Algo sobre mi padre

Jueves 16 de febrero de 2017

Señor Director:
El martes 14 de febrero fue el primer aniversario de la partida de mi papá, Edmundo Antonio Dominikow a los 88 años. Lo despedimos en la intimidad de nuestra familia, y siempre sentí que faltaba compartirlo con toda la gente que lo conoció, con la que trabajó y vivió en su amada provincia.
Mi papá nació en Apóstoles, hijo de Luis y Juliana Zubrzycki, y vivió con sus hermanas hasta que partió a Buenos Aires para estudiar el secundario y luego la universidad donde conoció a mi mamá, Alina Olsiewicz. Quiso la vida que volviera a su tierra con su esposa y seguir formando su familia en Posadas. Trabajó en la Federación de Cooperativas Agrícolas de Misiones durante muchísimos años haciendo de ello su pasión y desafío. Por sus historias que narraba con absoluta delicia sé que también pasó por distintas instituciones desde el Rowing Club, Vialidad provincial e incluso este diario, entre otras.

Estoy segura que habrá mucha gente que lo recordará por su empeño y entusiasmo. Un gran hombre, un “tipazo”, como le gustaba decir a él de la gente formidable. Inteligente, creativo, proactivo, dueño de un humor sagaz y sobre todo honesto y justo. También buen bailarín, memorioso, curioso incansable y autodidacta. Siempre nos mostró con su ejemplo el valor de la palabra, la importancia del trabajo, la maravilla de soñar y hacer. Tuvo muchos amigos en su provincia y miles de anécdotas que le gustaba contar y disfrutar. Creo que siempre, en un lugar de su corazón, esperaba poder volver algún día.
Esperamos recordarlo siempre con  paz y  tranquilidad. Comparto con todos un poema que le gustaba recitar en sus últimos años porque lo representaba y sentía suyo. Seguramente nos podremos descubrir en el pedacito de vida que nos haya tocado compartir.
Lamento que muchos  no lo hayan conocido y los que sí, brindemos por él y su vida bien vivida.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

María Alina Dominikow
alinadom@yahoo.com