Ayudar a los jóvenes

Sábado 25 de marzo de 2017
A ustedes mis queridos y estimados viejos, su familia, su entorno, comunidad, les quiero contar que en mi tiempo de “Ocio con dignidad”, al ir ordenando la biblioteca familiar, me encuentro con libros que me enseñaron el valor de la vida y, la historia se repite: el hombre tropieza  varias veces con la misma piedra.
Es, por lo tanto, en este presente, que nuestra juventud debe ser informada del concepto profundamente evangélico y teológico de lo que significa el Signo.
El Signo es algo pequeño que representa al todo. Es una señal, muestra, símbolo, prenda, no es mucho en sí mismo, pero indica algo, señala, significa, llama la atención y nos  da fuerza para seguir caminando. Nos despierta una alegría interna, una súbita sensación de paz, una seguridad íntima, un sentir que todo va bien, aunque nada parezca que es así.
Es encontrar a una persona desinteresada, cuando muchos son egoístas, descubrir el interés de servir voluntariamente ante la indiferencia, disfrutar la intimidad, frente a la hipocresía reinante. Es hallar la inocencia, sacrificio y amor entre la dureza  del mundo actual.
Este es el Signo que actúa como un relámpago que ilumina el cielo y la tierra por un breve instante y todo parece súbitamente claro y bello, y , su recuerdo guía nuestros pasos y fortalece nuestro espíritu para llegar al otro lado.
Jesús habló con parábolas y nos demostró que “sí se puede” con signos (para muestra basta un botón). Curó enfermos, no a todos, hizo caminar a paralíticos, no a todos, resucitó a muertos, no a todos, expulsó a demonios, no a todos.
Y cada uno de nosotros, con una actitud y aptitud por pequeña y breve que sea, podemos ayudar a los jóvenes que entran a la vida y se encuentran con el desengaño de la corrupción, la maldad, la violencia, la mentira, la manipulación. Y antes que entren en la desesperación “que no se puede hacer nada” y el único remedio es estafar y engañar, como lo hacen  muchos, y llevar una vida sin valores morales en una sociedad que ha dejado de tenerlos, se les puede decir, suavemente y con prudencia: sí, es verdad, muchos mienten, muchos estafan, muchos sobornan y se dejan sobornar. Pero en los días más negros de la historia, muchos no han doblado la rodilla, todavía hay estudiantes que no copian en los exámenes y empleados que rechazan todo soborno.
La conducta honrada de una sola persona entre miles que ya no lo son, es un signo que se debe valorar e imitar, y los jóvenes pueden hacer esa labor benemérita donde quiera que se encuentren, y es el mejor servicio que pueden hacer a la sociedad donde viven. Llenarán los corazones, no a las finanzas. Darán esperanzas, no soluciones. Es un rayo del amanecer para llegar al mediodía. Luz adentro, luz afuera. Tiendan la mano, nuestro prójimo nos necesita.

El Viejo Miérez