Tehuelche y chorote: la diversidad lingüística argentina en peligro

Jueves 15 de febrero de 2007
La convivencia con el “otro”, en un pueblo, en una región o en un país supone reconocer sus diferencias y aceptarlas. El “otro” puede hablar una lengua distinta, una cultura propia, creencias e ideas diferentes.
Durante los episodios ligados con la Conquista y la dominación de los pueblos, la lengua fue casi siempre un objeto de conquista: el otro, el indio, debía aprender el idioma del conquistador. ¿Qué sucedió entonces con esas otras lenguas?.

Las desaparecidas
Adónde habrán ido a parar los sonidos del chané, el vilela, el selknam, el hausch, el teuschen, el gününa küne, el allentiac y el millcayac? Nadie lo sabe, pero los lingüistas están seguros por lo menos de algo, ninguna de esas ocho lenguas indígenas que hablaban desde Salta hasta Tierra del Fuego, ya se escuchan. Su desaparición advierte sobre el futuro de la diversidad lingüística del país.
Para advertir el futuro hay que volver al pasado, justo antes de la llegada del “hombre blanco” a estas tierras.
En ese entonces se calcula que se hablaban- solo en el territorio argentino- aproximadamente veinte o veinticinco lenguas pertenecientes a siete familias lingüísticas distintas.
“Tantas dudas y desacuerdos se deben a que estas lenguas son ágrafas, es decir, no quedaron registradas por escrito, salvo en los casos en que misioneros religiosos o los viajeros redactaron gramáticas y diccionarios” dedujo la periodista científica Valeria Román.
A lo cual se agrega que el conocimiento de algunas de ellas no permite diferenciar si se trataba de lenguas o de dialectos.
Hay otro asunto más importante: de todas las lenguas que todavía se hablan ¿cuántos hablantes quedan? Aquí también hay discrepancias, porque “el único censo sobre hablantes de lenguas indígenas se realizó en 1965 y  fue algo impreciso, ya que no se hizo con la intención de establecer si la gente que decía ser hablante en una determinada lengua podía expresarse en ella en forma fluida”, opina Ana Fernández Garay, especialista en lenguas indígenas del Instituto de Lingüística de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
El retroceso lingüístico
A pesar de que lo que pasó con los indios desde la llegada del “blanco” en adelante es historia bastante conocida y lamentable poca atención se prestó además a la supervivencia de sus lenguas.
La primera Ley de Educación de 1884 solo reconoció al castellano como lengua oficial y la lingüística recién comenzó a estudiar la lenguas indígenas en los años 60, pues antes se pensaba que no merecían ser estudiadas.
Desde entonces, los especialistas se preguntaron por que se dejaban de hablar.
“El retroceso de las lenguas indígenas comenzó principalmente con la conquista del desierto y del Chaco durante el siglo XIX cuando los indios fueron sometidos por los blancos que les enseñaron el castellano, casi sin opción.
Algunos grupos indígenas habían sojuzgado a otras comunidades y les impusieron el uso de su lengua, como ocurrió en el caso de los chané, en la provincia de Salta, que dejaron de utilizar totalmente su idioma porque así lo dispusieron los indios chiriguanos.
Otros grupos tehuelches derrotados por los mapuches, adoptaron su lengua y luego la española.
Son tan escasos los hablantes que no se auspicia poder revitalizarla.
“La pérdida de un idioma da mucha lástima, porque junto a la lengua se pierden también los mitos, los rituales, los personajes que hacen a la identidad cultural de cada comunidad indígena”, agrega Fernández Garay, en su libro “Testimonio de Tehuelches”.

En riesgo
Se ha detectado que las lenguas que corren más riesgo de extinción son el tehuelche, con menos de 10 hablantes, en Santa Cruz, y el chorote, en Salta, con solo 400 hablantes.
Los demás como el mapuche,  el wichi, el mataco, el pilagá, el mocoví, el quechua de 60.000 hablantes argentinos, el chiriguano-chané 15.000 o el guaraní, no pasan por una situación muy grave, aunque tampoco salen del riesgo.

El salvataje
La citada Ana Fernández Garay aclara que la recuperación de una lengua debe ser emprendida en principio por el interés de cada comunidad: “no sirve de nada que se lo impongamos desde afuera, no hay que olvidar que nosotros, ‘los blancos’, ya hicimos bastante daño”
Joshua Fischman, uno de los más grandes sociólogos del lenguaje del  mundo recomienda que “cuando un idioma no tiene demasiada vigencia se debe comenzar con la transmisión intergeneracional durante todos los momentos del día, más adelante los más chicos podrán ser alfabetizados en su lengua materna”.