrario es casi una necesidad de superación de la tragedia. En cuando a la actualidad argentina, a la gente le gustan los chistes políticos que además de causar gracia, están opinando sobre una cuestión publica y denunciando algo que no se está haciendo bien, ya sea por corrupción o por falta de capacidad de la dirigencia. 

-¿Crees que el humor gráfico de los diarios es como una especie de oxigenación del lector frente a tanta realidad política contaminante?.
- Los diarios  en general vienen cargados de información no siempre gratificante porque obviamente reflejan la dura realidad de nuestra sociedad. Frente a ello, es necesario esta válvula de escape del humor con algún recuadrito que nos haga repensar lo que nos está pasando a partir de la risa.
 - ¿Se puede hacer humor a partir de cualquier tema de actualidad o hay ciertas noticias que no dan lugar a ningún tipo de risa?
- A mí me encantaría que los temas de actualidad que son mi materia prima para hacer humor no sean tan negativos, pero eso no depende del humorista y uno tiene que trabajar con lo que hay alrededor. Hay temas que son más fáciles para hacer humor y otros más complicados. En general las cuestiones que rozan las fatalidades privadas de una persona, desde mi punto de vista no son compatibles para un chiste. Por ejemplo durante la crisis de 2001 fue muy difícil hacer humor, porque la realidad de tanta desocupación, la creciente miseria y la pérdida de ahorros de mucha gente, frenaban toda posibilidad de distensión humorística.

- ¿Cambia el humor de la gente a medida que mejora o empeora su situación socioeconómica?
- Para que haya humor tiene que existir cierto clima especial que lo favorezca. En general los argentinos tienen mejor humor en los tiempos de bonanza económica es decir cuando no sienten amenazado sus bolsillos. Por ejemplo en la época del uno a uno de Menem, a pesar de las terribles atrocidades que se cometían desde lo político, la gente permitía toda esa corrupción porque las economías familiares estaban más relajadas y entonces se reían del riojano patilludo que jugaba al fútbol y que prometía viajar a la estratósfera. En cambio cuando a esa misma gente le sacaron sus ahorros se acabó el humor.

- Es decir que el humor desaparece cuando la realidad es más fuerte que la exageración del chiste
-  El chiste siempre exagera una realidad que es preexistente. Pero cuando esa realidad lo supera, es muy difícil generar risa en quien la está padeciendo. Volviendo a tomar como ejemplo la crisis de 2001, obviamente se podía hacer un chiste con la gente y los cacerolazos, pero si vos sos esa persona que perdió todo en un banco, seguro que no te iba a dar gracia la broma, porque en ese caso tu realidad superaba cualquier exageración que pueda hacer el chiste.
- En esta exageración de la realidad ¿qué características físicas o intelectuales tomaste de los últimos presidentes argentinos para caricaturizarlos?
- De Menem resultaba muy gracioso remarcar su forma de hablar con el cantito riojano, siempre lanzando ideas que naturalmente sonaban como verdaderos chistes. Bajito de cabeza grande y con el gato como peluca. A De la Rúa lo dibujaba con la nariz en forma de chupete, vestido con un  pijama con gorrito y cambiaba el 'excelentísimo señor presidente' por 'ese lentísimo señor prescindente'. En vez de Fernando De la Rúa, le ponía Fernando de la Duda. Recuerdo varias llamadas de Baylac y de Antonito De la Rúa quejándose por esa caricatura. Al actual presidente Néstor Kirchner le va la caricatura de pingüino con amplios mocasines, mirada bifocal y su obsesión por imponer sus ideas desde el ataque a los que piensan distinto. En cuanto a su esposa Cristina resulta muy cómica su pasión por los shopping, la peluquería y la imagen.

