El Movimiento 14 de Mayo

Domingo 21 de mayo de 2006


El 14 de mayo recuerda la independencia del país hermano del Paraguay, pero también es el símbolo de un movimiento guerrillero revolucionario que intentó estrepitosamente derrocar a la sangrienta dictadura del general Alfredo Stroessner.
Jóvenes idealistas, militantes comprometidos, patriotas apasionados, exiliados en constante persecución, y mujeres compañeras; todos ellos consiguieron preocupar a la dictadura más prolongada de América latina, con sus más de tres décadas de vida ilegítima, y sin duda una de las más crueles vividas en el continente. Sí, acá nomás, del otro lado del Paraná; en Misiones se gestó el levantamiento armado, en una especie de experiencia cubana litoraleña.
Para comprender la experiencia del “Movimiento 14 de Mayo” (M14), es inevitable analizar el contexto sociopolítico y económico que se vivía en el Paraguay y lo que estaba ocurriendo en el continente latinoamericano por esos años.
Paraguay venía de luchar una guerra con Bolivia y de sufrir numerosos enfrentamientos políticos internos que lo ubicaban en una situación de constante inestabilidad. Las bases de la creación del M14 están arraigadas profundamente en los devenires de esos hechos, ya que muchos veteranos de la Guerra del Chaco y activos participantes en las revueltas de febrero del 36 contra el gobierno liberal y de la Revolución del 47 contra el presidente militar Higinio Morínigo, fueron los principales ideólogos en la creación del movimiento.
Paraguay le ganó una guerra a Bolivia (la Guerra del Chaco) que no le trajo beneficios, porque los intereses que la originaron provenían de capitales petrolíferos extranjeros, y porque la oligarquía local vinculada a estos foráneos facilitó la entrega de numerosas tierras a particulares y la posterior explotación de sus riquezas.
Numerosos combatientes del Chaco que habían defendido su patria se alzaron contra el gobierno liberal en la revolución del 17 de febrero de 1936. Los febreristas, como se denominaron, llegaron al poder de la mano del General Franco, que implantó un gobierno revolucionario con miras hacia el pueblo, prometiendo una reforma agraria y el término de gobiernos entreguistas y corruptos. El proyecto fracasó y fue derrocado por un nuevo golpe militar. El gobierno del general Morínigo instauró las bases de un Estado fascista, que provocó en 1947 un levantamiento popular en el que participaron ideólogos del M14 y que dividió al país en dos. El sector moringuista-coloradista triunfó y años más tarde, un conflicto interno en el partido puso en el gobierno al coronel Alfredo Stroessner en 1954.
Gracias al aparato militar represivo que proporcionaba la manipulación absoluta de los resortes del Estado paraguayo y bajo una férrea propaganda política a su favor resaltando su figura, Stroessner fue consolidando su poder.
La dictadura poseía todos los elementos de un fascismo a la italiana o la hitleriana: partido único (el Partido Colorado), un Estado y una sociedad militarizada, persecuciones, prohibiciones, ejecuciones y la instauración del miedo.
Entre algunas aberraciones, existía la obligación de pertenecer al Partido Colorado para acceder a algún trabajo “decente”.
La obligatoriedad del servicio militar, base del reclutamiento de las Fuerzas Armadas, produjo la militarización de la sociedad paraguaya. La mayoría de los hombres tenía algún conocimiento del uso de las armas y tácticas militares. Producto de guerras  injustas, la hombría y el patriotismo son parte de un deber ciudadano que se lleva con orgullo. Y eso era uno de los rasgos fundamentales del hombre paraguayo de esa época
En tanto, en América latina el movimiento sandinista de los años 30 para la liberación de Nicaragua, fue el punto de partida para la efervescencia popular latinoamericana, y la Revolución Cubana bajo el triunfo de la guerrilla liderada por Fidel Castro y el Che Guevara, concretó parte de esos sueños. Estos hechos alentaban y llenaban de entusiasmo a los jóvenes de un continente signado por las desgracias y ávido de cambios profundos y revolucionarios.

