Vote por sus ideas

Domingo 22 de octubre de 2017
La democracia, como su nombre lo indica, es un invento bastante antiguo. Digo como su nombre lo indica porque mantiene en griego el nombre que le puso el mismísimo Platón hace por lo menos 2.400 años. Comparte con filosofía el honor de ser de las palabras más antiguas que seguimos usando casi con el mismo sentido, aunque habría que ver qué piensan Sócrates o Platón cuando oyen hoy decir filosofía o democracia en nuestro siglo.
¿Pero qué es hoy la democracia?
Dicen la Wikipedia y los diccionarios que democracia es la soberanía del pueblo. Y lo dicen con razón, porque quiere decir estrictamente poder del pueblo. El descubrimiento de estos cráneos, hace tantos años, fue uno de los mayores de la humanidad, pero cundió sobre todo y más que nada en Occidente. Lo que querían decir en plena época de Alejandro Magno cuando decían democracia –que es lo mismo que queremos significar ahora– es que el poder no reside en el gobernante sino en el pueblo y que por tanto los gobernantes son mandatarios del pueblo. Ahí tiene otra palabra que usamos muy seguido y me temo que muchas veces sin darnos cuenta de lo que decimos. Mandatarios son los que cumplen un mandato, en este caso de gobernar, pero por cuenta y orden del pueblo. Solemos decir primer mandatario al presidente, al gobernador o al intendente, pero no solemos darnos cuenta de que le estamos diciendo que tiene el poder delegado por nosotros, que somos el pueblo en el que reside originalmente el poder en una democracia.
Lógicamente no podemos gobernar todos a la vez, por eso en las instituciones necesitamos un modo de elegir a los mandatarios que la gobernarán por cuenta y orden de nosotros que somos sus mandantes. Esto es fácil cuando somos pocos y parejos, que es el caso de los griegos, que aunque inventaron la democracia la concebían solo entre pares y siempre que fueran solo varones. Cosas de la antigüedad y no tan antiguas ya que las mujeres y los iletrados empezaron a votar recién en la primera mitad del siglo pasado.
Hoy la democracia es mucho más que la de la época de Platón y Aristóteles. Aunque siguen siendo muy válidas las definiciones etimológicas del gobierno del pueblo y la soberanía popular, creo que hay que agregar el concepto básico de la convivencia pacífica de los que piensan distinto. Es decir que es un modo de convivencia que incluye un modo de gobierno, que llamamos representativo porque nos representa tanto a las mayorías como a las minorías. Esto se refleja muy bien en los órganos legislativos de sistemas presidenciales y también en los ejecutivos de los sistemas parlamentarios.
Ahí quería llegar porque hoy, día de elecciones de medio término en la Argentina, lo que elegimos –salvo algunos casos muy aislados– son una porción de nuestros representantes en los poderes legislativos de los tres niveles. En Misiones elegimos senadores y diputados nacionales (los primeros representan a las provincias y los segundos al pueblo de cada provincia); representantes a la Legislatura Provincial, y concejales en cada municipio. Elegimos a quienes va a representarnos, compartiendo el poder en el gobierno de la Nación, la Provincia y el Municipio. Por eso, si hay una elección democrática es esta de hoy, que por esas cosas de la historia, parece que va a tener consecuencias tanto o más importantes que la elección del presidente de hace un par de años.
No es poca cosa. Hace poco tiempo en la Argentina nos decían que si queríamos imponer nuestro pensamiento teníamos que fundar un partido y ganar las elecciones. Bueno: nada menos democrático que esa idea porque el pensamiento no se impone en una democracia, sencillamente porque la imposición a las minorías del pensamiento de las mayorías es la señal más cabal de la corrupción de la democracia.
Las cosas no son de ese modo sino de este: si quiere que lo representen no vote para que gane ni para que pierda nadie, no vote por la cara ni por el apellido, no vote mujer ni varón, no vote joven o viejo ni mida la utilidad del voto... Vote por el que representa sus ideas: ese seguro que no lo va a defraudar.

Por Gonzalo Peltzer

gpeltzer@elterritorio.com.ar