Misiones y las religiones

Viernes 2 de diciembre de 2016

Señor Director:
Misiones, una joven provincia, preeminentemente católica, se sitúa entre las primeras del país en cantidad de colectividades y cultos registrados. Una provincia donde sus religiones laten acompañando a los hombres en la búsqueda del sentido de la vida, ayudándoles a entender que sus limitadas capacidades y sus bienes, no son un absoluto.
Su rica e intrincada diversidad religiosa se remonta a épocas de sangrientas luchas por determinar los actuales límites geográficos. Guaraníes y jesuitas; y a partir de 1897 verbitas junto a salesianos fueron cobijando en lo posible los diversos ritos religiosos de sus inmigrantes polacos y ucranios. Las religiones ayudan a discernir el bien y a concretarlo con la oración y el esfuerzo del trabajo interior en aras de cultivar una cultura del encuentro y de la paz. Nuestras creencias y prácticas religiosas influyen en nuestro modo de entender nuestro propio ser y el mundo que nos rodea.

Un territorio que ha demostrado la vigencia del Artículo 14 de la Constitución Nacional: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio, a saber: ... de profesar libremente su culto...”. Junto a lo dispuesto por las Naciones Unidas en su Resolución 36/55: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión…”.
Hoy día posee cerca de 1.200 filiales y centrales de entidades religiosas no católicas, más de 60 religiones o cultos diferentes y en sus tres diócesis de la Iglesia Católica se contabilizan unas 90 parroquias y 1.500 capillas. El registro nacional de cultos detalla las diferentes a la Iglesia Católica Apostólica Romana.
La riqueza de su inmigración y convivencia con países limítrofes ha generado en ese crisol de razas y culturas, diversas corrientes religiosas adicionales como la adventista, africanista-umbandista, bautista, budista, cristiana evangélica, luterana, pentecostal, bahais, gnóstica, israelita, iglesia ortodoxa, mormona, pueblos originarios y testigos de Jehová.
En el camino de la vida, la memoria traspasada por el amor genera nuevos y sorprendentes senderos donde las tramas del odio se transforman en proyectos de reconciliación, generándonos la esperanza de un futuro mejor; sin venganzas, con trabajo digno, una economía al servicio de los pueblos y una corrupción erradicada. Se inicia en la provincia una nueva etapa, aguardemos sean tiempos de diálogo, comprensión ecuménica, y de un apropiado respeto en las cuestiones relacionadas con la libertad de religión y de las convicciones. Tiempos que tiendan a asegurar una convivencia en armonía y paz, que pasen  al olvido prácticas coloniales de discriminación.
Francisco ha demostrado lo inimaginable al inicio de su papado. Mas allá del Concilio Vaticano II, ha generado un global encuentro ecuménico al dialogar con los líderes de las demás religiones. Un diálogo interreligioso indispensable para la paz (E.G.250); que debería extenderse a todos los creyentes en especial a los jóvenes. El futuro pertenecerá a los jóvenes, pero sólo si saben aprovechar la gran sabiduría de los ancianos; ya que ellos también tendrán que dejar un mundo mejor.
En la“noche de los conflictos que estamos atravesando, las religiones son auroras de paz, semillas de renacimiento entre devastaciones de muerte, ecos de diálogo que resuenan sin descanso, caminos de encuentro y reconciliación que nos conducen a instancias donde los intentos de mediación oficiales parecen no surtir efecto. Las colectividades, constituyen un  oasis en tema de tradiciones, familia, gestos de plato caliente, perseverancia; con la austeridad como una actitud de vida.
Mirando hacia el futuro, recemos por la paz, imploremos que todos los hombres y las mujeres se consideren hermanos y hermanas, pacíficamente unidos en y a través de sus diferencias.
Memoricemos las palabras de Juan pablo II en Albania, 1993:“La libertad religiosa es un baluarte contra todos los totalitarismos y una aportación decisiva a la fraternidad humana”.
Recemos por Francisco.

Gabriel Alsó
Posadas