Fernando Pessoa

Lunes 5 de diciembre de 2016
“¡Ah, ese frescor en la cara de no cumplir un deber! Faltar es, positivamente, estar en el campo. ¡Qué refugio, que no se pueda tener confianza en uno! Respiro mejor ahora que ha pasado la hora de las citas. Falté a todas con deliberación en el descuido, esperando esa gana de ir que ya sabía yo que no vendría. Soy libre frente a la sociedad organizada y vestida. Estoy desnudo y me zambullo en el agua de mi imaginación. Es tarde para estar en cualquiera de los dos puntos donde debía estar a la misma hora. Pues bien, aquí me quedaré soñando versos y sonriendo en cursiva. ¡Es tan graciosa esta parte lateral de la vida! No consigo siquiera encender el cigarrillo siguiente. Si es un gesto, que quede con los otros que me esperan en este desencuentro que es la vida”.
Nació en Lisboa y es una destacada figura en la literatura europea del siglo XX. Su innovación en la lengua portuguesa fue introducirle aspectos de  los movimientos vanguardistas de otras regiones, y aunque gran parte de su poesía fue publicada póstumamente, se la considera extraordinaria por “su equilibrio (a veces inestable) entre la emoción y la razón”. Falleció a los 47 años el 30 de noviembre de 1935.
“Desconocida y sucia criatura que juegas delante de mi puerta, no te pregunto si me traes un mensaje de los símbolos. Encuentro gracia en ti por no haberte visto antes, y, naturalmente, si pudieras estar limpia serías otra criatura que no vendría por aquí. ¡Juega en la polvareda, juega! Considero tu presencia tan sólo con los ojos. Más vale ver una cosa siempre por primera vez que conocerla, pues conocer es como si nunca viéramos por primera vez, y nunca haber visto por primera vez es sólo oír como lo cuentan. El modo de estar sucia esta criatura es diferente del modo que otras tienen de estar sucias. ¡Juega! Al coger una piedra que te cabe en la mano sabes que te cabe en la mano. ¿Cuál es la filosofía que llega a alcanzar mayor certeza? Ninguna, y ninguna podrá venir jamás a jugar ante mi puerta”.