El uso excesivo de reproductores MP3 provocaría lesiones graves

Miércoles 17 de enero de 2007
La tecnología ofrece cada día nuevos elementos que pueden ser utilizados en diversos momentos de la vida. Los reproductores de MP3, son actualmente una referencia ineludible en materia de herramientas musicables, según informaron desde la agencia Pro Salud News a El Territorio.
Sucesores del walkman y el discman, los reproductores poseen una inmensa capacidad de almacenamiento, lo que permite seleccionar numerosos temas musicales para poder disfrutar en cualquier momento.
Sin embargo, su utilización excesiva y prolongada es peligrosa, pues el incremento en los decibeles y la proximidad de los auriculares con el tímpano pueden provocar serias e irreversibles  lesiones.
“El oído del hombre está preparado para recibir los ruidos de la naturaleza que, por lo general, no superan los 90 decibeles. Con el paso de los años, se han ido fabricando otros ruidos muy importantes, de tonalidad aguda, situación que provoca el deterioro de los neuroepitelios que recubren las capas internas del oído. Si bien en la vejez esto suele suceder por causas fisiológicas, en los jóvenes que reciben ruidos de altísimos decibeles, se registra deterioro precoz”, explicó en diálogo con Pro-Salud News el doctor Vicente Diamante, presidente de la Fundación de Otorrinolaringología y director del “Centro de Implantes Cocleares Prof. Diamante” (CIC).
Bajar el volumen permite disfrutar de la música sin dañar los oídos.
De acuerdo con los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pérdida de audición provocada por el ruido es una de las enfermedades irreversibles más frecuentes y problemáticas de la actualidad, especialmente si se tiene en cuenta que la mayoría de quienes la padecen, son adolescentes que no sólo utilizan sus reproductores musicales todos los días, sino que además asisten frecuentemente a boliches en los cuales la música suele estar mucho más alta de los niveles aceptados (90 decibeles como máximo).
“Si la persona que está al lado de quien utiliza un reproductor, puede escuchar y diferenciar la canción que éste está escuchando o si el oyente grita cuando habla, es probable que el sonido esté superando los 85 o 90 decibeles, en cuyo caso y sumando la gran cantidad de horas de exposición a los ruidos, se puede estar produciendo una lesión en el oído. El grado de afectación, dependerá de las características de cada persona, resultando más perjudicadas aquellas que poseen oídos sensibles”, detalló el doctor Leopoldo Cordero, médico Otorrinolaringólogo, consultor del Hospital de niños Juan P. Garran.

Información para la prevención
Uno de los principales inconvenientes para el tratamiento de la sordera precoz radica en el desconocimiento y la falta de normativas. Mientras los boliches bailables ponen la música a 140 decibeles, los reproductores de MP3 carecen de un “tope” que permita limitar el exceso de volumen antes de llegar a los 120.
Al mismo tiempo, los usuarios carecen de información acerca de los inconvenientes que resultan de la exposición excesiva y prolongada, razón por la cual la consulta suele retrasarse y, debido a que el deterioro precoz es una afección asintomática, cuando el paciente comienza a darse cuenta que le cuesta comprender algunas palabras, o que no oye bien, suele ser muy tarde para reparar un daño que es irreversible.
Dependiendo de la sensibilidad de la cóclea de cada persona, el trauma acústico, puede empezar a manifestarse a través de zumbidos, para luego evolucionar en una sordera que va incrementándose si se mantiene el grado de exposición. Exceptuando los casos en los que se aborda el cuadro en sus primeros estadíos, el daño producido no tiene cura, sólo tratamiento.
“Aunque el número de consultas se ha incrementado, dado que las lesiones no se manifiestan inmediatamente por tratarse de una condición crónica y no aguda, cuando el trauma acústico ya ha producido pérdida de audición, no se revierte. Por eso, es importante trabajar en la prevención para que inmediatamente después de advertir dificultades en la comprensión o discriminación de las palabras, los chicos recurran al especialista”, postuló a la agencia el doctor Cordero.
En este sentido, el doctor Diamante indicó: “es relevante que la gente sepa que el oído soporta hasta ocho horas de exposición diaria a sonidos que no excedan los 85 o 90 decibeles. Si esa medida aumenta, el tiempo debe reducirse a la mitad, cada cinco decibeles. Lo importante es destacar que no hay que dejar de escuchar música pues es una actividad sumamente placentera, pero, hay que hacerlo conociendo los riesgos”.
Por ultimo, los especialistas consignaron que si a las dos horas de haberse quitado el auricular o salir de un boliche, se continúa percibiendo un ruido dentro del oído significa que hay un traumatismo acústico que puede tener consecuencias en la audición.

Contaminación sonora
Según un estudio de la OMS, la Capital federal de la República Argentina es la ciudad más ruidosa de América Latina.
Gracias a estos datos, Buenos Aires se asemeja a lugares del primer mundo pues su nivel de contaminación acústica está cerca de compararse con los de Tokio, Roma y Nueva York, las ciudades más ruidosas a nivel mundial.
Para comprobarlo, se realizaron mediciones en algunas de las esquinas de la ciudad. Lo hicieron con la ayuda de un sonómetro, un aparato que, utilizando un micrófono, muestra en una pantalla el valor del nivel sonoro captado.
Este es otro de los factores que influye en el incremento de los decibeles de los reproductores pues, con el objetivo de tapar el ruido ambiente, los usuarios suelen subir el volumen.


Qué tan fuerte es dañino
¿Se encuentra en un lugar donde tiene que alzar su voz para conversar con alguien que está a menos de un brazo de distancia? ¿Escucha un zumbido o le parece que los sonidos son cortos o desafinados después de salir de un lugar ruidoso? En ese caso, usted probablemente estuvo expuesto a ruidos dañinos. El grado de riesgo de dañar su audición está relacionado tanto con el nivel del ruido como con la duración de la exposición a éste. El sonido se mide en decibeles (dB). La exposición prolongada (larga o repetida) a ruidos de niveles superiores a 85 decibeles puede causar pérdida de audición. Una conversación normal tiene un nivel de 60 decibeles. Un taladro de mano tiene un nivel de 98 decibeles, un pulverizador de pintura 105 decibeles, un martillo eléctrico 114 decibeles, y un taladro de percusión eléctrico 119 decibeles.