Alianza del Pacífico y Mercosur

Lunes 27 de junio de 2016

Sin dudas, el pedido del presidente Mauricio Macri de solicitar que Argentina sea admitido como observador de la Alianza del Pacífico, justamente cuando el Mercosur viene cumpliendo 25 años de proceso de integración regional, comercial, con altibajos, asimetrías, pero sin descanso, causa, no sorpresa, pero si preocupación ante un escenario posible como es la Alianza del Pacífico.
Más allá de los intereses de nuestra región, ambos bloques constituyen instancias absolutamente distintas no sólo en lo ideológico sino también en relación a la percepción de lo que es un proceso de integración de pueblos, que va más allá de lo económico y tiene que ver quizás, con un puente pequeño en la frontera de Misiones con Puerto Maua o en acelerar las visas turísticas del corredor jesuítico guaraní, para dar sólo un ejemplo.
La Alianza del Pacífico, tal cual lo indica su nombre es una alianza comercial conformada por Chile, Colombia, México y Perú, creada en abril de 2011 y, dentro sus objetivos claramente están definidos: el impulsar un mayor crecimiento, desarrollo económico y competitividad de las economías de sus integrantes, con miras a lograr mayor bienestar, superar  la desigualdad socioeconómica e impulsar la inclusión social de sus habitantes, además de convertirse en el eje de articulación política, integración económica y comercial, y proyección al mundo, con énfasis en la región Asia-Pacífico.

Sin dudas los países del Pacífico vienen llevando a cabo las metas propuestas con miras a posicionarse definitivamente como el eje América Latina /Asia, el cual también es uno de los objetivos del Mercosur en cuanto a sus metas, trabajar en bloque para lograr mejores condiciones de negociación y económicas con Asia.
Podríamos decir que la Alianza del Pacífico es una Alianza llevada a cabo por los Presidentes de los países miembros en base a temáticas ciertas y definidas como inversiones, compras públicas, desarrollo minero, turismo entre otros.
Los Presidentes se reúnen en cumbres que son seguidas  por sus respectivos Ministerios.
Los Congresos no tienen ninguna injerencia en las decisiones, salvo en una comisión de seguimiento creada en 2013.
El Mercosur en cambio, fue y es un proceso de integración que está celebrando 25 años desde donde se viene construyendo un proyecto político, basado en la necesidad identitaria de nuestros pueblos que utilizan la política para constituir un bloque regional de naciones que pueda tener su propio peso en un mundo, demasiado ancho y demasiado ajeno para que  nuestros países actúen aisladamente.
En el caso del Mercosur, si bien ha demostrado muchas dificultades para dar cumplimiento a sus objetivos originarios, lo que ha generado un profundo debate sobre su viabilidad, debe reconocerse que dicho debate no tiene la misma intensidad en todos los miembros. Por otra parte, en América Latina (AL) se han suscitado cambios muy profundos en las estrategias de inserción desplegadas por los distintos países de la región, evidenciándose diferencias profundas en este aspecto, hecho que se ve potenciado en una región en donde aún se disputan los liderazgos, especialmente entre Brasil y México.
Es un hecho que los socios de la AP muestran políticas comunes, especialmente las de corte neoliberal en el manejo de su política exterior, fomentando el regionalismo abierto y focalizando su estrategia en las relaciones con Asia Pacífico.
En definitiva, los miembros de la alianza presentan coincidencias tanto en sus políticas económicas como comerciales. Respecto de estas últimas, cabe recordar que todos los miembros poseen acuerdos con Estados Unidos y la UE.
De cualquier forma, debe reconocerse que el impacto de la AP especialmente en los términos de la contraposición que se generó con el Mercosur, tiene que ver con la presencia de México en el acuerdo, pues es el único país con un peso específico similar al de Brasil.
Este tema es de especial importancia para Brasil, donde su consolidación como líder indiscutido de la región tiene el objetivo de convertirse en un referente global, lo que estaría respondiendo a una visión multipolar, pero también a una defensa de la “Alianza Atlántica”, que vincula a países con una visión ideológica similar, con gobiernos populistas con una tendencia socialdemócrata y críticos de las políticas seguidas por Estados Unidos.

Por Carolina López Forastier
Abogada especialista en Mercosur