De las fronteras a la libertad
El Movimiento 14 de Mayo fue una organización armada de base popular formada por jóvenes exiliados, en su mayoría miembros del Partido Liberal y del Partido Revolucionario Febrerista.
Una de las características fundamentales de la organización era su carácter pluralista, ya que no se discriminaba por ascendencia política y eran aceptados todos aquellos ciudadanos del país que quisieran desterrar a la dictadura, incluidos revolucionarios extranjeros, como argentinos y uruguayos.
El Paraguay de la era Stroessner sufrió un exilio intensivo que llegó a un número de entre 200.000 y 450.000 personas sobre una población de 1.500.000 habitantes. La mayoría de ellos se asentaron en la Argentina.
Sobre esta inmensa masa de “migrantes” paraguayos en el país, nace el M14, cuyo nombre se debe a la fecha de la independencia del Paraguay y se conforma como una organización pluralista, en la que participan militantes y simpatizantes de todos los partidos políticos.
“Ni de liberales, ni de colorados, ni de izquierdistas, éramos todos paraguayos idealistas”, dijo en una oportunidad un integrantes del movimiento.
El propósito concreto de la organización era derrocar al general Stroessner y permitir el regreso de miles de paraguayos. Muchos de ellos tenían como único objetivo levantarse en armas para volver a su amado país y reinsertarse en la vida política y social. Para los que no pudieron regresar, el fin era mucho más comprometido: instalar un gobierno revolucionario para trasformar y liberar definitivamente a la nación.
En lo que sí todos coincidían era en el carácter armado del movimiento. En que la lucha armada era la única opción para derrocar a un régimen dictatorial.
Un joven paraguayo apasionado y comprometido se convirtió en su líder natural: Juan José Rotela.