-¿Cuándo empezaste a dibujar?
- No recuerdo exactamente cuando empecé a dibujar, porque creo que es algo que hice desde siempre, es decir desde mis primeros años de vida, junto a mis abuelos maternos, con quienes estaba casi todo el día, pues mis padres trabajaban. Vivíamos en una casa en el barrio de Mataderos donde mi abuelo tenía un gran jardín que cuidaba muy prolijamente y me había construido un pizarrón gigante en el que me pasaba horas dibujando.

- Claro, en esa época no había tanto consumo de televisión por parte de los niños como ahora ¿no?
- Si yo me acuerdo que había pocos canales y todo en blanco y negro, así que me resultaba más divertido leer o dibujar. Además todavía no habían nacido mis hermanos, así que me entretenía frente a ese pizarrón o pintando con mi abuelo macetas para su jardín. Luego cuando tuve hermanos menores, les fabricaba álbumes con figuritas, libritos y hasta un kiosco con billetes para que ellos jueguen a comprar revistas. Obviamente los chicos de ahora tienen sesenta y cinco canales de televisión, internet, play station y muchos estímulos audiovisuales que dejan menos espacio para el dibujo, la pintura o la lectura de historietas tan común en otras épocas.

-¿El dibujo fue tu forma de comunicarte desde niño?
- Era muy tímido de niño y creo que el dibujo me ayudaba a comunicarme mejor con los que me rodeaban. Siempre fue así tanto en la escuela primaria como en el secundario. Para mucha gente es natural hablar y despertar reacciones en el otro. Pero en mi caso fue totalmente gratificante sentir que con mis dibujos podía hacer reír a la gente, porque te repito siempre fui tímido.

-¿Y cuál era el grado de aceptación por parte de tus maestros a esta pasión por el dibujo que ya empezabas a sentir?
-  Felizmente siempre tuve docentes que incentivaron esta actividad y creo que por eso seguí desarrollándola, porque además mis padres también me apoyaron siempre. Recuerdo especialmente a una maestra de primer grado que nos daba un cartonsito con una frase y nosotros teníamos que interpretar el significado de esa frase a través de un dibujo, tarea que a mí me encantaba, porque sentía que me podía manifestar mejor con las figuras que con el habla. Esa misma maestra un día la mandó a llamar a mi madre para preguntarle quien me enseñaba dibujo, porque yo trabajaba con perspectiva, que era algo inusual para un niño de seis años. Lo había aprendido con mi abuelo en nuestro pizarrón casero, que me explicó que los personajes que estaban hacia el fondo debía hacerlos más chiquitos.

-¿En que momento te diste cuenta que el dibujo era más que un hobby y que podía ser tu medio de vida o profesión?
- Yo siempre supe que quería vivir de esto, pero al mismo tiempo sabía que en la Argentina es muy difícil sostenerse como un caricaturista, por lo tanto me dediqué a estudiar y después de terminar el secundario en el Colegio Nacional, ingrese a la Universidad de Buenos Aires donde me recibí de Diseñador Gráfico. Siempre tomé con mucha pasión al dibujo, pero paralelamente estudié pensando que esto iba a ser siempre un hobby. Felizmente tuve la suerte de tener trabajo como humorista gráfico desde muy joven, pero sé que esa no es la regla general. Creo que me ayudó también el hecho de empezar a estudiar en la escuela de Carlos Garaycochea a los doce años, donde pude profundizar al máximo mi interés por los dibujos y las caricaturas.

-¿Por qué en nuestro país es difícil vivir como caricaturista o como artista en general?
- Creo que en nuestro país somos contados con los dedos de la mano los humoristas gráficos que podemos vivir de esta actividad. Porque hay pocos medios que puedan requerir nuestro trabajo, es decir poco espacio para inserción laboral. Por ejemplo, un diario puede necesitar 30, 50 o 100 periodistas, pero seguro que solamente tendría uno o dos humoristas gráficos. Al principio como en toda profesión es duro, porque generalmente tenés que trabajar gratis, parece que no se valora tu tarea, pero hay que perseverar cuando realmente sé esta convencido de que vale la pena el sacrificio.

Daniela Cortés