Gabriel García Márquez cumple hoy 80 años y lo festejará todo el mundo

Martes 6 de marzo de 2007
Sonriente. | No es muy amante de los homenajes, pero es alegre y amable.
El 6 de marzo de 1927 nació Gabriel García Márquez en la localidad de Aracataca (hoy llamada en su honor Macondo), Colombia. Lector precoz de Julio Verne y Emilio Salgari, fue estudiante de derecho, y publicó su primer cuento en “El Espectador”, periódico de Bogotá, en el que debutó como periodista.
A los 40 años, despachó con gran esfuerzo a Buenos Aires en varias remesas, los originales de una novela que vendió al principio 8.000 ejemplares y a los dos años, medio millón.
Quince años después, y con 55 años, García Márquez recibió el Nobel de Literatura.
Hoy será homenajeado en todo el mundo pero no estará en la gran fiesta que ha preparado su pueblo natal. Hoy habrá un amanecer (con cañonazos) que despertarán a los cataqueros, gentilicio de los oriundos de Aracataca, norte de Colombia, para recordar que ese día su hijo más ilustre, Gabriel García Márquez, cumple 80 años.

Los números
Hoy cumple 80 años el escritor, 60 años de la publicación de su primer cuento, 40 de la publicación de esa novela, “Cien años de soledad”, y 25 de haber recibido el Premio Nobel.
García Márquez necesitó 40 años y los dos tercios de su carrera de escritor, para producir su obra más grande.
Los números conforman hoy una rara conjunción de 80, 60, 40, 25… y es cierto que las fechas son provisorias como la  enigmática constelación que aparece y desaparece, pero no es un hecho menor para un hombre cuya ciencia no es matemática.

Su pueblo imaginario: Macondo
El gitano Melquíades conecta al imaginario pueblo de Macondo con el mundo, pero no con cualquiera. Para sus habitantes, aquel mundo del que habla Melquíades, y del que trae imanes, lentes de aumento, astrolabios, es el verdadero mundo fantástico, mundo de locos y magia diabólica.
Melquíades conecta a Macondo con la astronomía y con la alquimia, con los telescopios y con las lupas, con instrumentos de navegación y con el electromagnetismo… Melquíades es el compendio de un mundo de conocimientos que está a punto de estallar, entre las ciencias modernas y la magia. Se preanuncia la televisión y la Internet:
“La ciencia ha eliminado las distancias. Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la Tierra, sin moverse de su casa”.
Con cartas de mareas y los instrumentos, José Arcadio Buendía, se enfrasca en cálculos y operaciones mentales, hasta que un día proclama en la mesa familiar: “La Tierra es redonda como una naranja”; “Si has de volverte loco, vuélvete tu solo, pero no trates de inculcar a los niños tus ideas de gitano” le responde su mujer.
Este es el primer acontecimiento que narra “Cien años de soledad”. En él está el tono del libro que ganó la simpatía de millones de lectores, un relato de maravillas sucedidas en un pueblo imaginario, tratado con humor y prosa transparente.
Cuando se publicó “Cien años de soledad”, el terreno estaba fértil para que los círculos literarios, y sobre todo el lector americano medio -estudiantes, profesionales y amantes de los libros de México o Buenos Aires, de Bogotá o Lima- y el periodismo, produjeran lo que la crítica literaria llamó “boom” de la literatura latinoamericana: en 1962, el mexicano Carlos Fuentes publicó “La muerte de Artemio Cruz”; en 1963, el peruano Mario Vargas Llosa publicó “La ciudad y los perros”, y Julio Cortázar su “Rayuela”.

El realismo mágico
En 1949, en el prólogo de “El reino de este mundo”, el cubano Alejo Carpentier definió lo “real maravilloso”. Carpentier, erudito como pocos, dejó el legado de lo real maravilloso en manos de los que venían tras él. En 1976, Carpentier explicó que la noción de realismo mágico provenía del libro de un crítico alemán llamado Franz Roh, (1890-1965) titulado “El realismo mágico” en el que analizaba la producción de los pintores expresionistas alemanes, publicado en 1926.
“En América latina lo maravilloso se encuentra a la vuelta de cada esquina, en el desorden, en lo pintoresco de nuestras ciudades, en los rótulos callejeros o en nuestra vegetación o en nuestra naturaleza y, por decirlo todo, también en nuestra historia”, dijo Carpentier.


La obra “Cien años de soledad”
Francisco Porrúa, editor de Sudamericana, tuvo la corazonada de que “Cien años de soledad” provocaría un suceso de ventas y, acaso, un fenómeno cultural, sin embargo dos años antes, el propio García Márquez imaginó ese pueblo casi fantasma, fundado a raíz de una muerte, rodeado de agua y pantanos, y cuyos contactos con el mundo eran los de una tribu de gitanos en la que Melquíades era trasmisor empedernido de antiguas ciencias exactas.
La naturalidad de los elementos fantásticos diferencia a los escritores latinoamericanos de los artistas europeos.
“Cien años de soledad” resultó ser la más representativa obra de esa tendencia. “El problema más importante era destruir la línea de demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico -dijo García Márquez- porque en el mundo que trataba de evocar, esa barrera no existía. Pero necesitaba un tono inocente, que por su prestigio volviera verosímiles las cosas que menos lo parecían, y que lo hiciera sin perturbar la unidad del relato. También el lenguaje era una dificultad de fondo, pues la verdad no parece verdad simplemente porque lo sea, sino por la forma en que se diga”.