El default que no conviene a nadie

Viernes 1 de agosto de 2014

Todo indica que finalmente la Argentina no volverá a transitar el infierno del default, al menos en la intensidad y profundidad de las experiencias del pasado. Se aleja el riesgo de que Cristina Kirchner se quede sin reservas hasta que le toque entregar el mando a fin de 2015, aunque el escenario de dificultades económicas cotidianas no parece despejarse fácilmente. La cesación de pagos tal vez se mantenga en forma fugaz según pasen las horas y semanas hasta el cierre final.
Aun el escenario del arreglo presenta demasiados interrogantes que hacen suponer que la prometida lluvia de dólares para la Argentina todavía se hará esperar.
Un dato no menor a esta altura, es preguntarse de donde saldrán los dólares que los bancos generosamente ofrecieron a los holdouts para evitar el choque de trenes. Trascendió que se podrían utilizar parte de los encajes de depósitos en dólares. Sería una enormidad, ya que se trata de dinero que no es de los bancos, sino del los depositantes. Al cierre de las operaciones en Wall Street el caso argentino no estaba cerrado, y las calificadoras de riesgo se disponían a declarar al país en default selectivo. Tampoco parecen claras las garantías del gobierno argentino a los bancos que salen de garantía, dado que nada puede aparecer allí,por escrito para que no se considere una fórmula para burlar la famosa cláusula Rufo. ¿Quién les garantiza a los bancos que Cristina en el futuro les va a pagar esta patriada?

En términos políticos, si finalmente se llega a un acuerdo, es obvio que se trata de un alivio para el oficialismo y para los gobernadores que gestionan, incluyendo a Mauricio Macri. Supone mayor financiamiento y menos necesidad de aumentar impuestos. Dos elementos decisivos en un año electoral que, de verdad, ya comenzó.
Daniel Scioli no ocultaba estas horas su euforia por el avance en las negociaciones, un partido en el que se juega parte de su futura vida política. Si aspira a suceder a Cristina desde el oficialismo, necesita que la economía deje de caer y reactive en 2015. Un milagro, mirando la situación actual, que sería aún menos alcanzable en cesación de pagos y corridas contra las reservas. No es lo único que necesita que cambie
El futuro de la economía real, ahora supuestamente sin la tormenta del default, es el debate que se retoma en las mesas políticas y económicas. Porque la eventualidad hoy lejana de una reactivación de la economía es tal vez lo único que podría mover el tablero político, hoy más a favor de Sergio Massa y Mauricio Maori ,cada vez más de moda.
La opinión ente los profesionales de la economía ahora se volverá a dividir entre quienes suponen que sin default la economía podría reactivar de la mano de más dólares, más gasto y más deuda ; y quienes opinan que el malhumor económico será inexorable. Suponen estos,últimos que las inconsistencias del modelo ya son muy severas y , por más que no haya default, la inflación seguirá golpeando el consumo y la recesión no permitirá mejoras en el empleo ni en los indicadores sociales.
La madre del problema definitivamente no está resuelta, en tanto se agranda el déficit fiscal y el déficit de balanza de pagos, y todo se cubre con más emisión y más perdida de reservas. Es obvio que una Argentina en condiciones de colocar deuda en los mercados más el seguro de emergencia con China alivia en problema. Y si fuera cierto que la sola noticia del final del mandato de Cristina genera ingreso voluntario de capitales para comprar activos argentinos, la oferta de dólares todavía será mayor para financiar los últimos 500 días del actual gobierno, según, los cuenta todas las mañanas Sergio Massa.
El hombre que hoy lidera las encuestas también celebra el acuerdo por la deuda. Un final anticipado de Cristina es lo que menos le conviene. Necesita tiempo para juntar tropa propia en las provincias y se propone vender futuro al electorado, una promesa difícil para un país en cesación de pagos.
La convicción entre los opositores es que aún evitando la crisis de la deuda, el verdadero default del Gobierno con la sociedad no podrá ser levantado fácilmente. La creciente y alarmante inseguridad, el déficit en los hospitales y en la educación pública, la inflación y la corrupción, aparecen en una lista demasiado pesada para el oficialismo.

Guillermo Kohan
El Cronista