Arde la ciudad

Miércoles 1 de febrero de 2012

Después que suceden las grandes tragedias, la memoria colectiva suele comenzar a evocar algo así como advertencias que no fueron escuchadas. Indicios del peligro inminente que lamentablemente fueron ignorados, pero que si hubieran sido tenidos en cuenta podrían haber evitado los males que más tarde se lloran.
El lunes en la madrugada ardió una carpintería en el barrio Las Dolores. Los vecinos vieron el humo y lograron despertar al propietario que dormía dentro de la vivienda que también fue alcanzada por las llamas. Doce horas más tarde, el fuego comenzó en una tornería, pasó a la casa del propietario, a un árbol y finalmente a la casa lindante.
Ayer, las llamas estallaron nuevamente por la tarde en un asentamiento ubicado detrás del Palacio Judicial. Unas 16 familias lo perdieron todo, pero no hubo que lamentar muertos ni heridos. Pero poco faltó para que sea una fatalidad (Pág. 20).

Cortocircuitos, pérdidas de gas, quema indebida de basura o pastizales, altas temperaturas, bajísimos índices de humedad. Todos estos factores se vienen combinando peligrosamente en un verano inusualmente ígneo, además de tórrido y seco, en Misiones.
Tras la sucesión de hechos alguien podría preguntarse si los incendios del lunes fueron prolegómenos de la furia de las llamas que ayer bien hubieran podido borrar de un plumazo también el Palacio de Justicia. O si los incidentes del lunes y de ayer están señalando el claro riesgo de una tragedia mucho mayor que ya no amenaza sólo los pastizales y forestaciones de las zonas rurales, sino que avanza en las áreas urbanas.

 

María Marta Fierro
Prosecretaria de Redacción
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