La heladera social necesita más donaciones para funcionar

Lunes 27 de junio de 2016
Los beneficiarios agradecieron la solidaridad de los vecinos en los últimos dos meses.
En la última semana, alrededor de 50 personas que habitualmente buscan el pan diario en la heladera social, ubicada en las avenidas Cabred y López Torres, se quedaron sin alimento debido a la falta de donaciones.
Ante esta situación los propietarios del local de comidas Alice, donde se halla la heladera, y los beneficiarios pidieron ayuda a la población para que el proyecto pueda seguir su marcha.
“Hasta hace dos semanas había 30 personas que venían a comer acá. Día a día, se van sumando más. Necesitamos que la gente nos ayude con las donaciones, porque no se da abasto”, contó Alicia Jall, propietaria de la rotisería Alice. 
Pese a las donaciones de los miembros del Club de Leones, se requiere de la ayuda de los vecinos para poder hacer frente a la demanda de alimentos. “Porque, cuando hay comida empiezan a salir gente de todos lados. Está funcionando bien, pero faltan porciones”, señaló Jall.
El proyecto también se lleva adelante en las localidades de Wanda, Puerto Iguazú y San Javier, donde la iniciativa solidaria es posible mediante la colaboración y el compromiso de los vecinos de esos municipios.

Hacen guardia en la zona
La escasez de los alimentos lleva a que, desde horas de la mañana, los beneficiarios vigilen de cerca la heladera para ver si alguien dona algún alimento. “Vengo temprano, porque mucha gente de la zona depende de esta heladera y no hay comida. Son pocas las donaciones”, contó José Villalba (53), quien vive entre los recovecos del Hospital. Ramón Madariaga de Posadas, precisamente enfrente al comedor de este nosocomio.
Con los brazos detrás de la espalda y la vista puesta en la heladera social, el hombre cuenta sus necesidades.
“Somos unos cuantos los que venimos a comer acá, yo soy solo, un adulto en situación de calle. Pero, hay una chica joven que viene con siete niños. Siempre al mediodía pasan por acá -hace referencia a la esquina del hospital- y me pregunta si alguien dejó algo. Ya hace varios días que no hay movimiento de nada”, lamentó.
Y mientras las horas iban pasando, se iban acercando otros vecinos en ojotas y con un caminar lento. “Éste que viene acá, es uno de los viejos que vive en el hospital conmigo. Él también viene temprano para no quedarse sin comida. Porque llevan todo encima”, aseguró José, mientras saludaba a su amigo.
Por su parte, Jall explicó: “Las donaciones están trayendo  miembros del Club de Leones y vecinos de la zona, pero todavía cuesta generar conciencia y que la gente lleve solamente una porción de comida. Hay algunos que vienen con mochila y llevan más de dos porciones. Lo que más se necesitan son las donaciones”.

Pasan días sin comer   
Entre los bancos, las veredas y paradas de colectivo, del barrio de Villa Urquiza, las familias y los adultos en situación de calle buscan un refugio para pasar las noches de frío. En tanto que en la heladera social encuentran los alimentos para aplacar el hambre desde hace casi tres meses. Pero el panorama cambió y cada vez les resulta más difícil encontrar un plato de comida. “A veces nos vienen a ayudar la gente de la iglesia, los evangélicos. Ellos nos traen un plato de comida caliente para pasar la noche. Para las personas que vivimos en la calle, la heladera es muy importante, es un lugar donde podemos conseguir una porción de comida para pasar el día”, contó José Villalba, quien hasta horas del mediodía aguardó con esperanza la llegada de algún vecino solidario.
El panorama se repite para la familia Ortiz, que reside en una vivienda que se halla frente al portón de ingreso del hospital de pediatría de esta ciudad. Todos los días esta familia que necesita de la ayuda de la población, ya sea con donaciones de ropa o alimentos, se dirige a la heladera social.
“En mi casa somos diez, está mi señora, mi suegra y mis siete hijos. Yo siempre traía la comida cuando volvía de la escuela de mi hijo, nos ayudaba mucho. Ahora, nos arreglamos con lo que saco de las changas, algo siempre hay para comer”, contó Joel Ortiz.