El Gobierno entabló una notoria lucha contra la inflación, claramente concentrada en cabeza del Banco Central, a través de la combinación de una política monetaria supuestamente restrictiva y el manejo de la tasa de interés en niveles muy por arriba de la tasa esperada de alza de los precios al consumidor, para así influir sobre las expectativas de formación de precios, al desalentar la compra de bienes y el atesoramiento en dólares, y fomentar el aumento del ahorro en la moneda nacional.
En el lado fiscal, la meta de recorte del déficit aparece más modesta o conservadora, "es el posible dado el cuadro social heredado", tanto primario, y más aún el financiero, el que agrega el pago de intereses de la deuda. Más el costo que asume el Banco Central con su política monetaria y compra de los dólares que ingresan por la política de endeudamiento para financiar el desequilibrio de las finanzas públicas. Pero aún aparecen como pendientes la emisión de señales que aseguren que no sólo a través de las reformas tributaria y fiscal se buscará alentar la inversión, el empleo y las exportaciones, y con ello también contribuir a la desinflación, con la reducción de la presión fiscal, sino a través de la simplificación de las regulaciones. En particular en lo que se refiere a la libertad de precios de bienes y servicios, así como de las exigencias de dónde y cómo invertir a grandes actores, como las compañías de seguros.
Se produjo en el corriente año una clara desinflación de casi 20 puntos porcentuales, y para el año próximo se espera que descienda de 23% a un rango de 15% a 16%, aunque en ambos casos muy por arriba de las metas del BCRA del 17% y 12%, como puntos extremos. Una de las razones por las que persisten semejantes desvíos entre la realidad y las metas se encuentra en la persistencia de precios administrados o regulados, que a la postre terminan afectando a las expectativas, más allá de la discutible gradualidad de la baja real del gasto público, por sus efectos sobre el resto de los precios de la economía. De ahí que juntamente con una política monetaria relativamente restrictiva, porque la tenencia de efectivo en poder del público mantiene una expansión que supera largamente la tasa de inflación, sería clave encarar una estrategia generalizada de liberación de todos los precios de los economía, como los de los servicios públicos, pero también privados de salud, enseñanza, cigarrillos, medicamentos, entre otros, para que en la estructura de los índices sólo graviten los estacionales y el resto.