EL PRESIDENTE

Viernes 18 de agosto de 2017

Si Ronald Reagan pudo saltar de actor a primer mandatario, por qué no pensar en nuestro Richard. El darinismo es un movimiento feroz que atrapa. El rebaño va por la selfie. Ahora que juega a Presidente de los argentinos, el efecto social es mayor. Mejor que cualquier encuesta, la imagen presidenciable de Ricardo puede medirse en vivo y en directo: el fotógrafo propone sacar un sillón como el de Rivadavia a la calle y sobreviene la “impunidad”. Todos quieren su souvenir para el Facebook. Darín, temple de monje tibetano, accede a las treinta y tantas fotos caseras.
En el cine, en la proyección privada de La cordillera, de Santiago Mitre, resuenan por lo bajo las opiniones: “Los ojos de Darín son como los de Macri”. “Bombita”, que encarna al presidente argentino Hernán Blanco, se ríe ante la comparación:“No son ni parecidos. Los ojos de él son muy claritos. Los míos, más oscuros. Pero no voy a hablar de él”.
La película que se estrenó ayer y fue filmada entre Buenos Aires, Bariloche y Chile, llega en un momento caliente de la escena política, 90 horas después del cierre de las Paso. Una cumbre de presidentes latinoamericanos, alianzas, estrategias y -cuando uno cree que asistimos a una pintura del entramado de cualquier gobierno-, llega el drama familiar ligado a una hija (Dolores Fonzi). Entre tanto, asesores de imagen que examinan con lupa a los medios, y medios que hablan de debilidad. “Fijamos que no tuviera ningún tipo de connotación con ningún personaje reconocible”, advierte Darín. “Insisto: me empieza a causar gracia aclarar todo el tiempo que es ficción”.

“Esto no está pasando. Esto no pasó”, se escucha varias veces a tu personaje. ¿Así funciona la política? ¿Si niego no existe?
En los grupos de análisis decir eso es como decir: eso es no darle trascencia. “Sí está pasando, pero no vamos a darle trascendencia para que no sea más fuerte”. No sé cómo es para el político. Pensá que todo esto es una conjetura. Una ficción. Nunca tenemos accesos a ese tipo de cosas. Creemos que se encuentran Trump y Putin y que son enemigos. Y a lo mejor los tipos se van a tomar cerveza y la estrategia es mostrar otra cosa.

¿Te generan estrés las entrevistas sobre una película política en medio de un escenario tan caliente?
No. Es una historia inventada.

Tu personaje dice: “El mal existe. No se llega a Presidente si uno no lo ha visto alguna vez”.
Sí, no se puede ser ingenuo. Pero hay gente que está enfocada en el bien común, del pueblo. Otra que no y eso existe. No lo podés desconocer.

¿Pero es una condición excluyente para ser Presidente?
-El tipo de la historia fue intendente, gobernador, y es imposible que en ese derrotero no se haya cruzado con cosas malas y haya tenido que mirar para otro lado. No creo en la inocencia de nada. Mucho menos en política. No tengo en claro cómo funcionan las cosas. La mayoría no lo sabe.