Pinceladas de historia

La historia de la botánica en América

domingo 28 de abril de 2024 | 6:00hs.

Los egipcios son reconocidos en la historia universal como grandes cultores de su flora autóctona. Son conocidos, en ese sentido, los espléndidos jardines de los palacios de los faraones. En la arquitectura de sus templos como en las pinturas que se han conservado se observa ese interés por las plantas y su aplicación en la medicina.

En el mundo griego es reconocido Teofrasto como el primer estudioso de la botánica griega. Se lo reconoce en particular por sus ensayos sobre la fecundación de las palmeras. Plinio, en Roma, se inspiró en Teofrasto para escribir su Historia Natural, al igual que Anazabeo, quien escribió la primera Materia Médica, fuente obligatoria de consulta desde su aparición en el siglo I hasta el siglo XVI. Llegó a describir más de 600 plantas y su influencia curativa en la medicina.

El descubrimiento del Nuevo Mundo en el siglo XV provocó una verdadera revolución en el mundo de la flora médica. Los inmensos espacios selváticos dieron lugar a decenas de investigaciones y trabajos sobre plantas desconocidas en el mundo meditarráneo y europeo, a partir de las crónicas de los viajeros. Una larga serie de nombres, desde el maestre Alonso tripulante de la Santa María y primer médico que pisó tierra americana, hasta Tadeo Haenke, Humboldt y Bonpland, pasando por Diego Álvarez Chanca, Ulrico Schmidl, Monteagudo, Castellanos y Barco Centenera, entre muchísimos otros, escribieron extensos relatos, acompañados de prolijos dibujos sobre la flora del Nuevo Mundo.

El primero en brindar información científica sobre la botánica americana fue el historiador madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478 - 1557), que había adquirido información sobre la flora indiana en su carácter de Veedor de las fundiciones de oro existentes en el Nuevo Mundo. Su obraSemanario de la natural y general historia de las Indias puede considerarse el fundamento de la botánicaamericana. Allí aparecen por primera vez descripciones de plantas como el guayacán, cacahuate, el árbol de la tinta y el tabaco, por ejemplo.

Un médico sevillano, Nicolás Monardes, a partir de los interesantes relatos escuchados de boca de conquistadores en su ciudad, que era el puente entre Europa y América, y sin haber estado nunca en el Nuevo Mundo, organizó una enorme colección de plantas y drogas para estudiarlas científicamente publicando en 1569, una“Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias occidentales”.

Algunos nativos de América también están registrados en la historia de la botánica americana, como el propio inca Garcilaso de la Vega, hijo del conquistador homónimo y de una princesa incaica. A los veinte años se mudó a España y después de un tiempo en la milicia ibérica, se dedicó exclusivamente a la investigación histórica con el fin de mantener viva la vigencia de la cultura indígena americana, que no tardó en abandonar, para consagrarse de lleno al estudio y a la investigación histórica. Fruto de su trabajo científico nació su célebre obra“Comentarios Reales de los Incas”, en la cual Garcilaso estudia la organización política y social del imperio, las tradiciones, ritos y costumbres de los indígenas, sus alimentos y bebidas, la medicina que alcanzaron y las plantas utilizadas con fines curativos u otras, los animales y minerales, su metalurgia, etcétera.

Los jesuitas, en la admirable acción evangélica y cultural en América, también dejaron su impronta en la medicina originada en la herboristería regional. En 1571 llegó al Perú el religioso jesuita José de Acosta, escritor con una sólida formación en las ciencias. En diversos capítulos Acosta se refiere a plantas de Indias como el plátano, al ají, la pimienta, el cacao, la tuna, el añil, el algodón, guayabos, paltas, como asimismo los grandes árboles de esas regiones: ceibos, cedros, pinos, robles, caobas, ébanos, etcétera. La coca también despertó su interés, la que afirma “obra fuerzas y aliento en los Indios, porque se ve en efectos que no se puede atribuir a imaginación, como es con un puño de coca caminar doblando jornadas, sin comer a veces…”.

En las Misiones de guaraníes los jesuitas se dedicaron al estudio y recolección de plantas vernáculas y a establecer sus vinculaciones con la medicina. Los sacerdotes más reconocidos en este sentido fueron los PP. Ventura Suárez, Bernardo Nusdorffer, Pedro Lozano, José Guevara, Martín Dobrizhoffer, Segismundo Asperger, entre otros, quienes hicieron valiosos aportes al conocimiento histórico o científico de la flora del continente.

En nuestro país Eduardo Ladislao Holmberg (1852-1937) define toda una época en los estudios de la botánica argentina, a partir de decenas de viajes por el interior. Publicó en 1898, entre otros, la“Flora de la República Argentina”,y en 1905, las“Amarilidáceas argentinas indígenas y exóticas cultivadas”.

Otro científico reconocido en esta materia es Miguel Ignacio Lillo (1862 - 1931), ornitólogo y botánico, de quien se asegura es quien mejor conoció y estudió la flora argentina.

Esta brevísima descripción histórica resume los cinco siglos dedicados al estudio de la botánica americana. Muchos más, como el célebre y reconocido Aimé Bonpland en nuestra región, han sido los naturalistas españoles y americanos que han brindado datos definitivos para la ciencia natural de este continente que despertó el interés desde el momento mismo de la conquista.

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