Manejar tiempos y ansiedades

Lunes 5 de diciembre de 2016

El gobierno de Mauricio Macri ha transitado casi un año de vida y durante su transcurso logró conformar una performance titilante, que no es ni el exagerado "8 puntos" que él mismo le puso a su propia gestión ni tampoco el aplazo de "cero" que le cuelga a diario el kirchnerismo. El propio Presidente acepta que ha tenido problemas en manejar "los tiempos y la ansiedad", cuestiones que lo han relegado al rol de bombero cortoplacista, antes que al que él mismo se asignaba como constructor del desarrollo.
Si de hacer un balance de trazo muy grueso se trata, hay que hablar de la herencia pero, también, de la inexperiencia propia en el manejo del transatlántico, aunque con una salvedad central: el buque que maneja Cambiemos está lleno de argentinos quienes, en estos meses, han sufrido en demasía la marejada.
Para usar un término que gusta mucho en la Casa Rosada a la hora de hablar de economía y producción, el resultado que surgió del encuentro que se llevó a cabo en Chapadmalal en estos días es que en este año de "aprendizaje" al Gobierno le ha faltado "competitividad" y no sólo para mostrarse seguro en la elaboración del producto, sino para enfrentar a los competidores y convencer que es el mejor del mercado. Cómo hacerlo de ahora en más sin afectar la calidad de vida de los ciudadanos es la gran incógnita a resolver por los gobernantes y será probablemente el fruto de lo conversado en la reunión.

Aunque los puristas de la política resisten las comparaciones con el mundo empresario, lo que se fue a buscar a la reunión motivacional que encaró el Gobierno para estabilizar la nave fue, al igual que las compañías que hacen este tipo de encuentros, mirarse para adentro y buscar elementos para mejorar individualmente y en conjunto, más allá de la pregunta que el propio Presidente se tiene que haber hecho: ¿hasta dónde son necesarias más de 30 personas para llevar adelante una tarea tan delicada?
Algunos asemejaron el cónclave a un "retiro espiritual", debido a la mística que Macri buscó reinyectar en el equipo de gobierno a partir de un par de premisas básicas para cualquier empresa: cómo sacarse de encima los lastres externos y las telarañas propias para funcionar en equipo y cómo hacer que las cosas fluyan y se acierte de ahora en más en las medidas que se necesitan tomar para equilibrar las cargas y mejorar lo que resta del viaje.
Más allá de los prejuicios de quienes creen que el enemigo está en el mundo empresario y sostienen que, por su mentalidad, Macri es funcional a las corporaciones o entre quienes aún plantean las cosas como una puja entre "izquierdas y derechas", aquellos que desde dentro del Gobierno impulsaron el encuentro, similar al que muchas compañías hacen todos los años y el sexto que encara el Presidente desde que tiene funciones de gobierno, dicen creer en otra forma de gestionar la política, aunque confiesan que lo que les ha embarullado sus planes  fue la necesidad de atender, casi de modo excluyente, el corto plazo.
El propio Macri rescató las características de encuentro "horizontal" que tuvo la reunión, ya que lo normal en este tipo de charlas es que nadie apruebe un examen, sino que todos compartan todo con todos. En una suerte de autocrítica, el Presidente expresó que "lo central del aprendizaje de 2016 fue entender que se trata de un proceso en el que hay que saber manejar bien los tiempos y la ansiedad, cuando uno se equivoca con los tiempos".
Es verdad que todo el primer año de gobierno fue una sucesión de parches sobre parches y que poco tiempo hubo para elaborar estrategias de mayor alcance, pero el Gobierno tampoco pudo avanzar en diálogos sobre temas de fondo. Muchas cosas se hicieron a las apuradas, sin buscar síntesis superadoras que permitieran salir de los laberintos por arriba. Una cosa es el disenso de la política y otra la imposibilidad de acuerdos en cuestiones centrales, muchas de ellas vitales ya que atañen a la sociedad y aún a la gobernabilidad.

Por Hugo E. Grimaldi
Para Dyn