Estaba muerto, lo llevaban a velar y su corazón volvió a latir

Domingo 25 de febrero de 2018
Todos los días agradece a Dios por devolverle la vida | Foto: María Rosa Fernández
“Después de esta vida no hay nada”, así lo sintió y lo afirmó Emilio Emanuel Alegre (57), quien fue dado por muerto. El hombre es empleado municipal y hace 30 años llegó a Candelaria desde su pueblo natal, Santo Pipó. Hace cuatros años padeció de leishmaniasis visceral y el año pasado tuvo una hemorragia interna que causó que su corazón deje de latir y los médicos, incluso, confirmaron su deceso. 
Según relató a El Territorio, hace cuatro años padeció de fiebre y otros síntomas, por lo que terminó hospitalizado en el Madariaga. En el centro asistencial le diagnosticaron leishmaniasis visceral y su estado era grave. Estuvo en una sala común y luego pasó a la terapia intensiva, permaneció en coma por más de un mes. “Comencé tratamiento, pero pasaban los días y mi estado empeoraba, me cuentan mis familiares”, relató. Tras haber estado más de un mes en terapia intensiva, los médicos comunican a sus familiares que había pocas esperanzas de que pueda salir adelante y que sólo un milagro lo haría. “Esa noche era el final, mi cuerpo no recibía la medicación y no había manera de seguir, esa noche me desconectaban los aparatos que me mantenían vivo y de pronto, me siento en la cama y pido agua, de acuerdo a lo que me cuenta mi hermano”, relató, y siguió: “Me acuerdo que tomé agua y llamaron a los médicos, todos corrían porque el milagro se había producido, según ellos, porque yo no me daba cuenta de nada”. En total estuvo internado tres meses y llegó a pesar 40 kilos. 
Pero, lo más relevante le sucedió el año pasado cuando estaba trabajando y comenzó a sentirse mal y a vomitar sangre, y se desvaneció. “Ese fue el final, mis pulmones quedaron rodeado de sangre a causa de una hemorragia interna luego de que una arteria se reventara”, narró. El hombre había sido trasladado a Posadas debido a la gravedad de su caso.  
Comentó que los médicos le informaron a su familia sobre el deceso y éstos mandaron a cavar la fosa para sepultarlo, arreglar la sala velatoria; incluso el intendente pidió una corona de flores para darle el último adiós al empleado. 
“Me habían tapado con la sábana porque mi corazón dejó de latir, ya no tenía respuestas a los intentos de reanimación; y cuando ya estaba todo listo para que me traigan a velar, de la nada mi corazón empezó a latir de manera muy acelerada y en ese momento me conectaron de nuevo los aparatos. Mi corazón se resistía a la muerte”,dijo. Aseguró que “eso fue un milagro, mi vida volvió, yo volví a nacer”. Reconoció que “es mentira eso que dicen de la luz, del túnel o que se encuentran con familiares fallecidos, para mí, la vida es solo ésta de acá, no hay otra”. Agradece a Dios por haberle devuelto la vida. Una secuela que le quedó es una dificultad en la movilidad de dos dedos de su mano y una molestia en una pierna. Además, se tiene que operar de una hernia y tiene miedo. Hasta hoy no sabe si la hemorragia estuvo asociada a la leishmaniasis.