Con tinta en la sangre

León Ferrari fue sin dudas uno de los artistas plásticos más influyentes del país. Su obra, marcada por la irreverencia y la controversia, fue polémica y generó constante revuelo en la cúpula de la Iglesia argentina. 
Sin embargo, su pasión por el arte tenía origen en lo más profundo de sus genes. Su padre, Augusto César Ferrari, era arquitecto de profesión y pintor por elección. Filiación es la muestra que recorre su obra, recuperada y restaurada por impulso de su bisnieta, Julieta Zamorano; y la entrelaza con la del reconocido artista plástico, su abuelo. La exhibición contiene 150 obras distribuidas en los cinco pisos del Centro del Conocimiento. Zamorano charló con El Territorio antes de la inauguración.

Ópticas diferentes
Italiano de nacimiento, Augusto llegó a Argentina contratado por el presidente Victorino de la Plaza para recrear la Batalla de Salta a través de un panorama (pintura de 125 metros de largo por 15 metros de alto), al cumplirse un centenario de la Independencia. Sin embargo, su trabajo no estaba destinado a ser un cuadro inerte, y el creativo artista expuso su pintura en la avenida 9 de Julio de Buenos Aires, y mandó a colocar montículos de tierra para simular las lomas del lugar. Asimismo, contrató actores para que interpretaran el papel de los soldados heridos y moribundos, y ataviado con antorchas simuló el día y la noche para que el público apreciara el tiempo que duró el combate. Recibido de arquitecto por orden de su padre, Augusto se dedicó a la pintura hasta cumplir 60 años. Cuando el mercado dejó de demandar frescos, se convirtió en arquitecto de iglesias.
La exhibición rescata el trabajo de este artista oculto y lo expone junto a la obra de su multipremiado hijo. “La idea es mostrarlo a Augusto y mostrar que el don de mi abuelo (León) no sale de la nada. El sostén de la muestra es que la obra de Don Augusto no se conoce. Hace tres años comenzamos a idear esta exposición y en enero de este año comenzamos a armarla”, reveló Julieta Zamorano, que trabajó junto al Museo de Arte Contemporáneo de Salta en la curación de la muestra.
A lo largo de toda la exposición hay un hilo conductor, y padre e hijo abordan la iconografía cristiana pero desde ópticas diferentes. Mientras Augusto, en su rol de arquitecto ofrece un trazo fino a través de los planos de templos y capillas, León expone las contradicciones entre la palabra de Dios y el proceder de los hombres de la iglesia. Collages con imágenes tomadas de los textos que circulaban durante la Inquisición Española se entremezclan con fotografías de los integrantes de la Junta Militar argentina participando de una misa. Figuras de santos y vírgenes se cuecen en una sartén, mientras Cristo es crucificado sobre un avión bombardero.
La exhibición, polémica y exultante, llama a la reflexión.
“Ambos iban hasta lo máximo en su libertad de expresión. Mi abuelo era muy cuestionador de lo establecido, y mi bisabuelo hizo algo ecléctico en la construcción de iglesias; para la época era un avanzado, un loco”, resaltó Zamorano, buscando en la ascendencia ese espíritu indómito. Un espíritu que afloró en la obra de Don Augusto y se replicó en los trazos de su hijo.
La muestra, con entrada gratuita, permanecerá en la capital de la tierra colorada hasta el 29 de noviembre. Las obras de León continuarán rugiendo como un llamado a las masas a cuestionar lo establecido.