Libertad condicional a dealer que operaba en la chacra 29

Viernes 21 de octubre de 2016
371 gramos de cocaína incautaron en el allanamiento a su vivienda.

Se decía artesana y que fabricaba con sus propias manos finos objetos de yeso, pero su verdadero negocio era la venta de drogas a metros de una escuela de la chacra 29. Su bunker fue desbaratado en un allanamiento derivado de una investigación por robo, la condenaron en un juicio abreviado a cuatro años de prisión pero los cumplió en su domicilio y en las últimas horas fue beneficiada con la libertad condicional.
Se trata de Gretta Eileen Díaz (43), conocida como Polaca, quien desde el próximo lunes podrá llevar un ritmo de vida casi normal ya que ese día dejará de regir la prohibición que le impusieron de salir de su domicilio. La condena se dará por cumplida recién el 24 de noviembre de 2018 así que igualmente deberá cumplir una serie de requisitos legales.
Fijó domicilio en el mismo lugar donde fue detenida, sobre calle España casi 122. En ese lugar estará junto a sus hijos de 6, 10 y 17 años. Su buena conducta después de recibir la condena y el estrecho vínculo con sus chicos terminó siendo clave para que el Tribunal Federal falle a favor de sus aspiraciones. Será constantemente monitoreada por el Patronato de Liberados y si se le ocurre reincidir regresará de forma inmediata a prisión. 


Entregó la droga
La historia de esta mujer se descubrió de la manera más insólita y ocupó un lugar importante en las páginas de este diario. Salió a la luz porque dos menores que fueron detenidos por robo le contaron a los investigadores que habían entregado el botín “a la Polaca de calle España” y a partir de ese dato la sospecha apuntó a que se trataba de una reducidora de objetos robados. 
Con la orden del juez Correccional y de Menores, la mañana del 24 de febrero de 2014 los sabuesos de la división Investigaciones de la Policía de Misiones allanaron el inmueble en busca de cosas robadas, pero la sorpresa fue grande cuando estando en la cocina, la misma Polaca se acercó a los uniformados y entregó un envoltorio con cocaína.
La actitud confesa motivó a los pesquisas a revisar con más profundidad los ambientes de la casa y descubrieron que literalmente estaba minada de pequeños paquetes de marihuana y clorhidrato de cocaína. Encontraron tizas y ravioles en el primer cajón del bajo mesada de la cocina, en el interior de la puerta de la heladera, adentro de una taza, en dos vasos en el dormitorio, adentro de un ropero, en el pliegue de dos ventanas y en una puerta. 
También incautaron una veintena de teléfonos celulares adentro de una bolsa, alrededor de 10 mil pesos en moneda nacional, chilena, guaraníes y dólares. La droga secuestrada fue: 371 gramos de cocaína y 62 gramos de marihuana.
Su detención fue inmediata y el caso cobró trascendencia porque la venta se concretaba a metros de una escuela primaria, lo que agravó el delito de la mujer. Es más, en el barrio sus vecinos dijeron que estaban al tanto de todo porque siempre observaban a los adolescentes llegar para comprar droga pero nunca se quisieron involucrar.
En noviembre de ese año la causa llegó a juicio y la encartada decidió someterse a un abreviado por lo que oficialmente aceptó el delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, aceptando una condena de cuatro años de prisión; 16 días después logró salir de la Unidad Penal V del Servicio Penitenciario por el beneficio de prisión domiciliaria.