La Gran Invasión
La frontera argentina con el Paraguay fue la región donde se concentraron la mayoría de los exiliados; y Misiones se convertiría en una protagonista exclusiva de la experiencia revolucionaria guaraní. A la provincia llegaron paraguayos de muchos rincones del país, para preparar lo que ellos denominaron La Gran Invasión: una movilización coordinada mediante ataques puntuales cruzando el río Paraná con el propósito de levantar a la población local.
Posadas pasó a ser el centro neurálgico de la avanzada guerrillera, ya que en ella estaba la mayor concentración de los cuadros.
Durante su estadía en la ciudad ribereña, recibieron en unos pocos meses, armamento y entrenamiento en la estrategia de guerra de guerrilla, practicando en chacras de amigos en zonas como las inmediaciones del aeropuerto capitalino o algunos campos en la localidad de Cerro Corá; incluso con la ayuda de policías locales que les facilitaron algunas ametralladoras.
El papel de los pyragües, como se llamaba a los grupos del Servicio de Inteligencia de Stroessner, influyó considerablemente en la posterior derrota del M14, infiltrándose dentro de los cuadros de la organización y generando malentendidos y desconfianzas en las relaciones entre los miembros.
Junto con estas traidoras infiltraciones, el pluralismo reinante dentro de la organización dificultaba la toma de decisiones.
Las columnas liberales se concentraron en Posadas y las febreristas en el Alto Paraná misionero, entrenándose en medio de la espesa selva paranaense.
El zarpazo revolucionario fue fijado para el 12 de diciembre de 1959, y se planeó en cinco frentes de ingreso fronterizo simultáneo, todos partiendo de las orillas ribereñas misioneras. Intercomunicados por radio, los puntos de entrada fueron Posadas, Puerto Rico, Eldorado, Puerto Península y Puerto Iguazú.
La estrategia, tal como lo especifica el manual de la guerra de guerrilla, fue el ataque múltiple con el propósito de dificultar una respuesta del Ejército. El factor sorpresa y el factor velocidad en el accionar son indispensables para contrarrestar la desventaja que implica una guerra que se sabe, será prolongada.
El frente “posadeño”, por donde ingresarían las tropas hacia Paraguay vía Encarnación y donde se tomarían los destacamentos policiales, militares y la sede del Gobierno local, lo hizo cruzando el río desde el balneario municipal El Brete.
El plan completo de combate consistía en que Encarnación sería el punto de cabecera. Los demás frentes debían adentrarse rápidamente hacia territorio paraguayo para tomar poblados y sumar gente para el golpe final que sería en Asunción; allí estaba establecida otra columna a la espera de los insurgentes para tomar definitivamente el poder.
Los intrépidos legionarios que partieron desde Posadas lo hicieron en tres canoas, entre las que iban Rubén Ayala Ferreira, Carlos Madelaire, su líder Juan José Rotela, y un argentino. Dos de ellas fueron interceptadas en el canal del río y sus integrantes detenidos. La tercera, comandada por Rotela, se desvió de su curso y se dirigió hacia San Juan-í, un poblado cercano a Encarnación, logrando exitosamente tocar tierra paraguaya.
Pero el Frente de Encarnación fracasó estrepitosamente. Sumado a la detención de los canoeros, los encarnacenos comprometidos no salieron a la calle a pelear. Tomando diferentes testimonios de los protagonistas, se suman muchos factores que explicarían tal fracaso. Una versión atribuye a la mala fortuna, ya que una avioneta debía sobrevolar la ciudad paraguaya y arrojar una bomba como señal para que la población saliera a pelear. El misil nunca explotó.
Otro guerrillero arguyó que fueron avisados telefónicamente de que los encarnacenos no saldrían a la lucha y que abandonasen la travesía. Una tercera asegura que hubo señas de luces provenientes de la costa posadeña. El trabajo espía de los pyragües consistía en que un automóvil ubicado en el Parque Paraguayo, mediante señas de luz, avisaría que las columnas estaban cruzando el río.
La columna que partió desde Puerto Rico logró cruzar la frontera pero fue diezmada tras enfrentamientos con fuerzas del orden. En tanto el frente de Puerto Iguazú tuvo también un éxito preliminar con la toma de algunos destacamentos policiales y gubernamentales de los poblados locales. Pero informadas de los fracasos río abajo y en un intento de regreso hacia Argentina para reorganizarse, la mayoría de las columnas fueron derrotadas, sus miembros apresados y posteriormente enviados a Asunción.
A las dos semanas de comenzada la travesía, prácticamente el M14 estaba derrotado.
A partir de allí, todo fue maltrato, tortura, violación a compañeras, azotes, picanas, trabajos forzados…en fin, la dictadura y su régimen del terror en su cruda y máxima expresión. Y a todo ello, le siguieron los simulacros de fusilamientos, las muertes, la resistencia.
Aislados entre sí, los prisioneros fueron destinados a distintos puntos inhóspitos del territorio paraguayo. Pero la precariedad también llegaba a los centros de detención y la fuga era una opción posible.
Los guerrilleros fueron enviados a una cárcel militar en Peña Hermosa, una isla en el Alto Paraguay sobre el río homónimo. Allí vivían en chozas hechas de barro y sometidos a trabajos forzosos; en una prisión que no tenía rejas, ni muros, con sólo cuatro puntos de guardia que vigilaban la zona.
El primer grupo que logró escapar estuvo integrado por cuatro guerrilleros, entre los que se encontraba Rubén Ayala Ferreira, y un soldado. Exitosamente lograron huir hacia el Mato Grosso en Brasil (ver Palabras de un...).
Esta huida entusiasmó al resto de los compañeros que estaban en ese campo de concentración, y organizaron una escapatoria novelesca. Tomaron el penal, apresaron a los guardias sin hacerles ningún daño, les ofrecieron a algunos irse con ellos, tomaron algunas armas y huyeron por el río.
Los 47 presos del presidio de Peña Hermosa escaparon, avergonzando a la dictadura que se creía invencible. El gobierno nunca hizo mucho al respecto, y los idealistas del M14 volvieron al exilio.


