Desparramando fotos

Martes 17 de enero de 2017
Lo que dejamos lo llevamos, somos eso y más; somos lo que encontramos cada día, memoria, mirada, corazón milenario; somos viajeros del día sobre un puente imaginario. No se ha visto el amanecer, apenas claridad distinta tras la medianoche. En el la orilla fría del mar se cubre con la bruma, una densa pincelada de vapores y reflejos, ¿y el mar? Sólo se lo presiente por la canción de las olas en rompientes y acantilados, ¿y el sol? sólo con muy buen ojo lo ve uno, blanco como nunca, apagado, ¿y el viento? un aroma salado lo empuja y nos obliga a buscar un punto de apoyo en el cielo. Gaviota madrugadora. Pero no aquí más que arena y nubes; no hay huellas en la playa. Afloran las piedras. Es la hora, sale otro micro costero que sube a contracorriente y se dibujan por una hora en sus ventanillas médanos y pinares, paisaje bien fácil de dibujar: horizonte a 3/4, ondulaciones, y arboleda raleada. Comienza a despejarse el cielo a la altura del lejano faro Querandí, silencioso altar levantado en homenaje a los dioses del Mar y a las Estrellas. Aparecen las primeras casas bajas, una bicicleta, un perro. El pueblo está desierto, nadie se anima a la caminata, nadie le disputa a la luna, reina y viuda, potestad de dominios. Si acá vive gente nada lo confirma. Pero mañana en una casa blanca (cuento de hadas y muñeca) arrojaremos maíz al pasto y será fiesta de torcazas, gorriones, chingolos, benteveos y tordos. Los rayos del abanico del cielo se sentarán también a la mesa en el jardín y entre asombros y panes hilvanaremos un mate como los cebados por otras manos, finas y yerbateras. La escena es conocida, se sumará el colibrí, y yo le desparramaré fotos de Misiones, que Alguien desparramará conmigo en un jardín del sur marino. Cantará el gallo en la veleta tristemente, ya nada conmoverá la escena de este puente imaginario. Volará el amargo de mano en mano y en la rueda de sonrisas se desgranarán vivencias, ilusiones y perdones.