Miércoles 21 de Abril de 2021

La Herencia Misionera

Glosario

Barrio: en las reducciones jesuíticas recibía el nombre del barrio el sector de viviendas de la planta urbana habitado por un mismo cacicazgo.
Antropofagia: práctica consistente en el consumo de carne humana. Entre los guaraníes prehispánicos la antropofagia estaba muy generalizada, siendo practicada generalmente con fines rituales y religiosos. Fue erradicada por los Padres jesuitas.
Poligamia: entre los guaraníes los caciques poseían varias esposas, lo cual era un rasgo de prestigio y autoridad. Era una práctica muy arraigada en la cultura guaraní, íntimamente vinculada con la organización socioeconómica del grupo. Los jesuitas advirtieron dicha realidad cultural y en los primeros contactos de evangelización no intentaron un cambio brusco de dicha situación, más aún cuando les era imprescindible obtener el beneplácito de los caciques. Con el tiempo, en forma gradual, la familia monogámica fue instituida en las reducciones y la poligamia condenada.


"Ante todo di orden a todos los caciques y a sus súbditos de tener a disposición sus yuntas de bueyes para la labranza, la arada y la siembra, como también sus hachas, azadones y cuñas de hierro para talar árboles en los bosques, desmontar la maleza y hacer otros trabajos de esta naturaleza.”

P. Antonio Sepp, misionero entre los años 1691 y 1733


Para Ubicarse

Reducción de San José: la mención de esta reducción, correspondiente al año 1657, hace referencia al asentamiento provisorio del pueblo, cuando estuvo asentado a orillas del río Paraná, entre San Ignacio y Corpus Christi.
Reducción de Corpus Christi: pueblo asentado a orillas del río Paraná, al norte de San Ignacio Miní. Fue la reducción más septentrional de las que estuvieron asentadas en la actual provincia de Misiones (Argentina).


Bastón de Mando

La vara o bastón de mando otorgado por el jesuita al cacique, frente a sus súbditos en una ceremonia pública, constituía un acto de gran contenido simbólico. Por este acto el jesuita reconocía la autoridad del cacique y la reafirmaba frente al grupo en la reducción que se fundaba.


La Poligamia

Quedó eliminada definitivamente como institución social de la cultura guaraní cuando con en el trazado urbano de las reducciones desapareció la tradicional casa comunal en la que vivían juntas varias familias emparentadas y se implementó la pequeña vivienda unifamiliar. De hecho la tira de vivienda de las reducciones no es más que un reflejo de la antigua larga casa comunal, pero dividida por sólidas paredes en habitaciones familiares independientes e incomunicadas.

Sociedad, producción y
consumo en las reducciones

La organización social, la economía, la producción de bienes y su consumo constituyen temas que siempre intrigaron a los estudiosos de las misiones jesuíticas. Los primeros en intentar comprenderlos fueron los funcionarios de la corona que ingresaron en los pueblos misioneros luego de la expulsión de los jesuitas, acaecida en el año 1768. Ellos, que ingresaban en ese universo prohibido para los no guaraníes por tantas décadas, con mecanismos propios de funcionamiento, con una idiosincrasia tan diferenciada y extraña al resto del mundo colonial, no escatimaron esfuerzos por comprender aquella realidad. Luego siguieron los intelectuales del siglo XIX y XX, y seguramente seguirán los del siglo XXI, buscando una respuesta a aquella República que había surgido en medio de la selva sudamericana. Una sociedad igualitaria, sin dinero, sin riqueza ni lujo, donde todos trabajaban y todos tenían acceso a los bienes de consumo, donde no existía el desamparo, donde los conceptos de propiedad y lucro no tenían cabida porque ni siguiera estaban presentes en las mentes de los individuos ni del colectivo. Nunca se llegó a una respuesta satisfactoria que explicara cabalmente aquel fenómeno; quizás no la haya. Sí podemos afirmar que aquella sociedad no fue una utopía: existió, se desarrolló en plenitud, hombres y mujeres vivieron días felices en ella, fue causa de admiración de los contemporáneos y lo es aún hoy del hombre presente.


 La tira de viviendas de la reducción jesuítica constituye una adaptación
 de la vivienda comunal guaraní prehispánica a las exigencias de la familia
 monogámica reduccional. (San Ignacio Miní).

Propiedad y comunidad en la mentalidad guaraní
En la cultura guaraní prehispánica, el concepto de comunidad prevalece frente al concepto de propiedad privada. Eran propiedades del indio únicamente aquellos elementos de uso personal, que hoy calificaríamos como bienes muebles, por ejemplo el arco y las flechas, las hamacas, vasijas cerámicas, morteros. En tanto que la tierra, los árboles, los animales del monte o de la selva eran considerados como pertenecientes a la comunidad. El animal cazado con mucho esfuerzo en el monte no era propiedad del cazador, sino de la comunidad, y con ella era compartido. Del mismo modo, el maíz cosechado no pertenecía aquel que lo había plantado, sino a la comunidad. Para el guaraní ese era el orden natural, justo, aceptado y jamás cuestionado. La idea de necesidad también era muy peculiar en el guaraní. La concepción espiritualista del mundo que poseía la sociedad guaraní prehispánica, otorgaba a este concepto un marco muy preciso y limitado. Las necesidades eran primordialmente espirituales, y sólo luego materiales. El diario alimento –entiéndase bien: el diario, no el de mañana–, la sencilla y práctica vestimenta, el arco y las flechas, la hamaca, algún río, arroyo o laguna cercanos. He aquí las necesidades materiales del guaraní, sin previsión de ninguna especie en vista de necesidades futuras. Todos los bienes se agotan y se consumen en el presente. No existe el acopio de excedentes, tampoco la especulación. Durante el siglo XVI ingresan en la región guaranítica los primeros conquistadores y colonizadores españoles y portugueses. Llegaban de una sociedad europea en la que ya se afianzaba un incipiente capitalismo, en la que prevalecían los conceptos de lucro, dinero, valores, interés, acumulación de bienes. Conceptos incomprensibles para los guaraníes y los demás pueblos aborígenes americanos. Del mismo modo que para los europeos resultaban ilógicas las actitudes de los indígenas respecto al trabajo, los bienes, la propiedad y el uso del tiempo. Los Padres franciscanos y luego los jesuitas tuvieron la asombrosa habilidad de respetar y aceptar ciertas concepciones culturales de los guaraníes, como la institución social del cacicazgo, la comunidad de bienes, el trabajo comunitario, la herboristería medicinal, y otras tantas que fueron siendo incorporadas lentamente a partir de un proceso de aculturación, tal el caso de la utilización racional del tiempo, la lengua. Ciertamente que otras fueron combatidas y nunca aceptadas, como ser el poder que detentaban los chamanes, la poligamia, la antropofagia, las prácticas funerarias no cristianas.


