La carta del soldado que perdió la guerra sin perder la batalla

Domingo 2 de agosto de 2009
Relato inédito de los últimos combates de la guerra de Malvinas escrito en 1982. | La carta del soldado que perdió la guerra sin perder la batalla
Breve documento que se convierte en material histórico de primera mano, irrefutable crónica levantada desde el mismísimo frente de batalla y trasladada al papel con la emoción del combatiente, en su condición de hijo y de hermano, que detalla con precisión sucesos bélicos ocurridos hace 27 años

Gabriel Alejandro Santos, nacido el 28 de julio de 1961, era conscripto con asiento en Río Grande, y a punto de ser dado de baja, fue movilizado a Malvinas. en 1982.
Participó como infante de Marina  en combates contra comandos ingleses, enfrentó gurkas, reparó la base lanzamisiles, y resistió en su posición sin capitular. Una vez concertada la rendición total fue tomado prisionero y desde el buque que lo traía definitivamente de regreso escribió la misiva a su familia. Se la transcribe textualmente porque su estilo, apurado y sin correcciones sugiere la emoción, el miedo, el honor y el mensaje del soldado. Escrita “en caliente” tiene lógicos excesos verbales y datos que debieron ajustarse minimamente, (ver Cronología)                                                                      

La carta de Gabriel Santos
Buque Bahía Paraíso, 23 de junio de 1982.
¡Queridos viejos! Les escribe un soldado que no sólo ha vuelto ha vuelto a nacer sino que se encuentra en excelente estado. En estos momentos mi única preocupación es la tranquilidad que les pueda dar a ustedes por intermedio de esta carta porque seguramente estarán muy preocupados, pero ya pasó todo, y quiero que me escriban pronto para saber de ustedes. Yo esta carta voy a cerrarla acá, en el buque, y cuando llegue a tierra que es Puerto Belgrano, voy a tratar de mandarla. De allí creo que voy a ir al Batallón, y después, espero que a casa, pero ustedes escríbanme como siempre al remitente BIM 5 (Quinto Batallón de Infantería de Marina).
Bueno, ahora tranquilizándome un poco voy a contar todo lo que no quise poner en otras cartas por efectos de censura.
31 de marzo del 82. Yo me encontraba de civil y me enteré, de una forma que luego les voy a contar, que algo raro estaba pasando, mientras, a los demás compañeros, los jefes les decían que no nos íbamos de baja porque no había vuelo.
2 de abril del 82. El batallón 2 de Infantería de Marina desembarca y toma las Islas Malvinas, en ese momento nos hacen cambiar de verde y alistarnos para combate (aclaro que ese desembarco le correspondía a mi batallón porque es el mejor de la I.M. y creo, que en este momento, de las tres fuerzas, pero como justo este año no se había practicado desembarco, nos salvamos)
4 de abril del 82. El batallón 2 llega a Río Grande exactamente a nuestra unidad, cansados y victoriosos. Yo, todavía a pedido de mi jefe, me encargo de la parte Difusión,  y a partir de ese momento comienza a circular la versión de que alguna de las Unidades de Marina, y en ese momento no tuve dudas, de que éramos nosotros,  debería ir a Malvinas.
Luego dijeron que, parte del batallón (2) iba a Malvinas, y parte quedaba en tierra, entonces el suboficial dividió el grupo en dos. En uno colocó dos cabos nuevos que teníamos y cuatro compañeros más, y en el otro, a mí, a otro compañero también técnico, y a otros dos más; en ese momento también supe qué grupo era el que seguramente vendría a las Malvinas. Como el suboficial era relativamente nuevo en el batallón y venía de uno en el que no se hacen muchas campañas, me confió casi todos los arreglos a mí, así que anduve para todos lados recolectando material para mí y los demás, carpas, etcétera, durante cuatro días.
9 de abril de 1982. Con todo listo nos embarcamos en un avión Electra de la Armada Argentina. Llegamos a Puerto Argentino de noche, acomodamos el material, y nos tiramos adentro de un galpón que ya no existe por las bombas. Cuando me desperté a la mañana el material ya no estaba. El suboficial lo había cargado con un compañero debajo de la lluvia, sin despertarnos para que descansemos, muy buen tipo éste. Esa mañana posamos todo un grupo para la revista Radiolandia 2000 (en la página central, foto titulada: Nuestros muchachos) y nos dirigimos 15 kilómetros a pie hasta el lugar asignado al batallón. A partir de este momento nos dedicamos al trabajo, a cavar posiciones y a recuperar equipo; así llegamos a tener un pozo para los cinco, con habitación y puesto de guardia 10 puntos.
