Candelaria, entre la ciudad dormitorio y el anexo al Gran Posadas

Martes 14 de octubre de 2008
En la última década, la antigua capital de los Pueblos Jesuíticos, que en su portal de acceso se arroga ser Cuna de la Cultura, experimentó un explosivo crecimiento demográfico, que no deja de ser incesante. De 11 mil habitantes que midió el Censo 2001, las proyecciones la ubican superando los 25 mil personas radicadas en el ejido municipal.
El fuerte cambio en poco tiempo, se debió, en parte, a la profusión de populosos barrios que construyó el Iprodha en zonas antes impensables. Este hecho provocó, por ejemplo, que en la puesta en marcha del Sistema Integrado del Transporte, se agregaran cuatro líneas -con llegadas a los diferentes nuevos asentamientos- al único recorrido que hasta el año pasado realizaba una vuelta de circunvalación por las pocas calles asfaltadas.
Las razones que llevaron a muchas familias a decidirse por la antigua capital, son varias, según arguyen. Una de ellas es la cercanía relativa con la urbe más grande de Misiones, la que la provee una alternativa laboral a un 70 por ciento de los que tienen trabajo (según datos de la propia comuna). Otro motivo fundamental es la tranquilidad que muchos habitantes pusieron en la balanza a la hora de elegir dónde vivir, en al caso de quienes antes residían en zonas de alta inseguridad en Posadas.
También, entre las justificaciones que brindaron los consultados, está el hecho que es mucho más fácil conseguir una solución habitacional en esta localidad.
La geografía marcada por casitas similares fue la que cambió la fisonomía del pueblo. Ahora, el golpe de gracia a la transformación la darán las obras estrechamente ligadas al embalse de la represa Yacyretá, que instrumenta la EBY.
Hoy el pueblo es transitado, a un lado y otro de la Ruta 12, por camionetas, camiones y raras máquinas viales de empresas que han montado campamento en el ejido urbano y que trabajan para la entidad binacional. Avanza el tratamiento costero sobre el Paraná, donde sobresalen las obras del nuevo puente que cruza el arroyo Garupá y une con el municipio homónimo y el del arroyo que pasa por detrás del pueblo hacia Profundidad.

Razones en la balanza
A las unidades de transporte urbano de pasajeros suben a diario miles de habitantes que desde muy temprano se dirigen a Posadas, a cumplir obligaciones laborales.
Candelaria se ha convertido en esta última década en ciudad dormitorio, de gente que se va muy temprano a trabajar a Posadas y vuelve muy tarde a descansar. Desde los barrios populosos a los que llega la Línea 6 y sub ramales Penitenciario,  Escuela 45 (Barrio Santa Cecilia), Malvinas y Anselmo (el más alejado en conjunto con el Penitenciario, y que desde hace un año tiene servicios de transporte), salen contingentes de trabajadores, mayoritariamente empleados de la administración pública, en menor medida en el sector privado.
Los únicos que no solo duermen en Candelaria, sino que trabajan y desempeñan sus tareas en la localidad, son empleados municipales, docentes de las cuatro escuelas primarias estatales (8, 45, 285 y 698), la privada Crisol Universal y la única secundaria, el Bachillerato Polivalente 5. Para muchos, ya urge la creación de otro establecimiento de nivel medio.
Gran cantidad de jóvenes optan por hacer sus estudios secundarios en Posadas, por lo cual, al igual que sus padres, pasan la mayor parte del día, fuera de la localidad.
También la oferta de mano de obra la cubre la demanda que brindan los aserraderos. Se han instalados varios de gran envergadura. Pero además, la fábrica de cerámicos García, personal del Servicio Penitenciario y Prefectura Naval y trabajadores de la sanidad que atienden en el hospital del pueblo. Además del comercio local.
El pasar mucho tiempo fuera del hogar es el costo que más lamentan los consultados, estar lejos de sus hijos y el tiempo que se pierde viajando, en promedio dos horas, ya que la mayoría opta por no regresar al mediodía porque así agregarían dos horas más sólo viajando, más el incremento económico de dos boletos más.
Lo que se resignó
A la hora de enfocar lo que sacrificaron con la opción de irse a vivir a 30 kilómetros de la capital provincial, los nuevos habitantes exponen que no los conforma el nivel educativo en las diferentes primarias y la secundaria, y la falta de actividades para contener a la juventud con otras alternativas que no sean las bailantas del fin de semana. Fuera de ellas, muchas opciones no hay.
Aún peor, temen por lo que puede suceder en el ámbito de la noche. Candelaria es un lugar elegido para salir por jóvenes de Posadas y Garupá, que en algunas ocasiones se enfrentan defendiendo falsas identidades de sus lugares de origen.
Una de las razones que motiva la llegada de gran cantidad de personas a la noche candelariense es que el Código de Nocturnidad es muy laxo en la ciudad.
Preocupa, como en todo el país, el altísimo consumo de alcohol, en menor medida de drogas y los accidentes que se han producido, costando varias vidas. Un lugar muy peligroso es el cruce en la Ruta Nacional 12 y hace mucho tiempo que los vecinos vienen reclamando por semaforización en el lugar.
Pero los habitantes, que han emigrado a la ciudad, dicen haber optado entre lugares muy periféricos de Posadas, como por ejemplo Itaembé Miní, otros más cercanos al aeropuerto de Posadas o entre los complejos habitacionales que se levantaron en Garupá.
En un gran porcentaje están conformes con la opción tomada, los que no están presos de la resignación o planeando irse.