Palabras de un guerrillero
Rubén Ayala Ferreira, un ex integrante del Movimiento 14 de Mayo, vive actualmente en su casa del barrio Villa Cabello en la ciudad de Posadas desde que se fugó del penal en Peña Hermosa.
Ayala Ferreira, hijo de Eligio Ayala, quien fuera presidente del Paraguay, relató apasionadamente a El Territorio sus experiencias, anécdotas y tormentos vividos en aquellos años en los que decidió empuñar un arma con el firme propósito de liberar al pueblo paraguayo.
“A los 17 ó 18 años me vine para la Argentina, buscando trabajo. Mi exilio fue un exilio económico, pero también político en el fondo. Yo vengo de una familia de liberales, y en Paraguay no había trabajo. Había que afiliarse al Partido Colorado para conseguirlo”.
“Vivíamos quince paraguayos en una pensión, había muchos paraguayos. En Buenos Aires se respiraba una sensación de euforia y optimismo, y comenzó a gestarse entre nosotros la certeza de que por los canales democráticos era imposible acabar con la dictadura de Stroessner”, relató Rubén.
Ese clima de entusiasta efervescencia fue el caldo de cultivo para la gesta del M14, y Rubén fue parte de esa masa de exiliados que poseían el ideal de hacer algo por su país.
“Recuerdo que nosotros mismos aportábamos para el movimiento, no como ahora que es al revés. Donábamos dinero, organizábamos bailes y esas cosas”.
Cuando se le preguntó sobre qué lo había llevado a integrar el M14, siempre resaltó rasgos como la convicción y el idealismo de él y de los suyos.
“Estábamos convencidos, el idealismo nos movía. Nosotros dábamos, el deseo no era ocupar un cargo, no había ambiciones personales. Cuando tomás una decisión como ésta, lo único que tenés para dar es tu vida, y nosotros íbamos a dar nuestra vida por nuestro pueblo, por el campesino, el obrero, el colono”.
El ex guerrillero explicó con  precisión los factores que para él influyeron en el repentino fracaso del combate y contó que en el entrenamiento había “un grado de improvisación y desorganización”. “Nos preparamos en muy malas condiciones materiales. Las armas eran de la dictadura y había que sacárselas, nos decían. Hasta había gente que partió con hondas como arma. Es que en ese momento, la única arma era la convicción y el idealismo, y eso sentía yo”.
“Yo creo que se minimizó demasiado la capacidad del Gobierno. No dejaron incubar nada y nosotros creíamos que la gente nos iba a salir a recibir y a apoyar masivamente, y no fue así. Pero en ese momento no pensábamos en todo eso. Teníamos conocimiento teórico de cuestiones elementales sobre cómo atacar y esas cosas, pero nada mas... Por más que tenía las manos vacías, no iba a regresar”, sentenció Rubén en relación a su embarque en uno de los botes que partió del balneario El Brete.
La charla se intensificó y tomó grados de gran emotividad cuando desprendidamente, pero a la vez con congoja que reflejaba en su mirada, como tratando de regresar esas imágenes traumáticas al relato, Rubén contó con gestos y demostraciones elocuentes las sesiones de tortura y encarcelamiento.
“Más temor sentís cuando esperás tu turno para que te torturen. Escuchás golpes, gritos, llantos de los que están antes que vos, y eso te aterra. Es más tremendo y doloroso que los golpes, pero yo pensaba: estos tipos a mí no me van a sacar un solo gemido”.
La fuga fue otras de las cosas que recordó. Rubén fue el primero, con cuatro compañeros más y un soldado del presidio, en escaparse de la isla que los tenía apresados. Lograron cruzar el río en una canoa, y luego de casi dos días de caminata pasaron al Brasil; y tiempo después Rubén se instaló definitivamente en Misiones.
Y cuando pudo volver a su país en 1989, se encontró con otra realidad: “Era otro Paraguay, un país corrupto, delincuente, con miedo. Desapareció el paraguayo valiente”, caracterizó Ayala los tristes legados de un régimen que duró más de 30 años.
“Acá en Misiones nunca sentí miedo, no encontré otra cosa que no fuera solidaridad y cariño. Jamás fui discriminado y le debo todo a esta provincia, que me cobijó”.

Fuentes:
“Movimiento 14 de Mayo para la liberación del Paraguay. 1959”. Diana Arellano.
“Historia de América en el siglo XX”.

Agradecimiento especial a Diana Arellano y Rubén Ayala Ferreira.

Diego Schroeder