 El proyecto evangelizador queda simbolizado con toda su fuerza en la
 imponente fachada del templo jesuítico, contraponiéndose a la
 espiritualidad prehispánica proveniente del chamán. (San Ignacio Miní).

El cacicazgo, núcleo de la organización social
En la sociedad guaraní pre-jesuítica el poder se centraba en dos instituciones: el cacique y el chamán o payé. Ambos poderes habitualmente se enfrentaban, y eventualmente podían coincidir en una misma persona. El cacique era quien otorgaba cohesión social al grupo, mientras que el chamán creaba la unidad espiritual. El éxito de la conquista espiritual emprendida por los jesuitas se cimentó en la alianza lograda con los caciques en desmedro del poder de los chamanes. Del mismo modo que el poder detentado por el chamán constituía una amenaza para el cacique, representaba el principal obstáculo para la evangelización emprendida por la Compañía de Jesús. Los Padres pioneros de la etapa fundacional de los pueblos advirtieron con sagacidad que con la conversión del cacique venía inmediatamente la conversión de todos los componentes del cacicazgo, sin oposición alguna, salvo la de los chamanes. Pero éstos sucumbieron prontamente ante la estrategia de los jesuitas. Con la creación de los pueblos, los Padres afianzaron el poder de los caciques, otorgándoles prestigio y carácter institucional, permitiéndoseles inclusive la utilización del distintivo “Don” antecediendo al nombre y apellido. Simultáneamente usaron todos los medios disponibles para desprestigiar y relegar a los chamanes. Finalmente desaparecieron, quedando reducidos a la figura de un inofensivo curandero, muy útil en los pueblos por su dominio de la herboristería medicinal. Los sectores de viviendas en las plantas de los pueblos se organizaron en función de los cacicazgos. Cada cacique con sus súbditos integraba un barrio dentro de la planta urbana. El cacique con su familia tenía reservada una vivienda que se ubicaba preferentemente en las primeras tiras que bordeaban la plaza del pueblo, aunque en su estructura no se diferenciaban en absoluto del resto de las casas. El número de cacicazgo por pueblo era muy variable, así por ejemplo en el año 1657 la reducción de San José llegó a tener un máximo de 50 caciques, mientras que el pueblo de Corpus Christi poseía únicamente 2, y los demás pueblos se ubicaban en números que variaban entre los dos extremos señalados. Así como en la antigua aldea guaraní prehispánica existía un amplio espacio abierto en medio del conjunto de casas comunales que albergaban diversos cacicazgos, marcando el sentido de unión comunitaria, la reducción jesuítica ordena también los diversos barrios en torno a una plaza, rescatando con ello el concepto de comunidad y solidaridad propio de la cultura guaraní. La nueva sociedad guaraní reduccional de ningún modo implicó un corte abrupto con la realidad social anterior. Se fundamentó en ella y evolucionó paulatinamente a formas más complejas.

El hombre primitivo misionero
Los Avá y su modo de vida
América en la visión de los europeos
La ocupación de la región misionera
Hacia las fronteras
Mbororé, gloria de los misioneros y escarmiento de los bandeirantes
Sociedad, producción y consumo en las reducciones
El amabmaé y el tupambaé, dos modos de trabajar y producir
Gobierno y administración de los pueblos jesuíticos
Vivir en una reducción
La Guerra guaranítica
La rebelión guaraní
La expresión de la cultura en las reducciones
El urbanismo jesuítico-guaraní
La edificación de una reducción
Los caminos recorridos por el guaraní
El fin de la obra misional: la expulsión
La decadencia de los pueblos guaraníes posjesuíticos
El Yapeyú de Don Juan de San Martín
De los pueblos misioneros a centros productivos
Se quiebra la unidad
La revolución en las misiones
El reglamento de Belgrano
La revolución se internacionaliza –El avance e luso-brasileño sobre las misiones occidenales-
José Artigas –Teniente Gobernador-
Andrés Artigas, Comandante General de Misiones
Andrés Guaucurí, Artigas, y el intento de recuperación de los siete pueblos
Andrés Artigas, sus últimas campañas
Los sucesores de Andresito en Misiones
Misiones bajo el dominio paraguayo
Misiones, la ruta comercial del Paraguay
La dispersión final
Corrientes ocupa los territorios de las misiones meridionales
Los guaraníes misioneros, un destino de integración social
La herencia secular
Bibliografía
Fuentes documentales

Los Autores
Agradecimientos
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