Borrado del mapa

Jueves 3 de septiembre de 2015
El personaje inspirador de esta columna es un hombre mayor (75) jubilado, nacido en la Patagonia, actualmente yendo de sur a norte, cuyo oficio de marino mercante le permitió conocer países remotos y que como viaje de bodas de su tardío matrimonio con la joven mujer que lo acompaña decidió visitar su casa natal y contó una experiencia que viven muchos, sin respiro ni preguntas, casi con una lágrima.
– “Sé que me estoy muriendo de asco, empezó diciendo el anciano. Llegué a mi pueblo que había sido fundado a principios del siglo pasado con casitas levantadas por los obreros de una petrolera, un campamento alrededor de las torres que los ocupaban día y noche, y de la que mi padre fue administrador. La antigua estación de trenes está abandonada. Reconocí un edificio: de las salas que componían el entonces Hospital de los años 50, con el más moderno equipamiento que usted pueda imaginarse, sólo queda una salita de primeros auxilios de mala muerte, el resto está cerrado con candado; del parque público y de la iglesia, de las huertas en los fondos de toda casa y de la doble hilera de álamos para cortar el viento del oeste, no queda absolutamente nada. Pero no le digo que queden ruinas, le digo Nada, como si nunca hubiese existido allí lo que yo llamaba 'mi pueblo'. Después vi mi casa natal, como le decía: había sido una de las más importantes por el cargo de mi padre, ahora convertida en tapera, sin que siquiera despertase en mí ni nostalgia ni ganas de entrar, ¿a qué? Por eso le digo, me estoy muriendo de asco”.
Repitió la palabra asco y dándole cada vez una connotación visceral porque evidentemente la memoria de este marino hablaba de otro país (el que fuimos), había extraviado de repente su big- bang, añorando su paraíso perdido, y con tal ausencia vacía, tan parecida al síntoma del asco, fugaron también las irrecuperables aventuras con su hermano en torno al faro, los vapores de los guisos sahumando la cocina, las cabalgatas solitarias, su escuela… y toda la  fantasía de su lejana infancia.