Así transcurrió el tiempo hasta el 1 de mayo que empezó el bombardeo, y los ingleses, ilusos, hicieron el primer intento de desembarco justo por nuestro sector; como resultado obtuvieron 81 bajas y 9 prisioneros de los 90 comandos que quisieron entrar. Luego, en los días sucesivos, continuaron los bombardeos de buques, pero nunca se animaron a bajar sabiendo que la Infantería de Marina estaba allí, y por otra parte, era el único lugar por donde podrían entrar barcos en la zona de Puerto Argentino. Luego siguió el bombardeo, y la impotencia nuestra que no le podíamos tirar con nada, porque no llegábamos, hasta que trajeron dos cañones viejos y de largo alcance, que usábamos más para espantarlos que para pegarles.
Todo siguió igual hasta que los ingleses se avivaron porque no son ningunos boludos y desembarcaron en San Carlos, a 80 kilómetros, allí había una Compañía de Ejército que peleó, pero en forma boluda, y cayeron como chorlitos.
Luego avanzaron a pie y se mandaron, a la vez, otro desembarco en Darwin, donde otra vez combatieron con el ejército, y los ejecutaron y tomaron prisioneros, y ahí ya los teníamos a 20 kilómetros y empezó a llegarnos la artillería terrestre a la zona de defensa de Puerto Argentino compuesta por los batallones (regimientos) 4-6-7-3-25, de Ejército y nosotros. Al primero que ejecutaron fue al 4, que lo agarraron durmiendo y los pasaron a degüello con solo 20 ingleses comandos y 50 gurkas, los cuales murieron al intentar hacer lo mismo con nosotros que nos hacíamos los dormidos porque nunca prendíamos ni un fósforo y les metimos toda la artillería, encima atrás de estos tipos llegó un batallón de gurkas que tomaron la colina del RI 4, pero que nosotros los hicimos también polvo. Al otro día los cagones del ejército, que se habían salvado por salir corriendo, se iban al pueblo. Quedaban el 3-7-6-25, y nosotros. Ese día pasó algo que me puso contento, me mandaron a primera línea a arreglar un aparato. Cuando lo vi y me dijeron qué era me quise morir: una palangana con un par de fierros y algunos cables mal conectados, era nuestra rampa para largar el misil Exocet. Con el suboficial nos pasamos todo el día metiendo mano en los cables pero al caer la tarde terminamos, aunque sin garantías, porque era algo bastante complicado para nosotros. Menos mal justo esa noche comenzaba el ataque final. A partir de las 10 de la noche se empezaron a borrar los del ejército, así que si se la van a contar de combatientes sáquenlos cagando, sólo el 7 combatió un poco nomás, duró dos horas.
Por nuestro lado intentaron, según los propios ingleses, en total 5 batallones. Se replegó a dos, los hicimos pomada y con los otros dos combatimos hasta la mañana. Con el misil se destruyó un buque, cosa que me puso muy contento pero a la vez me amargué al ver que del lado que estaba yo, lateral a mi batallón, por arriba del 7, ya habían pasado los ingleses y los veía que venían hacia donde yo estaba. Esto era señal de que habíamos quedado solos y que al fin y al cabo nos estaban rodeando; avisé directamente al comandante y nos ordenó replegarnos hasta su posición, 80 metros tras la mía, en una altura. Allí escuché dos veces por radio la orden de que nos replegáramos hacia el pueblo, dada por el jefe de la Brigada de Ejército, pero como todavía no llegaban hasta nosotros el comandante ordenó replegar al frente y no a nosotros; allí fue cuando tuve oportunidad de bajar cuatro cargadores llorando de rabia, porque sabía que habíamos perdido la guerra a pesar de que a mi batallón no lo habían vencido. En ese momento el comandante se replegó con nosotros, pero no hacia el pueblo, porque él todavía conservaba esperanzas, fuimos hacia otra montaña para organizar la defensa confiando que el Ejército iba a volver, pero no fue así y encima los ingleses nos cayeron en helicópteros; uno tuvo que bajar por las averías. De allí los que bajaron de ellos murieron, y de otros dos helicópteros bajaron también, y quedaron también más o menos 70 ingleses más, pero nuestros murieron cuatro más. En total con todo lo que hicimos sólo hubo alrededor de 50 muertos. De allí no nos quedó más remedio que ir al pueblo, a partir de ese momento fuimos prisioneros, y los ingleses, que son los que regulan quien se va y quien se queda, entonces estos tipos nos dejaron y empezaron a evacuar a los de Ejército porque nos decían que nosotros éramos tropas especiales, comandos, y no había forma de convencerlos de que éramos un batallón común, por las numerosas bajas que les causamos. Nos hicieron laburar durante estos días pero nos dieron de comer y no nos trataron del todo mal hasta que al final nos creyeron por los documentos y diversas intervenciones de altos jefes y nos largaron últimos, pero mejor, porque este buque es argentino, hospital, nos bañamos, nos cambiamos de ropa íntegra y comimos y dormimos como duques.
Bueno, hasta aquí he llegado, espero que guarden esta carta porque en esta está condensado más o menos lo que nos pasó, Otra cosa, los ingleses eran 30.000 y no 7.000, como dicen por ahí, espero que me contesten pronto y me cuenten como están ustedes. Chau, hasta pronto. Un beso y saludos para todos. Gabriel, el soldado que perdió la guerra y no la batalla.


