Amor a la mentira

Domingo 23 de abril de 2017
El 15 de marzo Página 12 publicó un extenso artículo sobre el candidato opositor ecuatoriano Guillermo Lasso, a quien acusaba de ser un buitre interno. Se lo explico rápido: Lasso es uno de los hombres más ricos del Ecuador, propietario del Banco de Guayaquil, que le presentó cara en las últimas elecciones a Lenín Moreno, el candidato del presidente Rafael Correa. El 19 de febrero a Moreno no le alcanzó (le faltaron centésimas) para ganar en primera vuelta, así que la elección del presidente se dirimiría en la segunda, el 2 de abril.
En 1999 se desató una crisis bancaria sin precedentes en el Ecuador. Lo de siempre; la bicicleta que se retroalimenta con dinero que paga intereses cada vez mayores hasta que no da más. Se armó la típica corrida; los bancos no tenían dinero para atender la demanda de los depositantes que querían retirar sus ahorros; el 8 de marzo el presidente Jamil Mahuad decretó un feriado bancario de 24 horas que terminó durando hasta de viernes 12. Los bancos que quedaron acostados debieron quebrar; el estado se quedó con sus bienes y estableció por ley la garantía de los sucres entrampados en ellos. Para recuperar sus depósitos los ahorristas debían hacerse con certificados para negociar después con la Agencia de Garantía de los Depósitos (AGD). La AGD liquidaba los bancos quebrados y con ese dinero debía devolver los depósitos a los ahorristas. Después vino la renuncia de Mahuad, la asunción de su vice Gustavo Noboa y la dolarización asesorada por el Mingo Cavallo. En el 2000 el Ecuador cambió el sucre por el dólar, que todavía es la moneda de curso legal en el país.
Al quedarse con el patrimonio de los bancos quebrados, la AGD se convirtió en la entidad pública más grande, rica y poderosa del Ecuador. Tenía infinidad de inmuebles, medios de comunicación, fábricas, obras de arte y miles de automóviles de alta gama que no terminaba de realizar nunca: los funcionarios se sentaban a administrar ese patrimonio y terminaron negociando a veces al 100% con los usureros que compraron hasta por el 40% o 50% los certificados de depósitos de los ahorristas. Cynthia García, la autora de la nota de Página 12, pone entre esos usureros a Guillermo Lasso y algunas de sus compañías (puede leerlo en el sitio de Página 12 si escribe en cualquier buscador las palabras Pagina 12 + Lasso + Cynthia).
Pero lo curioso de esta operación es que la SuperCom (Superintendencia de Comunicaciones: algo así como la Secretaría de Medios argentina) ha multado el viernes a siete medios de ese país por no publicar el informe de Cynthia García. Según el titular de la SuperCom la publicación debió hacerse antes de la segunda vuelta, cuando ya estaba prohibida la política, y la contravención que provoca la multa es nada más y nada menos que la censura previa. Se lo copio textual: “Se omitió a la ciudadanía dicha información por lo que se incurrió en censura previa, razón por lo cual se sanciona a los medios con diez salarios básicos”. La multa no resulta una cifra muy abultada pero sí un precedente que pone a las empresas sancionadas en el trance de consecuencias mucho mayores, como la pérdida de licencias.
Hasta aquí los hechos, más o menos, y perdone la larga explicación que no pretende ser exhaustiva ni juzgar otra actitud que la del gobierno ecuatoriano de sancionar a quienes no publican lo que ellos consideran que debe publicarse. Los medios del mundo libre decidimos lo que publicamos y lo que no y así ejercemos nuestra propia libertad de expresión y de prensa como cualquiera de los ciudadanos. La censura es un delito que se comete desde cualquier poder cuando coarta nuestra libertad (la mía y la suya) de expresar nuestras ideas por los medios que sea. Y los medios hoy son infinitos: cada cuenta de Twitter o de Facebook lo es, así que imagínese al estado multándonos por no tuitear o feisbuquear lo que ellos consideran que debe ser conocido por nuestros amigos o seguidores.
Falta decir que el pasado 2 de abril se realizó la segunda vuelta en el Ecuador, en la que ganó Lenín Moreno por menos de dos puntos de diferencia. El conteo fue impugnado por Guillermo Lasso pero ya se sabe que una regla de las diferencias escasas es que no se puede alegar la imposibilidad de controlar el conteo. La elección no es el tema de esta columna sino el cinismo de los funcionarios que persiguen al periodismo independiente en el Ecuador. Han llegado al extremo de llamar censura previa a la libertad de expresión, que es exactamente lo contrario. Un caso tremendo del amor a la mentira que ciega a los autoritarios de este mundo.

Por Gonzalo Peltzer
gpeltzer@elterritorio.com.ar