Messi, una vez más en el centro de las críticas

Lunes 6 de julio de 2015
Lionel Messi
Lionel Messi perdió su segunda final en menos de un año con el seleccionado argentino de fútbol, con rendimientos similares que
lo alejaron definitivamente de su versión como mejor jugador del mundo para acercarse a una más terrenal que cuestiona su carácter en partidos decisivos.
Su rostro triste fue una vez más la imagen que recorrió el mundo, esta vez con la Copa América de fondo y la medalla del segundo puesto, luego de un rendimiento que no se adecuó a su talla futbolística. La definición contra Chile era la chance de Messi para tener esa foto que todos querían ver. Sus manos sobre la Copa América, la camiseta albiceleste, el brazalete de capitán, la número 10 en la espalda y una sonrisa de oreja a oreja para celebrar con un plantel detrás y una lluvia de papelitos. Sin embargo, una vez más, como en la final ante Alemania en Brasil 2014, la decepción se apoderó del seleccionado argentino por el resultado, pero principalmente por lo que hizo en la cancha.
Esa frustración tiene a Messi en la mira porque no rindió. Lo que se esperaba de él quedó en la nada y la expectativa se redujo a un nuevo cuestionamiento a su figura. La historia entre el goleador histórico de Barcelona y el seleccionado argentino sumó un nuevo capítulo de desencuentros que generará un debate entre periodistas e hinchas para tratar de entender qué le pasa en las finales. A Messi se le va a exigir más que al resto porque es el mejor jugador del planeta y de eso no hay dudas.
Es incuestionable su talento por su despliegue en Barcelona ante los equipos más poderosos de Europa, pero también por algunos encuentros que disputó con la casaca albiceleste. Sin embargo, hasta el momento su imagen en la Argentina se asocia más con la de aquel jugador que “se borra en las difíciles”, una frase que le debe doler y mucho.
El funcionamiento del equipo no lo ayudó tal vez en este objetivo.
La pesadilla no terminó para Messi, que aún está buscando una explicación para semejante decepción, ya no sólo por un título, sino por el orgullo propio.