La flor Caraguatá

Miércoles 26 de abril de 2017
Además de un par de arroyos, una isla en el Paraná a cuya sombra ruge el bairuzú, y un parque chaqueño, existen tres sitios con el nombre de la planta: una cuchilla en Uruguay y  dos pueblos (con el nombre de Caraguatá-y), uno queda en el Paraguay, el otro en Misiones. A este último sitio me refiero. Hoja de ruta. Posadas, Ruta 12 rumbo norte, cartel de Caraguatá-y, sendero de tierra roja hacia el este. Pasan cosas entre la arboleda. Aparece una mujer joven a la vera del camino. Hace señas y ya vamos juntos en mi biplaza, ella con su alegría seductora, hacia la costa del río, y yo, que busco la casa del Che. Ella vuelve de vender sus naranjas, una canoa, me asegura, la llevará a su tierra otra vez. Toda una existencia, pienso, hasta este día, para que se crucen nuestros caminos en esta vieja (1909) e histórica colonia (en 1927 llegó el matrimonio Guevara-De la Serna). Tierra apta para la yerba, me dice un libro, y otro, que su nombre remite a una planta, una flor, una maleza, un cardillo. ¿Cómo es la caraguatá? Nadie, o muy pocos, reconocerán a la planta si la cito por su nombre científico Bromelia balansae. Pero Caraguatá suena al oído más ameno y familiero: traducido del guaraní sería: planta vaso, cardo chuza. Su flor es rojiza, almíbar de colibríes, su fruto amarillo, manjar de fruteritos. Tiene fama de ser medicinal, ideal para las mujeres, que la toman como infusión en determinados días del mes. Llegamos a la casa. La muchacha de ojos negros se baja, busca la orilla. Un milico la espera, la cruza. Oigo los remos y sus carcajadas en medio del río. Toco el muro. La casa está en silencio (ahora, el río también). Por acá anduvo el Ché, de año y medio. Otras cosas saben las plantas del lugar, pero calla la caraguatá, o lo dice en un lenguaje que no comprendemos.