Testimonios de los que llegaron
La familia Ríos aventura que no cambiarían por nada en el mundo la decisión de radicarse en la antigua capital. Hoy residen en el barrio San Cayetano y los motivó a dejar Posadas el gran cambio que estaba sufriendo el barrio El Brete. “Entre la inseguridad que vivíamos y la incertidumbre por lo que iba a pasar en lo que era el ex balneario, nos decidimos por Candelaria. El Iprodha nos había ofrecido darnos una casa en Itaembé o en Garupá, pero, por consejo de una familia amiga, nos vinimos acá. Es duro, trabajamos todo el día en Posadas, pero la paz que conseguimos acá no la cambiamos por nada”, aseguran.
El barrio Anselmo se construyó a la par del Santa Cecilia y es el más alejado de todos. Allí llegó, desde Villa Cabello, la familia Villalba. La jefa del hogar, Nélida, es la única que queda durante el día en el pueblo. “Mi marido trabaja todo el día en Posadas, en una casa de electrodomésticos y mis hijos van al Santa María. Paso todo el día sola, pero el pueblo es muy tranquilo. Se habla mucho de que es paso de narcotráfico, pero la verdad que vivimos tranquilos”.
Otros habitantes del Anselmo son los Toledo. Juan comenta que una cosa es vivir hoy y otra hace cuatro años, cuando se inauguró el barrio. “Antes el colectivo nos dejaba en la Escuela Santa Cecilia, a 15 cuadras. Hoy, desde que pusieron el Sistema Integrado, tenemos un colectivo que llega. En un momento pensé en volverme a Posadas, pero apareció el servicio y con mi familia decidimos quedarnos. Es muy tranquilo vivir en esta ciudad”.
Pero también están los que nunca se adaptan al tiempo que les lleva atravesar los 30 kilómetros que los separa de su lugar laboral en Posadas. Un ejemplo es la familia Noguera, domiciliada en el barrio Penitenciario. “Son dos horas por día y no podés volver al mediodía ya que sumás dos boletos más y dos horas más. Es muy cansador el colectivo y la planta de transferencia es más tardanza. Si no fuera por lo que se pierde de viaje, Candelaria es óptimo para vivir tranquilo. Eso sí, los colegios no son muy buenos, mis hijos -hoy tienen 3 y 5 años- van a ir a Posadas”.


La transformación que se viene

CANDELARIA. Desde hace dos meses, la tranquila cotidianeidad de los candelarienses se ve sacudida por camionetas, camiones y máquinas viales, que cruzan el pueblo de un lado a otro de la Ruta 12 que lo parte al medio. Las obras accesorias para cumplir con lo que requiere la puesta a Cota 83 de Yacyretá se trasladaron a Garupá y Candelaria.
La base más grande está ubicada en lo que es la entrada al Centro de Recría El Puma. Allí se levanta el campamento de la empresa Roggio, en tanto que a 200 metros de la Escuela 698, Sarandí Histórico, se instaló la empresa Eleprint S.A.
Dos importantes puentes son parte de las obras que tendrán en sus manos. Por un lado, el que cruza la  Ruta 12 por sobre el arroyo Garupá, muy en cercanía donde se levanta el barrio El Lago. El otro es el que unirá Candelaria con Profundidad y que tendrá una extensión aproximada de 4 kilómetros.
Cinco familias que viven en la zona rural que circunda el cauce hídrico serán relocalizadas y gran parte de esos campo serán inundados.
El intendente Carlos Flores despejó las dudas de quienes habitan el barrio 40 Viviendas, aledaño al Club UPCN y de cara al balneario, ya que había circulado la versión de que también serían relocalizadas dos manzanas. “Los únicos que serán trasladados son los que viven en la zona rural. Es muy bajo el nivel de relocalización en el municipio”.
A su vez el jefe comunal manifestó que la llegada de estas empresas generó empleo temporario y también el emplazamiento de una hormigonera cerca del acceso, una cantera y que el movimiento creció en los últimos meses.
Desde la intendencia se explica que las grandes obras de infraestructura que se levantarán en el ejido son el tratamiento costero y ahí entra en diferencias con la EBY. “Ellos proyectan 400 a 500 metros de costanera y necesitamos que sean mil metros”. Otras son los dos puentes mencionados y tres balnearios para el esparcimiento de los habitantes. Quedó en stand by el proyecto de anfiteatro en la costa.