Maese Trotamundos y Javier Villafañe

Lunes 27 de junio de 2016
El títere de Javier Villafañe, ícono del género en Argentina y Misiones.

Javier Villafañe (1909/1996) fue el gran impulsor de los títeres en nuestro país y entre los muchos personajes que creó se destacó Maese Trotamundos (1933, ayer se cumplieron 83 años) que lo acompañó por los caminos hasta el final. Artista y muñeco vinieron a Misiones por primera vez en 1937 y le sirvieron de inspiración a Juan Enrique Acuña, nuestro titiritero, cuando los vio en San Ignacio. Regresarían en otras oportunidades.
Cuando el títere cumplía 22 años, Villafañe le dedicó unas hermosas líneas; el texto (Cumpleaños de Maese Trotamundos) fue escrito en Madrid, en junio de 1955 y se publicó tiempo después con el título de La piel de los títeres (1981). En él, el titiritero celebra fechas de su viejo compañero de andanzas, circunstancias de su lejano nacimiento y permite conocer la piel (del alma) de su muñeco animado, a través de un descarnado (y a la vez, poético) reportaje que Villafañe le realiza entrelíneas de una confesión.

La piel de los títeres
“Hace un tiempo cuando Maese Trotamundos entraba en la mayoría de edad le hice un reportaje. Lo encontré en una vieja carpeta (26 años después). No recuerdo si apareció publicado. Tenía este título: Cumpleaños de Maese Trotamundos. Y decía así: 'Dentro de pocos días Maese Trotamundos cumple 22 años. Nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1933. No se puede decir que al cumplir los 22 entrara en la mayoría de edad porque hacía frío, llovía, cuando Maese Trotamundos mueve por primera vez la cabeza y las manos en una mano del titiritero, y dice: ¡Respetable público!. Fueron sus primeras palabras.
Representaba tener alrededor de 30 años, la misma edad que representa hoy. Maese Trotamundos no tuvo infancia ni adolescencia. Le pasó lo mismo que a Adán, nuestro primer antepasado, que tampoco tuvo infancia ni adolescencia. ¿Qué edad tenia Adán cuando nació? Dios debía de ser joven entonces.
Trabajos de juventud fueron los que realizó durante seis días consecutivos sin conocer el descanso. Apartó la luz de las tinieblas, la tierra de las aguas, creó los reptiles, los peces, hizo producir la tierra, las lumbreras (etc. etc.) y por último dijo: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza'. Y lo hizo a Adán con el polvo de la tierra y alentó en su nariz sopló la vida. Si a Adán lo hubiese concebido una mujer, para poder seguir viviendo hubiera necesitado el pecho materno, o el de una nodriza, o una loba, como encontraron siglos después los afortunados gemelos Rómulo y Remo, o alguien que le suministrara un biberón a horario. Cosas totalmente imposibles de hallar en el Paraíso recién construido. Por lo tanto Adán no ensució pañales, ni conoció el gateo, ni fue el niño precoz, por suerte. Nació hombre - por eso somos tristes - y obligado a hacer el amor con la única mujer que tuvo a mano, Eva – por eso somos infieles, a veces- creada con una de sus costillas, que le arrancó Dios mientras dormía.
Maese Trotamundos nació pálido, delgado con una cabellera larga, un sombrero aludo, una corbata voladora, una camisa de hilo, pañuelo de titiritero, una amplia capa negra y una sonrisa fría, hacia abajo. La boca, la sonrisa, fueron modeladas con una lima de uñas que olvidó en el departamento de un poeta la señora de un profesor de lógica.

Reportaje
Villafañe: Hoy usted cumple 22 años de vida. De andar viajando por países, ciudades y pueblos.
Trotamundos: Gracias a mí usted pudo evadirse y partir. Partir y regresar. Usted regresó siempre ¿por qué no nos fuimos?
V: ¿Adónde?
T: No sé, pero tengo la certeza absoluta de que jamás hicimos un viaje. Siempre estamos por irnos. He visto maletas, una sobre otra, y a usted pegar marbetes con nombres de ciudades, de Cochabamba, Bahía, Génova, Bucarest, y al salir y regresar al punto de partida: Buenos Aires. Usted es el vagabundo con los pies clavados en la arena. Es el árbol que al escuchar el viento cree que se va, que se desprende de las raíces. A mí no me puede mentir.
V: Usted sabe que jamás le he mentido
T: No me ha mentido, pero me ha engañado. Respóndame. ¿Ha hecho, hemos hecho, alguna vez el viaje?
V:¿No viajamos por América, Europa, Asia?
T: Sí, pero no hicimos el viaje. El viaje sin "atrás", sin volver, sin pensar en unas paredes, en alguien que nos está esperando. Irse como se va el vagabundo, que lo único que tiene es el silbido que lo lleva y lo acompaña. Él hace el viaje. Se va y no regresa.
V: Escuche, Trotamundos…
T: No. Usted nos ha engañado. A todos nosotros nos ha engañado. A María, a Juancito, al Capitán, al Mago, al Caballero de la mano de fuego, al Diablo, a mí, y quizá a usted mismo también. Lo que se deja atrás debe quedar atrás. Y usted regresaba a la misma ciudad, a la misma calle, entraba en la misma casa, por la misma puerta a quitarle la tierra y las arañas a unos estantes con libros y fotografías que a veces cambiaba por otras, pero seguían siendo, al fin de cuentas, fotografías. Rostros que lo miraban con otros ojos y que usted terminaba por cansarse de mirarlos y partía. Y volvía de lejos otra vez. Y junto con usted volvíamos nosotros que no queríamos volver. Queríamos irnos, hacer el viaje.
V: Maese Trotamundos, escúcheme. Hoy cumple 22 años. ¿Qué quiere que le regale para sus cumpleaños? ¿Un sombrero, una capa, un teatro nuevo?
(Trotamundos habla acercando la voz al oído del titiritero. Pide la más absoluta reserva. Quiere que nadie, ninguno de sus compañeros sepa cuáles son sus deseos. El titiritero después de escucharlo se acaricia la barba. Piensa. Demora  en responder).
T: ¿Y?
V: Es imposible. Eso pasó una vez. No sé modelar el barro, y además no soy Dios.
T: Entonces quiero el viaje.
V: Me gustaría hacerlo, pero no se lo prometo. Yo tengo sangre, uñas en los dedos. ¿Me comprende?
T: No.

Por Javier Arguindegui
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