La calesita, una reliquia

Domingo 1 de marzo de 2015

Hay juegos que dejan marcas indelebles en la infancia. Algunos reviven a través de las fotografías, otros solo en los recuerdos  de sus protagonistas y unos pocos, resisten al paso del tiempo. Este es el caso de la calesita de las seis generaciones: un ícono de la niñez que se transformó en una reliquia para los vecinos de Puerto Rico, localidad que dista unos 140 kilómetros de Posadas.
Se trata de una calesita de hierro que construyó el ingeniero Timar, quien por la década del 60 trabajaba en la entonces Citrex -una fábrica de jugos de cítricos-. Cuando sus hijos crecieron, el buen hombre regaló  esa entrañable plataforma rotatoria con asientos, a las hermanas Stella Maris y Patricia, allá en 1971. Hasta que llegó el día en que las niñas dejaron las muñecas y los cuentos de hadas, y semejante patrimonio fue heredado por una de las primas, Leonor Kuhn.
Leonor es docente jubilada, nacida y criada en Puerto Rico y su esposo Roque Raúl Romero, oriundo de Tucumán, también disfruta las mieles de la jubilación. Se desempeñaba como buzo táctico.

El matrimonio Kuhn-Romero tiene una docena de hijos. Cada uno de ellos guarda con recelo sus propias anécdotas con esa calesita de hierro, que si bien perdió los colores aún tiene intacta la magia. Ahora son los nietos los que dan una y mil vueltas desparramando sonrisas.
“Estaba pintada multicolor. La lluvia y el sol borraron los colores, no así su recuerdo que por lo visto permanece en el corazón de los niños que la disfrutaron”.
“Nosotros heredamos la calesita en 1979/80 más o menos, ahí nuestros hijos mayores eran niños. Diría que centenares de niños jugaron en esa calesita, porque estuvo y sigue estando en nuestro patio y cada vez que había un cumpleaños, era parte de la diversión. Recuerdo que a veces se sentaban entre seis, 4 en los asientos y dos en los estribos. Como es íntegramente de hierro, éste se dobla por el sobrepeso, pero luego se endereza y sigue como si nada” comenta a NEA, Leonor.
Quien no haya jugado en el verde césped de la casona familiar, seguramente habrá oído alguna que otra historia. En ellas la calesita no pasó inadvertida.
No hay números exactos que den cuenta de la cantidad de usuarios del juego infantil desde 1960 hasta la actualidad. Igualmente, la calesita de las seis generaciones no entiende de estadísticas ni de tecnología, pero se destaca su resistencia. Resiste en la memoria, en los corazones, y en la mirada de los chicos que todavía disfrutan de esos giros infinitos.


El constructor
• El ingeniero Timar fue un profesional que vino de otra provincia a hacer el montaje de algunas maquinarias de la ex Citrex, una fábrica de jugos de cítricos muy importante que existió en Puerto Rico desde 1960 hasta 1998. Además fue requerido por otros empresarios de la zona para trabajos similares en yerbateras, olerías y aserraderos.

Por Griselda Acuña
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