Cómo llegó la carta de Gabriel Santos a Misiones

Néstor Horacio Santos (53), hermano de Gabriel, nació en Tolosa, La Plata, provincia de Buenos Aires, es licenciado en Higiene y Seguridad y vive hace 26  en Posadas. Fue entrevistado por El Territorio.

¿Cómo llega la carta a Misiones?
Viajé a La Plata en el 2005 cuando falleció mi madre, entre cuyas pertenencias hallé la carta que Gabriel le había enviado en 1982, y me la traje. Mi hermano murió hace dos años.

¿Cómo era Gabriel en aquel entonces?
Era un tipo increíble, con una inteligencia fuera de lo común. “Uno en un millón”, decían quienes lo conocieron. Se había recibido de técnico electrónico. Por eso fue que el propio Seineldín, en Malvinas, pidió que reparase la base casera portátil que habían fabricado dos ingenieros argentinos para lanzar los Exocets y además Gabriel sabía inglés, así que fue traductor en las horas que siguieron a la rendición del 14 de junio. Por su conducta y heroísmo durante la guerra fue reconocido en vida varias veces, incluso por los propios ingleses, al punto que antes que fuera tomado prisionero cambió su niforme por el de un cadáver para que no lo reconozcan los gurkas ávidos de venganza… Gabriel tuvo tres hijos, en la foto se lo ve con Gonzalo (18) aún en brazos, siguen Julieta (17) y Camila (6).


    Breve Cronología de 1982
  • El 2 de abril las tropas argentinas desembarcan en Malvinas. Al día siguiente, lo hicieron en las Georgias.
  • El 5 de abril zarpa de Portsmouth, la flota inglesa.
  • El 22 de abril fracasa un desembarco inglés.
  • El 26 de abril los ingleses recuperan las Georgias.
  • El 1 de mayo comienzan los ya famosos combates aero-navales.
  • El 2 de mayo es hundido el crucero General Belgrano.
  • El 21 de mayo los ingleses establecen cabecera de playa en San Carlos.
  • El 28 de mayo avanzan sobre Darwin y Pradera del Ganso. Al día siguiente cae Darwin.
  • El 8 de junio, es rechazado un desembarco en Bahía Agradable.
  • El 12 de junio, los ingleses avanzan hacia Puerto Argentino, combaten en Two Sisters, Langdon y Harriet. Al día siguiente ocupan las alturas cercanas…
  • El 14 de junio capitula Puerto Argentino.
  • 20 de junio los ingleses ocupan las islas Sándwich y decretan el cese de hostilidades.