Prisioneros, 1939

Miércoles 26 de octubre de 2016
Actuaban Francisco Petrone y Ángel Magaña; los dirigía Mario Soffici, la trama giraba sobre los cuentos Horacio Quiroga. "Prisioneros de la tierra" se filmó, en blanco y negro, dos años después de la muerte de Quiroga. Fue una idea de Forja.
Semejante conjunción dio como resultado una de las mejores películas argentinas. ¿Hubiese disfrutado Quiroga desde la butaca su drama cinematográfico? Podría suponerse su desagrado al escuchar hablar a sus personajes; pero es indudable que la película fue un homenaje -como dice su biógrafo Monegal- "a este devoto maestro de la intensidad vital y literaria".
Los personajes pertenecen a Los mensú, Los desterrados, Un Peón, entre otros que al ser convocados en una sola historia pierden un poco su potencia original, como suele suceder en las películas donde el reparto está compuesto por actores consagrados: ninguno puede brillar. Los guionistas (diálogos y argumento) fueron Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga, quien conocía muy bien la fascinación de su padre por el tema.
El marco histórico se anuncia mediante una leyenda escrita (como de cine mudo), y remonta a "esos días turbios" donde ciertos hombres "cruzaron las rojas encrucijadas de las picadas abiertas a punta de machete en el corazón de la selva".
El héroe, Podeley, intentará defender a los explotados. Es un mensú, labrador de madera, "indiecito de ojos fríos y bigotitos en punta", tal como lo pensó Quiroga. Su antagonista, el gringo Korner, es "un capataz cortado como por un hacha, siempre vestido de blanco que, no cesa de escuchar a Beethoven en un gramófono". En una de las escenas (que evoca a “Una Bofetada” en El salvaje, 1920, Podeley es atado a un palo del buque por rebelarse, y a partir de allí queda cifrada su futura venganza.
Y tendrá lugar hacia el final, en una escena de latigazos contra Korner, como reacción extrema ante la magnitud de la arbitrariedad, el maltrato y tantas muertes sufridas por los obreros.